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Un Gobierno que simula la búsqueda de un consenso contrario a su ADN disruptivo

El doctor en Antropología Alejandro Grimson desgranó las preguntas a las que obliga lo que va de la gestión del presidente Javier Milei y la contradicción de su convocatoria a un pacto, que luce más como imposición, para el 25 de mayo

“Estas nuevas fuerzas se caracterizan por una fuerte polarización y buscan remodelar el sistema político a su favor. No pueden aceptar grandes consensos porque su razón de ser es anti statu quo. Sería ir en contra de su identidad y sus intereses”. La cita es del artículo Una sociedad estresada que publicó la revista Anfibia. Su autor, el doctor en Antropología con estudios de comunicación y especializado en procesos migratorios, zonas de frontera, movimientos sociales, culturas políticas, identidades e interculturalidad Alejandro Grimson, abundó sobre la idea en comunicación con el programa La Marca de la Almohada.

Grimson es investigador del Conicet y docente del Instituto de Altos Estudios Sociales (Idaes) de la Universidad Nacional de San Martín. Basó su caracterización del momento en la experiencia de los gobiernos de ultraderecha en los últimos años, a partir de los triunfos electorales de Donald Trump en los Estados Unidos, Jair Bolsonaro en Brasil y Viktor Orbán en Hungría, entre otras expresiones del fenómeno. Hay, dijo, mucho material sobre esas administraciones que demuestran que, en ningún caso, hubo esfuerzos por trabajar consensos nacionales para las políticas públicas.

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Y entonces, tras la convocatoria al llamado pacto del 25 de mayo en Córdoba por parte del presidente autoipercibido como anarco capitalista, Grimson deslizó varias preguntas. ¿Puede ser el de Javier Milei el primer Gobierno de ultraderecha en intentar buscar un consenso? Por ahora, evaluó, no se observan condiciones para esa “anomalía”.

Lo que le propuso el presidente en principio a los gobernadores, recordó el investigador, es encontrarse en Córdoba para suscribir un pacto con 10 ítems que ya están fijados. Y siguió con las incógnitas: ¿es posible que haya mandatarios provinciales que acepten firmar un decálogo que deje afuera el tema educación? ¿Puede un país como la Argentina ser tan antisarmientino? Lo mismo, agregó, vale para la salud y la ciencia, fuera del radar de la propuesta. “Es extraño”, consideró sobre la iniciativa, que genera más dudas que certezas respecto de su sinceridad.

Sobre la viabilidad de la propuesta, Grimson destacó que se declamó en el contexto del discurso de apertura del año legislativo en el que el presidente se permitió “hacer chistes” provocativos sobre la cifra de desaparecidos durante el imperio del terrorismo de Estado. Respecto de el reparo sobre la voluntad real del oficialismo para acordar, agregó que no se trata de una especulación. El libertario mismo disipó las dudas al aseverar que para que exista ese pacto es condición que todos los sectores políticos se avengan a aprobar la llamada ley ómnibus. La que, recordó el especialista, precisamente el oficialismo retiró por falta de acuerdo.

En realidad, evaluó, es una convocatoria a revertir un fracaso político estrepitoso en el Congreso, fruto de la tosudez de querer imponer un proyecto de mega ley sin negociaciones.

Grimson se remitió a una nota editorial del analista Carlos Pagni publicada por el diario La Nación en la que distingue, remitiéndose al teólogo argentino Gonzalo Zarazaga, líderes que actúan cual profetas de otros que lo hacen como reyes. Y él mismo concluye que Milei arrancó en el primer modo para, ahora, intentar mostrarse en el segundo.

Si Milei y su gobierno asume, aunque no explícitamente, que tuvieron un gran fracaso y buscan un nuevo camino de gobernanza, lo primero que deberían hacer es identificar leyes que tengan respaldo suficiente como para tener probabilidades de aprobación, expresó su excepticismo Grimson.

La exigencia de aprobación del mega paquete es una condición imposible de cumplir, insistió sobre el punto. Lo mismo respecto de condiciones que implican la sumisión de espacios opositores “de manera vergonzosa y escandalosa para cualquier república”. Porque, además, interpretó que sería una forma de corrupción política, también, el que gobernadores elegidos por otras fuerzas políticas terminen avalando las ideas anarco capitalistas como las denomina el presidente.

Lo que caben hoy son preguntas más que aseveraciones, volvió sobre el escenario impredecible. Que habilita preguntas: ¿Milei entendió que tiene que negociar, es decir renunciar a algunas aspiraciones para conseguir acompañamiento de parte de referentes políticos a los que se pasó insultando?

Si no fuera por la inflación y la miseria que asola al país, en las fronteras de una catástrofe social, Grimson consideró que el actual sería un escenario apasionante, porque se está redefiniendo el sistema político nacional y es lícito esperar grandes sorpresas en ese proceso.

Sobre los otros actores, consideró que excepto el gobernador de Buenos Aires, Axel Kiccillof, cuyo discurso de apertura de la sesiones en la Legislatura provincial elogió por su dimensión institucional y la fijación de una postura clara, el resto de los principales referentes opositores los describió como “desdibujados”. Y en los niveles medios de la dirigencia, observó “mucha dificultad para la elaboración táctica”. En parte, por la misma voluntad del oficialismo de atomizar a sus oponentes e impedir así la articulación de resistencias.