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Rosario ya tiene una planta de biotecnología que será puente entre ciencia y sociedad

En Rosario se inauguró la nueva plataforma productiva para escalar desarrollos biotecnológicos destinados a mejorar la competitividad de procesos orientados a la exportación. La gestiona el Instituto de Procesos Biotecnológicos y Químicos (Iprobyc), dependiente del Conicet y la UNR. También se presentaron cinco empresas de base tecnológica incubadas por instituciones del Conicet, que con financiamiento público y privado introducen soluciones innovadoras

Hugo Menzella es doctor en Ciencias Biológicas especializado en ingeniería de procesos y como director del Iprobyc conversó con el programa ABC sobre la relevancia de la puesta en marcha de la planta en Rosario, un logro que se materializa al cabo de varios años de propuesto.

Menzella explicó que la planta, que demandó una inversión en equipos e infraestructura de más de 87 millones de pesos entre Nación y provincia de Santa Fe, apunta al “desarrollo de tecnología como puente entre la ciencia y la sociedad“. Lo que hará es generar “conocimiento científico aplicado a soluciones para aumentar la competitividad de los procesos productivos“. Además, en función de las aplicaciones más innovadoras, será centro de creación de nuevas empresas de vanguardia. Y, de hecho, junto con la inauguración, se presentaron cinco, todas ellas incubadas en ROsario.

El esfuerzo, de financiamiento, voluntad y capacidad basada en la trayectoria de los institutos del Conicet Rosario, apunta a potenciar los procesos productivos que se insertan en los mercados globales. Esto es: aportar a la generación de divisas por exportaciones, un punto clave en el actual escenario de la Argentina y un apalancamiento de modelos productivos con mayor valor agregado.

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Los principales beneficiarios de la nueva planta del Iprobyc son empresas privadas, startups, las y los investigadores de Rosario y la región y estudiantes universitarios que busquen escalar sus proyectos innovadores. Esta planta piloto de biotecnología ofrece la posibilidad de acelerar la investigación, descartar hipótesis y poner a prueba desarrollos. Se trata de una plataforma imprescindible para testear productos y procesos con mayor velocidad. En paralelo, habilitará servicios a terceros mediante transferencia de conocimientos a pymes y startups del sector biotecnológico.

En palabras de Menzelli, aporta un entorno si se quiere hasta cultural para que los jóvenes investigadores, e incluso estudiantes, “desarrollen un proyecto con la ventaja de poder fracasar mucho, rápido y barato en el proceso que desemboca en resultados“.

El director del Iprobyc explicó que el equipamiento y las instalaciones “permiten hacer una validación preindustrial de los procesos, obtener materiales suficientes para los futuros clientes y entrenar personal calificado para plantas industriales“. Y ello, no cerrado en la región, porque aclaró que ya hay convenios para que sea utilizado por investigadores y empresas de Corrientes y Chaco en un camino de expansión geográfica que continuará.

El enfoque está puesto en los procesos industriales donde el país puede hacer diferencia en el concierto global“, profundizó el doctor en Ciencias Biológicas. Un ejemplo casi obvio, siguió, es el de los agroalimentos. “Las mejoras en ese sector producen retornos más rápidos”, explicó, y citó el caso de los desarrollos en torno a la extracción de aceites, que permiten mayores volúmenes y menores desechos.

Rápido y furioso

La planta va de la mano de la presentación de startups que son ejemplo de la capacidad y voluntad de trabajo. Menzelli recordó que en el tiempo de parate de la pandemia lo que no se frenó fue la generación de ideas. El fruto se ve ahora: “Desde el año pasado, con apenas 11 investigadores y en 17 meses, se pudieron armar cinco empresas nuevas, con financiamiento privado y público, incubadas en Rosario. Resumió el ámbito de las mismas: una de textiles (cuero no animal) a base de hongos, otra de cosmética centrada en ácido hialurónico, una plataformas de vacunas, otra de informática y la restante centrada en limpiadores de biogeneración para material quirúrjico.

Las cinco startups

Taxon. Empresa de servicios de bioinformática especializada en la identificación y caracterización de microorganismos que se requiere para aprobar su uso comercial o el registro de patentes. Mediante la integración de inteligencia artificial, tecnología de secuenciación y un equipo especializado, Taxon proporciona a empresas biotecnológicas la capacidad de optimizar tanto el tiempo como los costos en la ejecución de sus proyectos de I+D. Así, desempeña un papel fundamental en el fomento del crecimiento del ecosistema científico-productivo de la región. Fue fundada por Mariano Torres (representante legal), y los investigadores del CONICET Martín Espariz, y Tomas Petiti.

Mycorium Biotech. Startup biotecnológica comprometida con la creación de materiales sostenibles y respetuosos con el medio ambiente para la industria de la moda, entre otras. Su enfoque principal es la producción de un biomaterial simil cuero a base de micelio. Es un material sostenible, libre de crueldad animal, escalable e innovador que tiene el potencial de revolucionar la industria de la moda. Fue fundada por Diana Romanini (representante legal), Agustín Schiavio y las investigadoras del CONICET Rocio Meini y Adriana Clementz.

Hialos Biotech. Empresa que diseña y desarrolla biomateriales. Su primer producto es ácido hialurónico de alta calidad mediante un proceso 100% sustentable. Sus fundadores son: Sebastián Cerminati (representante legal), el técnico del CONICET Diego All, Gustavo Prato y los investigadores del CONICET Salvador Peiru, Hugo Menzella.

Hygeia Bio. Desarrollo de limpiadores biológicos para diversos usos. Sus primeros productos son limpiadores enzimáticos hospitalarios, que hoy se importan por 50 millones de dólares. Fue fundada por Ricardo Montico y Ricardo Morbidoni, la investigadora del CONICET Luciana Paoletti y Rubén Wöhr.

EXO+. Una startup del Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR, CONICET-UNR) que crea formulaciones basadas en exosomas modificados (Biohíbridos) que serán utilizadas para el tratamiento o la prevención de enfermedades neurodegenerativas. Estos productos mejoran ampliamente el tejido nervioso, induciendo la neurogénesis. Sus productos inducen la proliferación de las células madre neurales y su diferenciación a neuronas funcionales, logrando una expansión de la reserva cognitiva e incrementando la plasticidad neuronal del cerebro. Buscan reducir significativamente los efectos del daño cerebral, mejorando la calidad de vida. Fue fundada por Claudia Banchio (representante legal) y el investigador del CONICET Hugo Gramajo.