El secretario gremial de AMSAFE provincial se refirió a la escalada de violencia que afecta principalmente a los jóvenes de los barrios y a los trabajadores y trabajadoras de la educación pública, tras el asesinato de un niño de 11 años en barrio Los Pumitas y el ataque a balazos a una escuela de Tablada
En la madrugada del domingo un niño de 11 años que asistía a la escuela Nº1.344 “Cacique Taigoyé” fue asesinado en un ataque a balazos a un domicilio en el barrio Los Pumitas, en zona norte. También resultaron heridos otros dos chicos y una nena de dos años que se encuentra en estado reservado. Esa misma noche, abrieron fuego contra la escuela Nº6.430 “Isabel La Católica”, ubicada en Grandoli y Ayolas, barrio Tablada. Tras los hechos, los docentes nucleados en la Asociación del Magisterio de Santa Fe (Amsafé) sacaron un comunicado repudiando el avance de la violencia y la narcocriminalidad en Rosario.
El Secretario Gremial AMSAFE provincial, Paulo Juncos, dialogó con La Marca de la Almohada: “Tarde o temprano iba a pasar, las instituciones que estamos en el territorio íbamos a quedar atrapadas en el medio”.
“Cada vez afecta más y tiene mayor impacto sobre las infancias y sobre los adolescentes, que quedan enredados en estas organizaciones narcocriminales y muchas veces es la única salida que tienen”, contó el referente. Y expresó preocupado: “La verdad que para nosotros son días de mucho dolor ver cómo asesinan a nuestros alumnos. Va a ser muy complejo dar marcha atrás y cambiar de raíz algunas de estas cuestiones”.
En cuanto a la situación de las escuelas en las barriadas en el día a día, Juncos comentó que “el tema de la inseguridad hacia las escuelas, de poner rejas, formaba parte de la dinámica histórica, pero esto es mucho más profundo y más grave. Escuchar cotidianamente el relato de los alumnos y las alumnas de su vida familiar y de su entorno comunitario es mucho más pesado porque ahí hay un proceso de cambio estructural en la cultura de estas familias”.
Acerca de la tarea docente en estos contextos, declaró: “El trabajador queda cruzado por una serie de situaciones que le generan mucho temor, pero además porque no hay ninguna política del Estado que lo proteja. No hay una respuesta y hay muy pocos recursos: falta de infraestructura, de cargos, de políticas de protección y en muchos casos, inclusive muy mal pagos”.
También comentó sobre la dificultad de cambiar la realidad de los barrios: “Cuesta que los jóvenes puedan construir y tener una perspectiva de futuro distinta que no sea el camino fácil que les ofrece la narcocriminalidad. Hay una cuestión que no puede pasar por el voluntarismo y el empecinamiento de los docentes y de la escuela de construir un mundo mejor. Si el Estado y la clase política no aporta nada para que en Argentina los jóvenes tengan una perspectiva de futuro es muy poco lo que puede hacer la escuela”.
“El Estado no está a la altura de las circunstancias, me parece que no se está tomando con seriedad lo que nosotros vemos que está pasando en Argentina, en Rosario y en algunos barrios”, concluyó.