El movimiento estudiantil provocó una revolución social, que trascendió las puertas de la Universidad de Córdoba y se extendió por América
* Por Alejandro Arnoletti
Cien años. La Reforma Universitaria cumple su primer centenario. Un hito en la historia del país que permitió la democratización de la Universidad y trascendió las fronteras de Argentina para llegar a toda Latinoamérica. Este hecho transformador fue un periodo que se prolongó desde marzo a octubre de 1918, pero tiene como fecha simbólica al 15 de junio de ese año. La señalización de ese día no es casual, sino que recuerda el momento en que debía elegirse el nuevo rector en la Universidad de Córdoba tras la intervención del Gobierno Nacional.
El espíritu reformista tuvo su auge en un momento histórico – político clave que estaba atravesando el país. Sólo seis años antes se había aprobado la Ley Sáenz Peña, que permitió el voto universal y secreto, y uno y medio de la victoria radical de Hipólito Yrigoyen en las urnas. Ese espíritu de ampliación de derechos hizo soñar a la clase media de la posibilidad de desplazar a una vieja clase política oligárquica, en pos de una república que los incluya.
En momentos en que se escuchan frases como “Nadie que nace en la pobreza en la Argentina hoy llega a la universidad”, es importante resaltar que el movimiento reformista del que se cumplen 100 años tuvo como uno de los objetivos romper con la exclusividad de acceso que tenían las élites. Pero no sólo eso, sino también con un statu-quo que iba a contramano de los cambios que se producían a nivel mundial y que en la casa de altos estudios no estaban dispuestos a desprenderse.
Una Universidad guiada por criterios clericales, con la ciencia bien lejos, con cátedras que se recibían por herencia, profesores sin injerencia en el gobierno universitario y libros censurados eran algunas de las características que el movimiento reformista buscó terminar, con el foco puesto además en los planes de estudio. La clave de todo el proceso fue el cogobierno estudiantil que evitó los excesos de las autoridades.
El objetivo de acabar con ese sistema universitario obsoleto estaba claro. Las autoridades de la Universidad de Córdoba modificaron el régimen de asistencia a clase y cerraron el internado del Hospital de Clínicas, a fines de 1917. Por tal motivo los estudiantes se movilizaron y crearon un Comité Pro Reforma, el 31 de marzo de 1918. De esa reunión salió la huelga general estudiantil. La respuesta no se hizo esperar y el Consejo Superior clausuró la Universidad el 2 de abril. La contrarespuesta, tampoco. Los jóvenes disolvieron el Comité Pro Reforma y fundaron la Federación Universitaria de Córdoba (FUC). Mientras el espíritu reformista comenzó a propagarse por el país a través de la Federación Universitaria Argentina (FUA), los sectores reaccionarios se agruparon en el Comité Pro Defensa de la Universidad y en centros católicos de estudiantes.
Las denuncias estudiantiles llegaron al presidente Yrigoyen a través de una delegación de jóvenes. El Gobierno Nacional nombró al procurador general de la Nación, José Nicolás Matienzo, como interventor. Su labor consistió en comprobar la veracidad de los reclamos y la elaboración de un proyecto de reformas del estatuto de la Universidad, que permitiría la participación en el gobierno universitario al claustro de profesores. Al cerrarse así la primera parte del conflicto, se reanudaron las clases y la situación se normalizó momentáneamente.
El informe Matienzo deparó en el decreto presidencial del 6 de mayo, que llamó a una elección de docentes, del Consejo y del rector. Los profesores más tradicionalistas renunciaron a su cargo, facilitando el trabajo de Matienzo.
La primera elección democrática en la Universidad argentina se dio el 28 de mayo de 1918. Allí se eligieron los cargos docentes, cuyos ganadores fueron en su mayoría cercanos a las ideas de la FUC. Pero la madre de todas las batallas estaba por librarse, la elección para el puesto de rector se acercaba. El candidato de los reformistas era el liberal Enrique Martínez Paz y su principal contrincante era Antonio Nores, representante del viejo orden de la cúpula clerical. El tercer postulante era Alejandro Centeno.
Tras varias huelgas estudiantiles, el 15 de junio se procedió a la jornada electiva que tenía a Martínez Paz con mayores chances. Si bien el edificio donde se realizaba la elección estaba rodeado por cientos de estudiantes, movimientos sospechosos lograron torcer la voluntad de algunos profesores y resultó ganador Antonio Nores. Esto motivó que los reformistas irrumpieran en el salón de grado, arrasaran con todo lo que encontraran y descolgaran los cuadros de históricas autoridades de la casa de altos estudios. Asimismo expulsaron del lugar a la policía y los efectivos de seguridad contratados por la Iglesia. Lo único que se mantuvo a salvo fue biblioteca.
Como consecuencia los estudiantes se declararon nuevamente en huelga general y llamaron por la revolución universitaria y una universidad libre. Además de colocar un cartel en la sala que decía “se alquila”, escribieron en el libro de actas: “La Asamblea de todos los estudiantes de la Universidad de Córdoba decreta la huelga general”. El movimiento obrero y la población en general los acompañaron. Cuando Nores intentó asumir, volvieron a producirse incidentes. El rector electo se reunió con un grupo de los manifestantes pero al recibir el pedido de renuncia, ordenó a la policía que detenga a sus interlocutores.
