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Claver – Carone presidente, el trasfondo

Se rompió la tradición y por primera vez en 60 años el presidente del BID será estadounidense. ¿Cómo queda parada Argentina en este nuevo tablero político?

* Por Alejandro Arnoletti

El abogado y jurista internacional Mauricio Claver – Carone fue elegido como presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Esto viene a romper con una tradición no escrita que decía que el presidente del organismo tenía que ser latinoamericano. La candidatura del estadounidense contó con un fuerte apoyo de Donald Trump en plena campaña electoral presidencial.

Claver – Carone será el presidente del BID desde el 1º de octubre y permanecerá en el cargo por cinco años. Si bien terminó siendo el único candidato obtuvo la victoria con el apoyo principal de países extraregionales, como Canadá o Japón. América Latina, región adonde apuntan las políticas y los préstamos del organismo, le dio la espalda salvo excepciones. El principal apoyo en este rincón del continente estuvo dado por Brasil, que consiguió la vicepresidencia. Carlos da Costa, secretario especial de Productividad, Empleo y Competitividad del Ministerio de Economía, era quien estaba perfilado para ocupar el cargo pero negó su salida del Gobierno.

Argentina fue uno de los países que más se opuso a la candidatura de Claver – Carone. Incluso llegó a proponer al secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz. Pero al no contar con los apoyos necesarios, en especial el de México, terminó decidiendo por bajarlo y abstenerse a la hora de la elección.

El BID es una organización financiera con sede central en Washington. Fue creada en 1959 y tiene como misión financiar proyectos de desarrollo económico, social e institucional. También promover la integración comercial regional en el área de América Latina y el Caribe. El diplomático colombiano Luis Alberto Moreno está cursando sus últimos días en la presidencia, tras haber asumido en 2005. Sus antecesores fueron el chileno Felipe Herrera (1960 – 1970); el mexicano Antonio Ortiz Mena (1970 – 1988) y el uruguayo Enrique Iglesias (1988 – 2005).

La licenciada en Relaciones Internacionales y adscripta en la cátedra de Historia de las Relaciones Internacionales Latinoamericanas y Argentinas, Victoria Musto, fue entrevistada por el portal de Radio UNR. Allí explicó qué se puso en juego en esta elección, el contexto en el que se produjo la postulación de Claver – Carone, la postura argentina y cómo queda parado nuestro país a nivel regional.

¿Cómo calificarías el resultado de esta elección para la región?

Depende de qué es la región. En este momento es difícil establecer una respuesta única porque claramente la actitud no fue única y a partir de ahí tenemos que ir dividiendo la respuesta por países. Como región mal, claramente, porque nos deja fragmentados. Yendo por parte creo que uno de los beneficiados en el corto plazo fue Brasil porque tuvo la obtención de la vicepresidencia, pero no me parece que haya sido una buena decisión a largo plazo. Antes Brasil lideraba las organizaciones. UNASUR fue una creación brasileña donde el jugador fuerte eran ellos. Ahora están siguiendo a los EE. UU. Argentina no queda tan mal, a pesar de que fuimos quienes más sostuvimos una postura opositora a la propuesta que presentó EE. UU. y por lo tanto fuimos los últimos en desistir. Eso nos dejó en una posición incómoda pero fue hecho de manera muy diplomática y quien tomará el cargo tuvo una actitud muy poco diplomática. Citando a (Juan Gabriel) Tokatlian, la actitud de Claver – Carone lo terminó desprestigiando más a él que a la oposición de Argentina. En el ámbito internacional a veces no está mal oponerse. De hecho Chile lo hizo y si bien no al nivel de Argentina, mantuvo una postura de postergar las elecciones, de que no era bueno lo que sucedía y si vamos al caso es un aliado a EE. UU. Tiene que ver mucho con la manera en que los Estados se paran frente al hēgemṓn. Ya sabemos que no hay una postura en común y sobre todo desde el retorno de los Gobiernos un poco más de derecha. PROSUR fue un intento de estar juntos pero parecía más un grupo de WhatsApp. No se pudo trabajar de una forma mancomunada, esto claramente potencia la fragmentación y nosotros tuvimos un traspié con México. Creíamos que era nuestro aliado, pero están presos de su geografía. Fue un baño de realidad para Argentina y cada dos por tres le pasa esto con México. Aún así no me parece que oponerse haya sido un error. 

