Hay dos equipos que elaboran distintos objetos y trabajan con diferentes materiales en el IBR de la ciudad. Se utilizan en capacitación y en la elaboración de piezas para la infraestructura del laboratorio, además de ofrecer servicios a la comunidad. En base a este logro, ahora se procura contar con otro dispositivo, mucho más sofisticado, que permite imprimir objetos biológicos a partir de células
La puesta en marcha de la plataforma fue financiada por la Fundación Bunge y Born, que adquirió a la empresa Che3D una impresora de deposición (FDM) Prusa MK3S+ y otra de fotopolimerización de resina Creality LD 02R, además de un set de insumos para las mismas. La bioquímica Eleonora García Vescovi, integrante del IBR, presidenta de la Fundación del instituto y responsable del grupo de Patogénesis Bacteriana en el mismo, dialogó con el programa ABC sobre la trascendencia del equipamiento.
La investigadora, y protagonista de la adquisición, explicó que los fondos para la infraestructura surgen de diferentes fuentes. Unas son otras fundaciones con las que hay afinidad de objetivos. Y en este caso, se trata de la de Bunge y Born, a partir de una relación entablada por la propia Vescovi cuando ofició de jurado para el premio otorgado –por unanimidad– al investigador del Conicet en el IBR Diego de Mendoza, por sus importantes contribuciones en el campo de la biosíntesis y regulación de la síntesis de lípidos de membrana. A partir de allí, se comunicó el interés por armar la plataforma, que finalmente se concretó.
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Vescovi, docente universitaria y ex directora de la carrera de Biotecnología y del doctorado en Ciencias Biológicas, explicó que las dos impresoras estàn destinadas, por un lado, a la capacitación de profesionales de diferentes disciplinas e investigadores, como también becarios. Por otro, se utilizan en la construcción de piezas y elementos esenciales en el laboratorio, entre ellos repuestos de dispositivos específicos que de otro modo habría que importar con un costo muy alto. Finalmente, con la experiencia acumulada en el uso, se ofrecen servicios a la comunidad aprovechando las ventajas de esta tecnología.
“Ya se han elaborado varios dispositivos para el equipamiento científico, como una centrifuga, un lector de microplacas, un citómetro de flujos (para recuento y clasificaciòn de cèlulas con tecnología laser), cubetas y adaptadores“, sin agotar la lista, reseñò la investigadora. También, siguió, piezas requeridas por los profesionales encargados del área electrónica.
Vescovi destacó que si bien se trata de equipos de uso relativamente fácil, que se utilizan en ámbitos no académicos ni científicos, hubo una instancia rigurosa de capacitación del personal que los iba a utilizar. Y fue con Tomás Chernoff, el propio director general de la empresa fabricante de las impresoras, Che3D.
La directora de la Fundación del IBR recordó que el diseño tridimensional de los objetos a fabricar se hace por software teniendo en cuenta las propiedades del material adecuado al uso, por su resistencias, rigidez y otras propiedades y en sintonìa con los esfuerzos a los que estará sometida la pieza una vez operativa.
También, añadió, se da una apertura a la comunidad y se prepara una instancia de llegada de la tecnología 3D a las escuelas, como parte de las actividades de extensión y divulgación que el IBR lleva adelante desde hace años.
Lo nuevo, de punta, como aspiración que sigue
“Hay impresoras 3D de organoides“, informó Vescovi, y hacia ahí, aunque con plazos mediatos, apunta el IBR en cuanto a adquisición de equipamiento. “Se pueden imprimir tejidos y simulaciones de órganos para experimentación. Son más sofisticadas y requieren un acondicionamiento ambientla riguroso”, aclaró. Y explicó que utilizan células como insumo, que se disponen en 2D o 3D (varias capas). Darían la posibilidad de imitar la funcionalidad de órganos, su dinámica de fluidos, y hacer pruebas fisiológicas con mayor respeto por los nuevos paradigmas de bioética, porque reemplazan la utilización de animales y el sufrimiento consiguiente.