El Sumo Pontífice fue protagonista de viajes, reformas y la promoción de valores olvidados por la iglesia católica, en medio de una lucha incansable contra la corrupción y casos de abuso desde hace más de un decalustro
El 13 de marzo se conmemoró el décimo año desde que se eligió a Jorge Mario Bergoglio como el Papa Francisco. Al frente de una de las instituciones más poderosas del mundo, el jesuita argentino conformó una imagen renovadora para un contexto de decadencia en la imagen pública del cristianismo.
El contexto de su llegada comenzó con la renuncia de Benedicto XVI al pontificado, hecho ocurrido por segunda vez en la historia, y debido a una situación crítica con todas las polémicas estructurales. Con el ascenso de esta autoridad, comenzó un proceso de cambio para lograr una iglesia para los pobres, pisar con fuerza sobre el cambio climático y visibilizar la crisis de los refugiados que la guerra entre Rusia y Ucrania profundizó.
En diálogo con La Marca de la Almohada, Fortunato Mallimaci, sociólogo e investigador del Conicet sobre Religiones, contextualizó la importancia del máximo representante, y afirmó: “Este nuevo papa llegó diciendo, basta de lujos, y lo demostró yendo a cárceles, viajando en Fitito, y hablando que la presencia es en las periferias con los pobres, cosa que no hacían los demás”.
En cuanto al contexto que lo originó, destacó la gravedad de la partida del anterior pontífice, y explicó: “En la modernidad europea y el espacio que tiene la iglesia católica, la renuncia de uno de los principales referentes de la verdad y la enseñanza, porque no puede controlar su institución, es uno de los casos más profundos en el siglo XXI”. “Es una institución de brindar bienes, y el problema lo identifica de adentro”, añadió.
En referencia a su imagen, destacó: “Se vuelve más creíble cuando habla de los derechos de los inmigrantes, de la vida, de muchas cuestiones humanistas que no olvida”, pero destacó, por otro lado, su poca flexibilidad con el progresismo, y afirmó: “él es muy conservador, incluso con temas de las mujeres, o el matrimonio igualitario y los célibes. Nombró estos sucesos como posibles al cambio, pero no quiere que lo condicionen a él para hacerlo”.
Por otra parte, defendió su posición ante el delito, al cual considera importantísimo a denunciar como parte de su objetivo de restauración para las víctimas en todos los países, y el licenciado explicó: “El Papa invirtió 5 millones de euros y generaron un informe que es infartante, el mismo afirma que en 70 años hubo 250 mil niños y niñas violadas por el credo francés, alrededor de 3.000 sacerdotes, obispos y cardenales abusadores”.
Finalmente, concluyó: “Hay algo que está dando vuelta dentro de la iglesia, y se puede salir por arriba, pero tarde o temprano hay que hablar con la propia institución. La gente sigue siendo católica pero por su cuenta, ya no cree mucho en la institución”.