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“Fue una adelantada al dar el debate de esos cuerpos que escapaban del binarismo”

El periodista Carlos Sanzol, autor de “Hembra. Vivir y morir en un país de machos”, repasó la lucha de la actriz y vedette Cris Miró por construir su identidad en la adversidad de los 90′.

En el Día del Orgullo, el autor del libro que retrata la vida de Cris Miró repasó en La Marca de la Almohada el impacto que provocó en la década del 90 la actriz, bailarina y vedette, a la que definió como “una adelantada” a su tiempo y “un símbolo de libertad”. El periodista Carlos Sanzol publicó en 2016 “Hembra. Vivir y morir en un país de machos”. Su intención, contó, era retratar “la historia de una persona que construyó su identidad en contra del mundo”.

“Ella nace en una familia de clase media porteña y fue bastante difícil para ellos aceptar su primera salida del closet, que fue su homosexualidad. Ella nace en el 65, por lo que eso sucede en los 70’, 80’. Su familia hace lo que hacían las familias antes: la llevan a un psicólogo para decirle que ella era un varón y que le tenían que gustar las mujeres. Hay que remontarse a esa época. No había ley de identidad de género ni del matrimonio igualitario. Ser gay en ese momento era muy similar a estar enfermo, a tener una enfermedad psiquiátrica. Hasta 1975 la Organización Mundial de la Salud (OMS) tenía dentro de las enfermedades psiquiátricas a la homosexualidad. Su padre había sido militar. Había toda una idea de que lo homosexual era lo enfermo, aquello que atentaba contra las familias, contra las normas más básicas de la sociedad”, repasó Sanzol sobre el contexto en el que Miró empezó a construir su identidad.

El biógrafo explicó que “es tan fuerte lo que siente”, que fue en contra de todas las normas impuestas en aquel momento. “Es admirable la personalidad porque en la época que le tocó ser Cris Miró era muy difícil ser una persona trans o gay. No estaba articulada en ese momento la construcción de la militancia por los derechos gay. Todavía no estaba unida la comunidad homosexual con las distintas asociaciones de personas trans. Eso lleva un proceso y en la década del 90 estaba muy verde. No había una articulación. La palabra trans no existía. Aparecía la palabra travesti, transformista. No había una palabra para describir a Cris Miró. A ella le costó tomar una identidad porque no tenía una referencia. Hasta que entra al Maipo era muy ambigua en la manera de vestirse. Hoy podría ser una persona no binaria. Estaba buscando quién quería ser. Le costó dar ese paso por ese contexto social tan violento”, explicó.

El impacto de sus actuaciones provocó que los medios comenzaran a interesarse en ella. Aunque la mayoría, como Mirtha Legrand en sus almuerzos, la presentaban según reconstruyó Sanzol como “lo raro”. “Presentar a una persona trans era como una rareza. Lo que tengo enfrente es algo que se sale de la norma. Le voy a preguntar desde ese lugar de curiosidad, barra morbo”, señaló el periodista.

Cris vivía la doble moral de una sociedad que la discriminaba y perseguía, aunque al mismo tiempo le daba espacio para desplegar su arte o ser una habitual entrevistada en televisión. “Era una doble moral. Cris se refugiaba en esa fama para salir a la calle. Ella fue una persona extremadamente valiente para poder mostrarse en un contexto completamente adverso. Es el gran mensaje que dio Cris sin ser una militante de calle ni estar dentro de la Comunidad Homosexual Argentina, la institución que luchaba por los derechos de las disidencias –rescató Sanzol–. Empezó a dar el debate de esos cuerpos que escapaban del binarismo. Fue una adelantada que usaba mucho las expresiones y las teorías Queer”.  

Sobre el valor que tuvo su historia y su pelea, el autor del libro aseguró que “Cris luchó toda la vida por ser aceptada” y destacó que en sus últimos años logró “vivir como quiso, vinculada con su deseo”.

“En la última marcha del orgullo, que se hizo en noviembre, había chicos o chicas jóvenes que tenían tatuajes de Cris, alguna remera, pancartas. Empieza a revalorizarse su figura a más de veinte años de su muerte. Fue un símbolo de libertad, de ‘soy lo que siento’. Ese es el mensaje que dejó Cris”, concluyó.