Su concepción del mundo era militar, pero incursionó tenazmente en política para concretar su estrategia bélica contra los españoles por el Pacífico. Sus ideas sobre la forma de gobierno no cuajaban con la nación republicana que imaginaban las élites. Cómo buscó construir su propia imagen y cómo Mitre la modeló con eficacia por primera vez
Padre de la Patria o Libertador de América, José Francisco de San Martín y Matorras fue investido como el máximo integrante del panteón de héroes de la Argentina y sin embargo nunca terminó de encajar con el proyecto de Nación de las élites, ni en su época ni después. Convocada por el programa ABC, la historiadora Marcela Ternavasio despejó la ingenuidad sobre esta, como otras, construcciones simbólicas que formatean las identidades nacionales.
“Desde el regreso de la democracia, se avanzó mucho en la revisión de las viejas narrativas heroicas del pasado nacional sobre investigaciones historiográficas exhaustivas, para instalar nuevos parámetros con los que comprender esos personajes en su contexto histórico y revisar los relatos sobre los mismos después de fallecidos”, repasó la docente e investigadora de la UNR e integrante del Conicet.
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Caso raro el de San Martín. Nacido en Yapeyú, en el entonces Virreinato del Río de La Plata, su familia lo llevó a Cádiz cuando tenía apenas seis años, regresó a los 34 para ponerse a disposición de la causa americana y una década después partió de nuevo a Europa, donde falleció a una edad muy avanzada para su época, 72 años.
Ternavasio recomendó un libro para bucear en el hombre y el personaje: San Martín – Una biografía política del Libertador, de la historiadora y profesora de la Universidad Nacional de Cuyo Beatriz Bragoni. “Recupera las reconstrucciones memoriales y la propia que hizo él, ordenando archivos de correspondencia, con silencios y exaltaciones de ciertos trayectos, para instalarse en el panteón de los héroes”, elogia la investigadora de la UNR. El octavo y último capítulo se titula, precisamente, “Los usos públicos de San Martín”, en el que Bragoni aborda las diversas interpretaciones construidas para abonar su inclusión en determinados paradigmas políticos.
El propio San Martín, insistió Ternavasio, se preocupó, tras su partida a Europa, en elaborar una narración propia de su vida. “A eso contribuyó su longevidad”, que le dio tiempo para la tarea en su “ostracismo voluntario” europeo.
Ternavasio ubica al político, militar, historiador, escritor y periodista Bartolomé Mitre como el primero que consiguió construir “una narrativa histórica eficaz” sobre San Martín, como antes lo había hecho con Manuel Belgrano.
El hombre, el personaje, el mito
Pero el hombre, explicó la historiadora, se resistió y lo sigue haciendo al personaje modelado por sus biógrafos. ¿Qué es lo que incomodaba de San Martín a Mitre y, en general, a la inteligencia hegemónica?, preguntó. Fue y es incluso hoy complicado instalar en el panteón de los héroes a alguien que “claramente no simpatizaba ni con la República ni con el federalismo. Que, por lo contrario, proponía un gobierno fuerte bajo la forma de una monarquía constitucional“. Así, para el diseño de la idea rectora de una nación republicana, el nacido en Yapeyú “fue y continúa siendo” materia incómoda.
Sus rebeldías y temeridades también ponen escollos en ese conveniente relato heroico, siguió Ternavasio. Cita el ejemplo más relevante: cuando, en el contexto del enfrentamiento entre el gobierno central de las Provincias Unidas con los gobernadores de Entre Ríos y Santa Fe, además de Artigas, desobedece las órdenes del Directorio para que traslade al Ejército de Los Andes, que ya había combatido en Chile, hacia el Litoral. En cambio, sigue con su proyecto y se embarca hacia Perú en momentos en que había anuncios, finalmente no concretados, de una reconquista por parte de las fuerzas españolas.
Esas complejidades, las contradicciones en su vida, los conflictos, “no aparecen ni en los actos escolares” ni en las historias oficiales, enfatizó Ternavasio sin olvidar que esas narrativas épicas y éticas “hacen falta” en momentos difíciles como los contemporáneos. La reconstrucción historiográfica y la construcción del mito a veces van en sintonía y otras colisionan.
Guerra y política
“Su cosmovisión del mundo era a través de lo militar, no de la política, al contrario de Simón Bolivar”, sintetizó Ternavasio. Sí tuvo, completó, una “fortísima voluntad política de transformación” manifestada en su firme decisión de convencer al poder político de cambiar la estrategia militar hacia el Pacífico y de allí atacar el corazón de las fuerzas realistas en Perú.
Y en eso hay mucho de lo que permanece invisible en las historias convencionales sobre San Martín. La historiadora cita a modo de uno entre muchos ejemplos: “Operó a través de mediadores en el Congreso de Tucumán que declaró la Independencia mientras armaba su gran ejército, para conseguir recursos destinados a su campaña”.