Otro de los puntos salientes de esta lucha estudiantil se dio el 21 de junio. Ese día la FUC publicó el “Manifiesto Liminar”, el histórico documento que estableció los principios del reformismo. El mismo fue redactado por Deodoro Roca, el principal líder del movimiento, y fue dirigido para “los hombres libres de América del Sur”. El texto contenía un mensaje intransigente anticlericalismo y antiimperialismo, reflejado en desde su título. Del mismo modo se resaltaba su romanticismo por la independencia latinoamericana.
“Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan”, afirmó en un tramo de su contenido y resaltó: “Creemos no equivocarnos, las resonancias del corazón nos lo advierten: estamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana”. Del mismo modo recriminó: “La autoridad en un hogar de estudiantes, no se ejercita mandando, sino sugiriendo y amando: enseñando”. “Toda la educación es una larga obra de amor a los que aprenden”, indicaron.
El Gobierno de Yrigoyen volvió a tomar cartas en el asunto un mes después y presentó un proyecto de Ley referido a los tres niveles de instrucción. “Asistimos a una hora de grandes reparaciones y renovación de todos los valores. Es necesario satisfacer, abordando este problema, uno de los más palpitantes anhelos nacionales”, dijo el presidente. Además accedió a la solicitud del Congreso Nacional de Estudiantes Universitarios de crear la Universidad del Litoral y nacionalizar la de Tucumán.
Nuevamente se decretó la intervención de la Universidad, en agosto. El ministro de Instrucción Pública, José Salinas, fue el encargado de llevarla adelante. El nuevo interventor manifestó, en el marco del centenario de la Universidad de Buenos Aires: “La febril y apasionada participación de la juventud en el notable afán reconstructivo de la reforma, que alarma a los retardatarios del progreso moral de la república, no es sino la realidad de la democracia universitaria, por ella misma consagrada, como uno de los postulados fundamentales. Es que la quietud de antes que significaba la muerte ha sido reemplazada ahora por el movimiento que es la vida”.
Los estudiantes volvieron a radicalizar sus posturas en septiembre de ese año y ocuparon la casa de altos estudios, asumiendo funciones de gobierno. Los dirigentes estudiantiles Horacio Valdés, Enrique Barrios e Ismael Bordabehere fueron nombrados como decanos de las facultades de Derecho, Medicina e Ingeniería. Además organizaron actividades curriculares, nombraron profesores, consejeros y empleados y hasta constituyeron mesas de exámenes. La Universidad quedó en manos de los estudiantes, hasta que se ordenó el desalojo y la detención de algunos estudiantes.
Mientras tanto, Salinas atendió los reclamos estudiantes y decretó la reforma del estatuto universitario. Allí se incorporó el concepto de docencia libre y el cogobierno paritario, en igual número de estudiantes y de profesores titulares y suplentes. Estos cambios fueron instaurándose en el resto de las universidades del país y, para 1921, la reforma universitaria ya alcanzaba a todo el país. La lucha estudiantil se fue trasladando a lo largo del continente. Movimientos similares comenzaron a levantarse en Chile, Perú y Cuba durante la década del 20 y en 1930, en México, Brasil y Paraguay.
La Reforma Universitaria de 1918 introdujo valores como la libertad y periodicidad de las cátedras, concurso para profesores, autarquía, cogobierno, entre otros. Luego llegó la gratuidad. Además dejó instalada la cercanía que debe mantenerse entre las entidades y la sociedad, entendiéndolas como actor fundamental para analizar y superar las problemáticas de las comunidades que la rodean. En su interior hubo una renovación de los programas de estudio; se abrió a un mayor número de estudiantes, con la posibilidad de participar en la dirección, favoreció a la libertad de cátedra; la autonomía. A partir de allí las clases medias comenzaron a llegar a espacios solo reservados a las élites y el poder.
Fuentes:
– A 100 años de la Reforma Universitaria, por Felipe Pigna (https://clar.in/2JOqn7S)
– La Reforma Universitaria (https://clar.in/2t28hss)
– A un siglo de la Reforma Universitaria de 1918: así fue y las imágenes menos conocidas (https://clar.in/2JUHYym)
– Reforma Universitaria: 100 años de una gran transformación, por Silvia del Rosario Giacoppo (https://bit.ly/2JVHKqr)
– La Reforma Universitaria de 1918 en Argentina, por Fabio Valdiviezo (https://bit.ly/2yicgq2)
– Manifiesto Liminar (UNC – https://bit.ly/2rBtqq4)
– Fotos: Archivo General de la Nación
¿Cómo se recordó en Rosario?
En el centenario de la reforma universitaria, la UNR ratificó el compromiso con la Universidad pública para recordar -mirando hacia el futuro- la gesta del 18. Se hizo a través de muestras, un espacio audiovisual que construyó memoria en clave comptemporánea, conversatorios y diálogos abiertos. Además Radio Universidad acompañó con su tertulia de los viernes en vivo y serigrafia con el aporte de la gran Flor Balestra.