El boom de consumo de la bebida nacional y la especialización de la demanda hizo que la cantidad de locales creciera de 98 a 216 en dos años. Hay cada vez más catas, clubes y wine bars
La explosión del consumo de vino y la especialización de la demanda hizo que en los últimos dos años Rosario duplicara la cantidad de comercios especializados en la temática. Según datos de Habilitaciones de la Municipalidad, hay 216 comercios que son vinotecas. La misma categoría medía 98 hace dos años, un crecimiento de casi el 120%. En tanto, se cuadruplicó la cantidad de locales que pueden vender vinos anexado como rubro (carnicerías, fiambrerías, almacenes o minimarkets): eran 100, y hoy son 404. Además, hay en la ciudad 59 distribuidoras de alimentos que venden vinos al público minorista; 18 firmas que venden la bebida de forma mayorista; y cuatro emprendimientos registrados de venta a domicilio por menor.
Según un cálculo per cápita que hacen desde la Asociación de Sommeliers de Rosario (ARS) en base a datos de gerentes comerciales de distintas bodegas según sus informes de ventas, Rosario, junto a La Plata, son las ciudades con más vinotecas por habitante del país. Es algo que se percibe en las calles, porque a veces hay dos vinotecas en la misma manzana. Como anexo, un dato de color: Rosario tiene el primer local inscripto como vinoteca del país, en 1965: La Casa de los Vinos, de San Lorenzo y Presidente Roca.
“Esto tiene que ver con cómo se vende cada tipo de producto. En Caba tenés vinotecas, restaurantes y una gran cantidad de super chinos que tienen vinos de alta gama. Si vamos a la venta estricta de vinos boutique o de autor, Rosario no tiene supermercados ni restos con esa venta”, apuntó Nicolás Mercol, propietario de la distribuidora de vinos Calaveras y Vinitos e integrante de ARS. ¿A qué se debe el fenómeno? Más allá de que el rosarino es curioso y seguidor de la gastronomía, Mercol sostuvo que hubo un gran aumento del consumo de vino fino durante la cuarentena, y con esto muchos amantes de la bebida encontraron en la venta por redes a domicilio una salida laboral. “Luego de la pandemia, al contar con una cartera de clientes, y poder realizar eventos como catas, degustaciones o reuniones, hicieron el paso a tener un local propiamente dicho para terminar de satisfacer esa demanda del clientes”, indicó.
Otro factor importante fue la facilidad de acceso que existe actualmente a nuevas marcas y bodegas boutique, que a lo mejor hace 10 o 15 años atrás era casi imposible que llegaran a esta parte del país. “Hoy en día tenés un acceso mucho más directo, ya sea por medio de distribuidoras o directo de las bodegas. Por suerte se aceitó la llegada de ese tipo de mercadería a Rosario”, explicó Franco Boyero, encargado de la vinería Bilbao (Balcarce 656), que desembarcó en Rosario hace dos años. Boyero cree que al mismo tiempo, también se produjo cambio en la demanda: “El consumidor también empezó a conocer muchísimas etiquetas nuevas, distintas -sin desmerecerlo- al vino comercial o masivo que se pueda encontrar en un supermercado, y nos pide salir un poco de ese estilo de vinos y encontrar algo más, diferente, de bodega boutique, alguna etiqueta rara”, especificó.
Jóvenes y mujeres, nuevo target
La aparición más novedosa entre las franjas de consumidores son los jóvenes y las mujeres. Y de la mano de esta irrupción, en la ciudad hay cada vez más propuestas relacionadas al vino. A la multiplicación de vinerías como fenómeno post pandemia, se le suma la aparición de los wine bars (o bares de vino) en la gastronomía, de la mano de la tendencia a los locales especializados y la apuesta al nicho. También se observa una creciente aparición de catas y clubes de vino que convocan un público mucho más variado que el histórico, hombres adultos de 40 años para arriba.
Así lo entiende Virginia Morosini, docente de la ARS y sommelier en el wine bar Corcho: “Hoy en día el mercado ofrece alternativas para todo público, sobre todo para quienes se están iniciando en el consumo de esta bebida tan apasionante. Post pandemia hubo un gran cambio en la manera en que consumimos, cada vez hay mas vinotecas, clubes de catas y vinotecas virtuales“. También observa que las ferias de vino, eventos creados para promover las ventas y el consumo de la bebida nacional, “se convierten en una de las actividades preferidas de los que buscan conocer y descubrir nuevas etiquetas”, y que hay un incremento en la difusión y la comunicación del vino, que a su vez también potencia la proliferación de restaurantes más especializados, los wine bar.
“Las mujeres tienen un peso propio cada vez mayor en el mundo del vino en Argentina. Si bien el sector estuvo tradicionalmente ligado a un mayor consumo de los hombres, hoy la brecha se achica de manera considerable y pisamos fuerte”, resaltó. Entre las particularidades, destacó un vuelco a la elección de tintos fuertes, vinificaciones no tradicionales y cepajes poco convencionales: “Estamos seguras, no tememos ir más allá y no tenemos tantos prejuicios a la hora de elegir. Las mujeres nos conectamos con el vino desde espacios propios, como un mimo o regalo para nosotras mismas. En este nuevo universo femenino resalto el empoderamiento que se da a partir del descubrimiento y de la fascinación por el vino y su mundo”, destacó.
Por lo general, los consumidores dan su primer paso por medio de algún amigo o yendo a alguna degustación de la vinoteca más cercana, y luego quieren saber más, profesionalizarse, y hasta verlo como una oportunidad laboral. En ese sentido, dijo que conocer el vino “es mucho más simple de lo que parece”. “Con el tiempo uno aprende a disfrutarlo, a sentir nuevos gustos y aromas, a redescubrir aquello que olvidamos, atrayéndonos más a esta bebida tan noble e invitando a compartir más de una copa. Porque de eso se trata el vino, de encontrar la situación que amerite, ya sea solo reflexionando o en compañía y compartiendo. Porque el vino es más que una bebida. El vino es felicidad”, concluyó.