Por Ornela Favani
Lic. en Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la UNR
El lunes último el presidente Javier Milei inició su primera gira oficial como jefe de Estado argentino. El destino escogido para iniciar estas visitas fue el Estado de Israel, país con el cual, ya durante su campaña electoral, el líder de la Libertad Avanza manifestó su alineamiento.
En lo que respecta al vínculo con dicho actor, las relaciones entre la República Argentina y el Estado de Israel son históricas. Argentina reconoció a dicho país a sólo meses de haberse conformado, en el mes de febrero de 1949, bajo la presidencia de Juan Domingo Perón. Poco después, ambas naciones establecieron relaciones diplomáticas. Con el correr del tiempo, Argentina se convirtió en el primer país latinoamericano en abrir una legación diplomática en Tel Aviv. Desde entonces las relaciones bilaterales no han hecho más que profundizarse. No obstante, todo indica que el actual gobierno pretende llevar el vínculo a otro nivel.
Tal es así que el presidente argentino se transformó en el primer mandatario de América Latina que arribó a Israel tras los ataques terroristas perpetrados por la organización radical Hamas el 7 de octubre de 2023, que dejaron por saldo 1200 muertos y 253 rehenes, dando origen a una guerra entre Israel y Hamas.
En lo que respecta a su posicionamiento frente a dicho conflicto, ya durante la campaña electoral, el presidente criticó la posición adoptada por el gobierno de Alberto Fernández al sostener que la misma era “demasiado blanda” frente a la “situación aberrante” que Israel estaba atravesando.
En tanto, a sólo dos días de haber asumido como presidente de los argentinos, Milei tomó distancia de la postura adoptada por su antecesor frente a un deterioro de la situación en Medio Oriente. De esta forma, Argentina se convirtió en uno de los 23 países que se abstuvieron cuando, el 12 de diciembre, la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó por 153 votos una resolución que instaba a un alto al fuego.
En lo que respecta a la actual visita, previo a partir hacia Israel el presidente manifestó que los objetivos de la misma giraban en torno a: cumplir con su promesa de hacer su primer viaje diplomático a Israel, manifestar su apoyo a Israel contra los ataques de Hamas y explicitar su solidaridad para con Israel, reivindicando su legítimo derecho a la defensa.
Apenas arribado su vuelo, y sin mayor dilación, Milei manifestó “vengo a apoyar a Israel contra los terroristas de Hamas” a la par que adelantó “Mi plan es mudar la embajada a Jerusalén Occidental”. Compromiso que luego reiteró al momento de reunirse con el presidente y el primer ministro de Israel y en el marco del discurso que brindó en el museo del Holocausto. Entonces señaló: “Después de haber presenciado tanta muerte … quiero elegir la vida. Elijo estar del lado correcto del mundo y de la historia. Jerusalén es símbolo y estandarte eterno de vida y libertad. Elegimos la vida. Elegimos Jerusalén Occidental, como ciudad de nuestra embajada”,
En lo que respecta a este tema es importante señalar que, por su relevancia en términos religiosos, Jerusalén es una ciudad sagrada para las tres religiones monoteístas. De allí que, cuando Naciones Unidas resolvió la partición del territorio de palestina en 1947, decisión que se plasmó en la resolución 181/11 de la Asamblea General, se dispusiese que esta ciudad quedaría sujeta a un régimen internacional. Pese a ello, y en incumplimiento de lo estipulado por el organismo internacional, tras la primera guerra árabe israelí el Estado de Israel se hizo del control de Jerusalén Occidental, mientras que, tras la guerra de los seis días, tomó control de Jerusalén Oriental. Años después, en 1980, Israel aprobó la ley “Jerusalén capital de Israel”, declarando a la ciudad capital indivisible y eterna del Estado de Israel.
Pese a los reparos de la comunidad internacional, bajo el gobierno de Donald Trump, Estados Unidos reconoció a Jerusalén como capital de Israel y luego procedió a la mudanza de su embajada. Esta decisión, por esos días, fue secundada por Guatemala, un país que no sólo tiene importantes vínculos con Washington sino también relaciones históricas con Tel Aviv. Como respuesta, la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó, en una reunión de emergencia, la resolución ES‑10/L.22, que reafirma que el estatus final de Jerusalén debe ser acordado a través de negociaciones, a lo que se agrega que todas las decisiones que pretendan modificar el estatuto o la composición demográfica de Jerusalén no tienen efecto jurídico alguno.
Teniendo en consideración la conflictividad hoy latente en Medio Oriente, donde hace meses Israel libra una guerra con Hamas, persiste el fuego cruzado entre Israel y El Líbano e Israel y Siria e, incluso, se ha complejizado la situación en el Mar Rojo producto de los ataques hutíes a busques de carga, según miembros de esta organización en solidaridad con el pueblo palestino, la política impulsada por el presidente Milei no sólo atenta contra las normas internacionales y va a contramano de la posición adoptada por la comunidad internacional frente a este tema sino que, incluso, se evidencia como temeraria.
En este sentido, cabe recordar que en la década del noventa la Argentina fue blanco de dos ataques terroristas, el primero contra la Embajada de Israel (1992) y el segundo contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) (1994). Ataques que se presume podrían estar asociados al involucramiento del presidente Menem en las problemáticas de Medio Oriente.
Por su parte, la organización radical Hamas ya ha condenado “enérgicamente” la posición argentina. Al respecto, un comunicado de prensa de este grupo reza “Hacemos un llamado al presidente argentino para que revierta esta decisión injusta y equivocada, que coloca a la Argentina como socio del ocupante sionista en sus violaciones contra nuestro pueblo palestino y sus derechos nacionales a su tierra y sus lugares sagrados”. A lo que se agrega que proceder al reconocimiento de Israel como capital de Israel “Sería una vulneración de los derechos de nuestro pueblo palestino a su tierra y una violación de las normas del derecho internacional, considerando Jerusalén como tierra palestina ocupada”.
El acercamiento de Milei al judaísmo y la admiración hacia Israel son palpables, y se encuentran en línea con un diseño de política exterior que, según anunciaron funcionarios de la Libertad Avanza, se destaca por fundarse en “una mirada sobre la agenda geopolítica internacional alineada con Occidente y su defensa de los valores de la libertad“. Ahora bien, cabe preguntarse por los beneficios económicos y/o políticos reales de adoptar una política de alto perfil frente a un frente a un tema tan ríspido, que por otra parte siempre ha ocupado un lugar secundario en la agenda de política exterior argentina, en un momento tan álgido del conflicto. Mas aún cuando proseguir con esta política supondría no sólo desconocer resoluciones de organismos internacionales sino también barrer con la política de equidistancia que históricamente Argentina ha abrazado en lo referente a la disputa entre palestinos e israelíes.