Por Lisandro Leoni
Lo que vivió la familia Rocuzzo no es más que lo que sucede a diario en distintos comercios, viviendas particulares, tribunales federales y distintas instituciones públicas a lo largo y ancho de la ciudad. El hecho toma relevancia mundial y no es para menos. El supermercado baleado es propiedad del suegro de Lionel Messi, la persona más famosa y hasta quizás más importante del planeta.
¿Hacía falta llegar a esto para la reacción? No. La escalada de violencia con 288 homicidios en 2022 y un inicio similar del 2023 con más de 50 asesinatos en poco más de dos meses era un llamado de atención suficiente para que el accionar de las autoridades sea inmediato. No hacía falta poner a Rosario, Messi y el narcotráfico en las portadas de los diarios del mundo para encabezar una lucha directa contra las economías delictivas.
Lo cierto es que las respuestas de quienes tienen la responsabilidad de gestionar las políticas de seguridad en los tres niveles del estado no están a la altura de las necesidades de una ciudad que se acostumbró, naturalizó, los hechos de violencia en la cotidianeidad de sus vidas. Ni desde lo discursivo ni desde la acción.
Terminó el momento de las disputas políticas y jurisdiccionales. También de los anuncios rimbombantes y las promesas de pacificación. Y mucho más aún el tiempo de las fotos de una junta provincial de seguridad que no funciona y se reúne, con suerte, cada 8 meses. La reforma del sistema de seguridad y del sistema policial en la provincia, la depuración de las fuerzas, la acción conjunta de las fuerzas provinciales con las federales, la ocupación del territorio y una batería de políticas públicas multidisciplinaria o multiagencial en ese territorio son necesidades inmediatas para empezar a encontrar un camino de solución a esta violencia que nos aqueja.
¿Quién gana con todo esto?
Cualquier oportunista está sacando provecho. Desde un absurdo personaje de TV que se pasea con chaleco antibalas por la puerta del supermercado baleado, pasando por la diputada provincial que vive en Bs As y monta shows mediáticos con las desgracias que vive la ciudad en la que supo vivir en su pasado, hasta sectores políticos que hacen marketing con toda esta situación de cara a un año electoral que tendrá al barro y la rosca como su actor y actriz principales respectivamente.
La espectacularización de la violencia y la estigmatización de Rosario no hacen más que sostener el rating de los canales de televisión y monopolios de la información que esperaban un hecho de estas características. Nos tratan como el patio trasero, la casa de fin de semana, donde se pasa una temporada (una cobertura) y vuelven a su casa con el daño ya hecho.
El marketing también llegó a los dueños del monopolio de la violencia que la utilizan para vehiculizar sus demandas, dejar mensajes a otras bandas y sembrar el terror. ¿Cuánta responsabilidad tenemos los medios al dar a conocer esos mensajes que los responsables quieren que tomen estado público ante cada hecho?. A veces hay que mirar para adentro para tener mejor claridad en el afuera.
Rosario vs Rosario.
Rosario no es solo la ciudad narco, también es la otra. La ciudad de la reactivación económica con un crecimiento de la actividad 3 puntos porcentuales por arriba de la media nacional, del 5% de desocupación por debajo de la media nacional, del turismo con ocupación hotelera al 100% durante el fin de semana largo del carnaval, de la cultura con propuestas públicas y privadas a lo largo y ancho de la ciudad, del deporte donde semana tras semana las canchas de los clubes más populares desbordan de hinchas para alentar al club de sus amores, la de La Florida, el Parque Independencia y el Monumento a la Bandera.
La ciudad donde Lionel Messi pasó más de 10 días estrenando su título de campeón mundial tomando mates con Antonela.