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Para prever y mitigar las consecuencias del cambio climático, el Estado es irreemplazable

La columnista especializada en ambiente Jorgelina Hiba se refirió a la tragedia del temporal de Bahía Blanca y rescató la existencia del Servicio Meteorológico Nacional como proveedor de un insumo esencial: información científica de calidad y tecnología puesta al servicio de todos

Hiba destacó que el cambio climático es un dato ya suficientemente registrado y estudiado como factor relevante para la toma de decisiones en todos los ámbitos y en el planeta entero. Ante eso, pese a los negacionistas en varias dimensiones, es crucial la presencia de los Estados, por lo que sólo se puede operar desde los ámbitos públicos y por lo que los mismos no deben dejar de hacer.

La especialista aclaró que el calentamiento del planeta, de lo que hay registros históricos rigurosos, no genera fenómenos atmosféricos inéditos, como la tormenta severa de Bahía Blanca que causó 13 víctimas fatales, sino que los hace más intensos y frecuentes.

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Tambén, agregó, un fenómeno en particular no puede asignarse sin más al cambio climático como desencadenante, porque tal aseveración debe estar funamentada en estudios de largo aliento sobre variables múltiples y complejas. Lo que es innegable, enfatizó, es la tendencia de episodios extremos que se suceden en mayor número asociados a los aumentos globales de temperaturas.

En cuanto a lo que puede hacer el Estado, siguió Hiba, un papel relevante lo cumple el Servicio Meteorológico Nacional, de larga trayectoria y que en los últimos años se fortaleció –recordó– con una llegada a todos los rincones del país y la incorporación de tecnología nacional de punta, como la que desarrolla las agencias públicas Invap y Arsat: satélites que aportan soberanamente los datos atmosféricos para los análisis y las predicciones. Entre otras innovaciones, repasó, hay disponible una aplicación para teléfonos móviles que permite acceder a información meteorológica actualizada y los anuncios del sistema de alertas tempranas.

Si ese despliegue no lo hace el Estado, preguntó con retórica Hiba, quién lo hace nadie sin que medie un interés económico particular. La presencia de lo público en el tema, añadió, es más trascendente ante la mayor complejidad de las variables climáticas y atmosféricas.

También es el Estado el que debe velar por la seguridad de los ciudadanos, continuó, sobre la base de los pronósticos y las alertas. Y, como contrapartida, en la decisión de suspender actividades o eventos masivos cuando sea necesario y sin privilegiar eventuales beneficios económicos de algún particular. EL caso de la fiesta “bresh” en la ciudad de Buenos Aires, que se habilitó pese a los avisos sobre tormentas intensas, fue el ejemplo de lo que no hay que hacer. No fue una tragedia, pero pudo serlo.

Al mismo tiempo, y con el reciente episodio en Bahía Blanca como base, Hiba enfatizó que es también el Estado el único capaz y con voluntad de movilizar recursos extraordinarios para reconstruir infraestructura dañada una vez producido un fenómeno atmosférico intenso. No hay empresa que reemplace esa función social, por más elogios al mercado que se repitan.