¿Qué gana Trump con esta elección?

En el ámbito de la academia y de las relaciones internacionales se discutió bastante sobre por qué EE. UU. toma la decisión de romper con una tradición de algo que funcionaba. En una entrevista a Jorge Taiana le preguntaron sobre esto y él dijo que EE. UU. tenía antes un dicho que era “si no estaba roto no lo arregles”. El BID no estaba roto y se quisieron meter a arreglarlo. Hay tres vertientes sobre esto. Una piensa en términos más políticos: que esto es una estrategia de EE. UU., principalmente de carácter electoralista, para ganar el Estado de Florida. Otra opción es que están en contra de las instituciones multilaterales y que sistemáticamente aquellas que puede romper las rompe, o lo que genera alguna previsibilidad y como estaba diseñado el BID no era funcional a sus intereses, por lo tanto tenían que hacerlo 100 por ciento funcional más allá de los pactos que estaban ya preestablecidos sobre el funcionamiento de la organización. La segunda vertiente, económica, sugiere que lo que busca Trump es afianzar negocios en América Latina. Algunos lo catalogan como negocios familiares, otros para potenciar ciertos intereses de la zona y que se verían apuntalados poniendo un presidente estadounidense. La tercera vertiente considera que forma parte de la disputa con China, que están viendo la presencia de muchos contratos de ellos en la región y que buscan recuperar el liderazgo dentro del BID. De las tres tendencias de la que no estoy segura es de la tercera porque ahora se buscan explicar todos los fenómenos en la región por la disputa con China. Obviamente como es un gran componente sistémico de la actualidad siempre tiene un grado de influencia, pero la capacidad que tenga ese conflicto para explicar lo que sucedió al interior de la esfera de EE. UU. y por supuesto el resto de América Latina, no estoy tan segura de que tenga la suficiente capacidad explicativa. Creo que es contextual y que uno lo tiene que tener en cuenta pero no me parece que sea el factor determinante. Yo creo que es una mezcla de todo lo que está viviendo EE. UU. al interior. Hay que ver el impacto, si efectivamente le permite ganar Florida, las cuestiones económicas están supeditadas a que Trump sea reelecto. Me parece una apuesta a corto plazo, como Brasil. América Latina no se va a poder poner de punta, pero va a generar algunas tensiones que se podrían haber resuelto de una manera más diplomática o con un candidato que no genere tanto rechazo. Claver – Carone es una de las personas que estuvo cuando asumió Alberto Fernández y decidió irse de la asunción. Tenemos una historia de tensión. De decidir romper la tradición se podría haber puesto un postulante más amigable para América Latina.

Leandro Darío, de Perfil, tuiteaba una idea muy interesante que hubiese sido Claver – Carone a la presidencia y Chinchilla, la candidata de Costa Rica a la vice. Eso hubiese sido bastante interesante porque es mujer, de Costa Rica, porque hubiese sido alguien que el espectro latinoamericano dentro de todo aprobaba… No fue algo que se consideró.

¿Cuánto puede cambiar con una victoria de John Biden el 3 de noviembre?

Biden salió a decir que no estaba de acuerdo con esta situación. Con respecto a China no tienen una postura tan distinta Trump y Biden. Los siguen identificando como un adversario. Depende del rol que cumpla Claver – Carone. Si después de las elecciones y habiendo ganado Biden considera que le es funcional tenerlo dentro del BID, veremos. Algunos piensan que le va a pedir la renuncia, no estoy tan segura. No hay una evidencia empírica necesaria para una afirmación de ese talante. Hay mucho que ver y no estoy tan segura de cuán prioritario sea para Biden tomar una decisión sobre el BID habiendo llegado a la Presidencia. Se tomarán otras decisiones y en base a eso vamos a tener más información y un mejor panorama para ver si se puede revertir o no.

