Especialistas del Conicet, junto a colegas del Reino Unido y Alemania, describieron en detalle el cráneo del Manidens condorensis, un heterodontosáurido que se paseó por la actual provincia de Chubut. Usaron tecnología 3D y microtomografías computadas
Mediante microtomografías computadas y una reconstrucción digital 3D de restos fósiles, elaboraron una de las descripciones más completas en materia de cráneos de dinosaurios ornitisquios argentinos, conocidos también como dinosaurios de cadera de ave, según el estudio publicado por la revista científica Journal of Vertebrate Paleontology.
Este Manidens condorensis es, además, el único heterodontosáurido –pequeños dinosaurios de menos de dos metros en longitud y colmillos alargados– con un cráneo casi completo. Otro es el Heterodontasauros (especie de Sudáfrica que pertenece a la misma familia).
ABC dialogó con Marcos Becerra, investigador del Conicet y del Centro de Investigaciones en Ciencias de la Tierra (Cicterra), que depende además de la Universidad Nacional de Córdoba.
Becerra relató el proceso, que como todos los referidos a la paleontología, demandan años de trabajo. “Durante una campaña en 2006 se encontraron restos fósiles del cráneo y del cuerpo de un dinosaurio de pequeño tamaño. Para tener una idea, el cráneo tiene el tamaño de la cabeza de una gallina”, recordó con la pertinente comparación. Es más, dijo, todo el cuerpo no era más grande que el de una gallina actual.
El Manidens condorensis, siguió el investigador, paseó, comió y se reprodujo en lo que hoy es la provincia de Chubut durante el Jurásico temprano, hasce unos 170 millones de años. “Fue nombrado en 2011, luego de extraer fósiles de la roca y limpiarlos en el Museo Paleontológico Egidio Feruglio (MEF)”, continuó Becerra describiendo el derrotero.
Respecto del ejemplar, dijo que “este linaje de especies es una diversificación única de lo que fue Gondwana, de donde surge todo el actual hemisferio sur”. Aclaró que de la especie condorensis hay varios fósiles, “uno bastante completo y otros fragmentarios”.
La saga continúa en 2016, cuando ya estaba descrita la especie y Becerra, junto con otros colegas, plantearon un viaje a Alemania para microtomografiar los restos del cráneo hallado en 2006. En ese momento, no había equipamiento en el país para hacer el estudio, o había muy escaso y los tiempos de espera para utilizarlo se extendían demasiado. En la actualidad, celebró el investigador, la realidad es otra: hay aparatos tanto en el ámbito público como en el privado que se pueden aprovechar. Además, dado el pequeño tamaño y la fragilidad de los fósiles de Manidens, no era posible aislar mecánicamente muchos de sus huesos, por lo que había que digitalizarlos para su estudio.
En Alemania, con ese escaneo tomográfico, se pudieron “obtener como si fuesen cortes de planos” del cráneo, a partir de lo cual, más la asistencia de un software específico se marcaron los diferentes huesos como paso previo para reconstruir la estructura en tres dimensiones.
“Estudiamos cada uno de los huesos, y analizamos cómo explican el funcionamiento del cráneo, el desarrollo de los músculos, la articulación con la mandíbula, cómo interactuaban los dientes. Con eso, se puede inferir la alimentación”, repasó Becerra.
Y desgranó algunas de las conclusiones a las que llegaron. “La mandíbula funcionaba como una tijera, y el desgaste de los dientes permitió deducir que los Manidens condorensis no masticaban demasiado. Se concluyó que eran herbívoros generalistas. Comían plantas de bajo contenido de fibra, porque no las podían procesar en la boca. También comía otras cosas blandas, como raíces, brotes e incluso algunos insectos”.
El paleontólogo explicó que “la familia de los heterodontosaurios incluye siete u ocho especies, cuatro de Sudáfrica, en la Patagonia, en Estados Unidos y en China”. Agregó que tenían “dientes en forma de colmillos grandes, por delante, y otros, llamados de las mejillas, que varían entre las especies, con lo que se supone que comían cosas distintas”.