La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) autorizó la inscripción de la bivariante Arvac Cecilia Grierson, un logro al que contribuyeron 24 instituciones públicas y privadas del país
El anuncio del éxito de la ciencia nacional lo hicieron la ministra de Salud de la Nación, Carla Vizzotti, y su par de Ciencia, Tecnología e Innovación, Daniel Filmus, este miércoles 18 de octubre
La Arvac Cecilia Grierson fue desarrollada en conjunto por el Conicet, la Universidad Nacional de San Martín (Unsam) y el Laboratorio Pablo Cassará. Se trata de un hecho histórico, ya que es la primera vez que una vacuna contra enfermedades infecciosas fue diseñada y desarrollada integralmente en Argentina.
“Este es un día histórico”, celebró Vizzotti al referirse a “la posibilidad de tener una herramienta segura, eficaz y de calidad” que permitirá garantizar los refuerzos periódicos de nuestra población contra Covid-19, “sustituir importaciones y poder exportar”.
La funcionaria puso en relieve el trabajo de los “investigadores e investigadoras, la importancia del Conicet y el sostén de la Universidad Pública, el compromiso de las provincias, la pasión con la que se hizo el reclutamiento de voluntarios y voluntarias que confían en la investigación y en las vacunas, el Estado presente y la decisión política de un Gobierno para articular con todos los ministerios”.
Filmus destacó que “se trata de un día histórico, de un hito para la ciencia y la tecnología argentina luego de tres años muy duros, de mucha inversión pública y de mucha articulación pública y privada”. Y agregó que “es la primera vez que Argentina tiene un desarrollo íntegramente propio en vacunas que no solo van a abastecer al mercado local sino que se van a exportar, y que deja una plataforma que va a posibilitar transferir la tecnología para el desarrollo de otras vacunas”. El ministro añadió que el país importa vacunas por 500 millones de dólares al año y “este desarrollo va a significar un gran paso para sustituir importaciones”.
La investigadora del Conicet a cargo del proyecto, Juliana Cassataro, explicó que la vacuna “nació como un proyecto de un grupo de investigadores de la Unsam y el Conicet en una mesada de laboratorio, a comienzos de la pandemia”. Reconoció que “desde el inicio tuvo un fuerte apoyo y financiamiento del Estado a través del Ministerio de Ciencia y de la Agencia I+D+i” y que “rápidamente se acopló el sector privado a través del Laboratorio Cassará”. De eso surgió, completó el escenario, “una red federal de más de 600 investigadores, 24 instituciones científicas públicas y privadas y, algo importantísimo, más de 2 mil voluntarios”.
El director comercial del laboratorio Pablo Cassará, Jorge Cassará, coincidió en poner en valor a “los 2.014 voluntarios en la fase 3 y los 80 en la fase 1 que pusieron el cuerpo al estudio clínico y a los más de 10.000 que se anotaron“. Celebró a su vez que “hay un potencial muy grande de la ciencia y la tecnología argentina para resolver necesidades de la región, y haber recorrido este camino es un orgullo grande para la industria nacional porque es una esperanza de que esto pueda copiarse y replicarse en muchos otros proyectos”.
La primera, de proteínas recombinantes
La autorización de la Arvac Cecilia Grierson es producto del esfuerzo coordinado de más de 500 profesionales y técnicos de distintas disciplinas pertenecientes a 20 instituciones públicas y privadas del país. Con su capacidad de almacenamiento de entre 2 y 8°C (temperatura de heladera), esta vacuna podrá utilizarse para la aplicación de refuerzos anuales en individuos ya vacunados con otras plataformas de vacunas, como las de adenovirus o ARN.
La vacuna argentina se basa en la tecnología de proteínas recombinantes, una tecnología segura que puede aplicarse a embarazadas, bebés, inmunosuprimidos y que se utiliza desde hace más de 20 años en las vacunas contra la Hepatitis B en niños recién nacidos y, más recientemente, en la vacuna contra la VPH.
Se trata de una plataforma que, además, puede adaptarse fácilmente ante el surgimiento de nuevas variantes de preocupación en un tiempo relativamente breve de entre tres y cuatro meses.
La aprobación representa un nuevo hito para la ciencia de Argentina, ya que es la primera vez que una vacuna contra enfermedades infecciosas fue diseñada y desarrollada integralmente en el país.
Así, todo el desarrollo, desde el diseño, la investigación y la producción integrada, se realizará y completará en Argentina, lo que permitirá dejar de depender exclusivamente de la compra de vacunas y tecnologías de otros países, ya que esta plataforma y experiencia consolidada podrá utilizarse para el desarrollo de otras vacunas combinadas. Por eso se trata de un proyecto estratégico, que permitirá ampliar las capacidades tecnológicas nacionales.