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Perú inicia un nuevo proceso con Castillo como presidente

El flamante presidente peruano asumió a su cargo por los próximos cinco años, luego de un muy reñido balotaje contra la derechista Keiko Fujimori

* Por Alejandro Arnoletti

Se abrió un nuevo proceso político en Perú con la asunción de Pedro Castillo. El flamante presidente es docente, sindicalista y dirigente de izquierda y llegó a ese cargo luego de ganarle en segunda vuelta a la derechista Keiko Fujimori, por un exiguo margen de votos. Estará al frente de los destinos del país por 5 años, aunque desde 2016 hasta su asunción pasaron cuatro presidentes.

Castillo tendrá varios frentes abiertos. Por un lado gestionar la pandemia, en el país con más muertes en promedio por la cantidad de habitantes. Por otra parte tendrá una fuerte oposición política teniendo en cuenta que solo lo votó casi el 19 por ciento de los peruanos en la primera vuelta y el 50 por ciento en el balotaje. El Congreso tendrá autoridades opositoras y la bancada oficialista solo tendrá 37 legisladores, lejos de la mayoría. Además será enfrentado por los principales poderes mediáticos y empresariales, que jugaron por Fujimori en las últimas elecciones.

La licenciada en Relaciones Internacionales y adscripta en la cátedra de Historia de las Relaciones Internacionales Latinoamericanas y Argentinas, Victoria Musto, fue entrevistada por el portal de Radio UNR. Allí explicó el presente del país americano y las perspectivas a futuro en la política local e internacional.

¿Cuál es la situación social del Perú que le va a tocar gobernar a Castillo?

La situación social de Perú no escapa a los grandes escenarios que estamos viviendo a nivel mundial, con la particularidad de que en América latina uno tiene que pensar estos escenarios que intentan ser pospandemia en el marco de la gran desigualdad que nos caracteriza. En este sentido es importante recordar que Perú mantiene junto a otros países como Chile o Ecuador un pasado neoliberal bastante fuerte y bastante consolidado en términos de políticas de Estado. Esto hace que algunos reclamos que la pandemia dejó claramente en evidencia como la falta de inversión en salud o las complicaciones en su acceso, lo que tiene que ver con la educación, la falta de conectividad, la no asistencia presencial en las escuelas, contribuyera a que veamos ahora grandes tensiones sociales. Es cierto que hay pensarla en un ciclo más amplio desde las protestas que surgieron con las protestas en 2019 en América Latina. Todo esto nos ayuda a explicar la victoria de Castillo, siendo un referente político de un tinte muy diferente a lo que venía teniendo Perú. Y genera una agenda donde el acceso a la educación superior, la extensión de los servicios de agua y desagüe estén en primera mano para los desafíos sociales que la pandemia profundizó y dejo en evidencia.

En los últimos años Perú tuvo 4 presidentes, Castillo ganó en una segunda vuelta muy pareja, tendrá enfrente un Congreso opositor y estará al mando del país con más muertes por habitantes por covid, ¿cómo podrá administrar frente a tantos condicionantes?

La administración Castillo va a enfrentarse con las grandes preguntas que son para todos los líderes peruanos la gobernabilidad y la relación con el Congreso. Castillo tiene en uno de los puntos de su campaña la reforma de la Constitución, con un lenguaje muy combativo de pensar una Asamblea Constituyente por fuera del Congreso. Justamente es un punto donde se tensionan Ejecutivo y Legislativo en Perú. Pero ahora vemos un Castillo más moderado, como corresponde, luego de haber extremado posiciones enfrentándose con Keiko Fujimori. Cuando uno se preocupaba por la forma en que Castillo pudiera llevar esta nueva legalidad a desarrollarse, luego del apoyo que ha recibido en tanto que nadie legitimó lo que Fujimori decía. Lo ha moderado para llevar una reforma constitucional de una manera más institucional.


¿Cuáles son los principales capitales políticos que tiene Castillo y cuán factible es cumplimentar sus principales promesas de campaña?

Con respecto a los capitales políticos Castillo ha tendido alianzas con un Perú profundo, con el cual hace mucho no se vincula la elite política de ese país. Con esto quiero decir que se han escuchado a chamanes diciendo que Castillo iba a gobernar, por ejemplo, y todo eso genera un entramado social en términos de capital político que puede ser un arma de doble filo. Hay que ver cuánto él deja atarse para poder sostener una puja eventual con el Congreso. En las democracias los primeros 100 días son claves: aún se tiene la espalda de los votos, no hay elecciones de medio término y son los días en los que hace las principales reformas, en términos generales. Los 100 días son claves porque permiten delinear el resto del tiempo que toca gobernar. En Castillo esos 100 días van a determinar la capacidad o no de cumplir las promesas de campaña y van a permitir ver con mayor claridad quiénes de la elite política tradicional empezarán a jugar a favor de Castillo y quiénes van a conformarse en una oposición muy peligrosa teniendo a Fujimori en contra. También me parece importante pensar en el rol de Verónica Mendoza dentro de la administración de Castillo. Podría darle a una izquierda de viejo cuño, como es la del presidente, una mirada progresista que le haría muy bien a esta administración. La figura de Verónica Mendoza se transformará en una aliada o una opositora también interesante de seguir.

¿Hacia dónde va América Latina tras el covid?

Me parece que los presidentes y las figuras que asistieron a la asunción de Castillo nos dan una pequeña muestra del posicionamiento que va a tener Perú en la política internacional latinoamericana. Si bien Alberto Fernández estuvo presente, lo que nos invita a pensar en alguna afinidad ideológica entre Argentina y Perú, sí me gustaría rescatar que países como estos siguen teniendo una postura andina muy fuerte. Eso se evidencia en la presencia de Luis Arce por Bolivia; de Sebastián Piñera por Chile; de Guillermo Lasso por Ecuador; y de Iván Duque por Colombia. Más allá de las coincidencias ideologías o no hay una cuestión andina en términos geopolíticos de cómo eso también podría ser un eje de integración. Con respecto al Grupo de Lima es difícil de pensarlo. Como muchos espacios de concertación internacional crecen y decrecen y hay que ver qué piensa Lasso y qué se resuelve en Chile. Si las perspectivas viran hacia un mayor progresismo o la izquierda diría que el Grupo de Lima pasa a ser un nuevo “grupo de WhatsApp”. No creo que sea un espacio donde mirar. Lamentablemente si tuviera que decir una institución a nivel latinoamericano con capacidad de liderar con el vacío de poder dejado por Bolsonaro y el rol de Brasil hay que estar muy atentos a qué rol quiere jugar Argentina. No creo que tenga las mismas capacidades duras para generar políticas de concertación como lo tuvo en su momento el liderazgo de Lula. La pandemia nos mostró eso: mucha política interna por encima de una política internacional. Vemos que los procesos de concertación son muy laxos y América Latina sufre una gran fragmentación en términos de inserción colectiva en el mundo. Eso nos va a costar caro como nos costó para la compra y negociación de vacunas.