¿Tiene margen de maniobra Claver – Carone habiendo ganado con votos de países extraregionales y no de latinoamericanos, salvo excepciones?

Yo creo que sí. Siempre América Latina tiene necesidad de financiamiento. Siempre. El BID ya estaba con un gran déficit en su presupuesto. Claver – Carone deberá hacer una actualización, pero se viene una situación donde los países latinoamericanos van a necesitar liquidez. Entonces van a seguir pidiendo préstamos. Nadie podrá decirle “no, muchas gracias”. Nadie va a estar holgado en sus finanzas. Si se vienen préstamos con condicionalidades deberá ser la cintura de los países con capacidad para linkear cuestiones para que esas condicionalidades sean las menores y puedan acceder a los créditos. El BID tenía un crédito cuya tasa era más accesible que los bancos comerciales. Capaz sea interesante para los países en el proceso de reconstrucción de las economías pospandemia.

¿Cómo evaluás la estrategia argentina?

Creo que fue muy prudente, paso a paso, y el comunicado de la Cancillería fue en ese sentido. Fue bien manejado y además en los pasos que se fueron dando se contaba con el apoyo de un gran sector. Esto se consiguió a través del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales, lanzando una carta pidiendo la postergación de las elecciones. Si bien era una carta “amable” para todos los sectores internos del país contó con la firma de todos los excancilleres desde el retorno de la democracia. Eso le daba a la postura argentina la tranquilidad de que el tema no iba a terminar en gran medida politizándose y transformándose en un componente más de la grieta. Adentro de Argentina salvo algún amanecido estábamos todos de acuerdo en qué decirse. Me sorprendí cuando retiraron la candidatura de Béliz el jueves a la noche, tras oficializarlo el martes. Sí es cierto que cuando el candidato se bajó la gran mayoría estaba de acuerdo con que había sido una retirada digna. Después del portazo de México, posponer las elecciones y no dar quórum, no era posible que venciera a Claver – Carone. La postergación tenía mucho sentido: hace dos años que no se puede reunir la Asamblea y había muchas cosas por discutir. El quórum con México hubiese sido distinto, pero cuando dijeron cuál era su realidad y que no podían seguir se cerraron las posibilidades. Francisco de Santibañes, secretario general del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales, nos decía algo que es muy cierto: Argentina sin Brasil no es lo mismo. Creo que eso fue lo que nos pasó y México está atrapado en su geografía.

¿Cómo queda la relación de Alberto Fernández con López Obrador después de esta decisión?

No sería muy inteligente enojarse de parte de Alberto Fernández. Y más en la situación actual de América Latina donde no hay tantos amigos, no hay una marea de giro a la izquierda. Todo el mundo comprendió la postura de México. En términos idealistas todo el mundo quiere el México que mire a América Latina pero en términos realistas tener al gigante al lado no debe ser fácil. Creo que también hicieron hasta donde más pudieron y después debe haber habido algunas comunicaciones que no trascendieron donde desde EE. UU. le dijeron “¿qué están haciendo en nuestro patio trasero”?. Ellos tienen mucho más en juego y para nosotros es más fácil pelearnos. Además históricamente Argentina ha tenido una postura de oposición o no tuvo una postura como Colombia, de total sintonía, salvo en momentos muy puntuales. Fue duro de recibir lo de México. No están dadas las condiciones para que Argentina se sienta ofendida. Si bien se recomienda no ideologizar las relaciones internacionales es muy difícil no hacerlo porque no nacen de una burbuja y están anclados a una política de Estado. Si bien hay tradiciones de políticas de Estado y de gobierno me parece que es no entender cómo funciona la política pensar en una desideologización de políticas de Estado. Una política cauta, de hablar con todos, apagar la cámara cuando llega Áñez a una reunión. No vivimos en un momento de la marea del giro a la izquierda, ni tampoco la que vivió Macri con presidentes a los que podía considerar amigo. Hay que manejarse con prudencia y mucha diplomacia para no ofender a nadie ni para ser vasallo de nadie.