La última década la consolidó como ciudad gastronómica, traccionada por Pichincha, Pellegrini y los nuevos polos
En los últimos 10 años el crecimiento de la gastronomía en Rosario ha sido muy importante. Los registros de la Asociación Empresaria Hotelero Gastronómica (Aehgar) dicen que en 2012 había en la ciudad 1.340 bares y restaurantes, y a fines de 2022 los locales ya sumaban 1.748, lo que indica un crecimiento del 30,5%. Pero además de haber más establecimientos ¿Ha mejorado la calidad? ¿Más es también mejor?
Desde 2008 en adelanto comenzó a forjarse Pichincha, explotando hacia 2012, y en la década que pasó se construyó cierta uniformidad en la oferta durante los primeros 5 o 6 años, pero en el ultimo tiempo, en especial después de la pandemia, hubo un filtro de lo que era muy parecido, y todo volvió a diversificarse. Hubo un colapso del modelo cerveza y papas con cheddar, y apareció nuevamente la variedad.
Este proceso permitió el surgimiento de algunas especialidades de nicho. Se retomó tímidamente la cocina peruana, asiática, los bares de vino, las vermuterías, pizzerías con nuevos estilos, la coctelería cobró nuevo impulso, los bodegones tuvieron un lavado de cara, y comenzó a aparecer una demanda diferenciada de la mano de tendencias globales que hicieron pie en la ciudad.
Aunque siempre retrasada respecto de Buenos Aires, donde el mercado es más grande, hay proyectos de mayor nivel e inversión y la inyección que provoca el turismo internacional, Rosario ha intentado no quedarse tan atrás. “Lo que más creció en estos 10 años fue Pichincha, que constituyó un polo fuerte y se multiplicaron los locales, lo cual obviamente para la ciudad fue positivo. Pellegrini se organizó como centro comercial, revitalizó su marca y se extendió un poco en longitud. Otro desarrollo que creció en estos años fue Puerto Norte, que también tiene su oferta gastronómica”, describió Alejandro Pastore, presidente de la Aehgar.
Oferta diversificada
De forma paralela, lo que empezó a aparecer fue una oferta de espacios que no se focalizan en los corredores, porque buscan la oportunidad de negocio que implica no tener que competir de manera directa con otros. “Hoy tenés muchos lugares que están aislados, pero que en realidad trabajan con el público de cercanía y funcionan, porque también hay un crecimiento demográfico de la ciudad, sobre todo en el formato de PH”, indicó Pastore.
De esta manera, a los polos de Pichincha y avenida Pellegrini, se sumaron la expansión por adyacencia a Olmedo y Agote en el entorno del Mercado del Patio. “Antes Rosario era el carlito y la botella de cerveza, pero evolucionó muy positivamente. Hay nuevos emprendedores talentosos que vieron cosas afuera que acá no había, como el caso de la pizzería Chichilo’s que tienen éxito. Aparecieron restoranes a puertas cerradas, ramen y comida japonesa. La ciudad está madurando y seguramente se va a venir cocina hindú, thai y vietnamita”, aportó Reinaldo Bacigalupo, titular de Mercado Pichincha.
Pero también surgieron otros polos. Se perfilaron Refinería y Puerto Norte; San Martín en zona sur vive una etapa de gran crecimiento; el impacto es más tímido pero existe en los centros comerciales de Azcuénaga y barrio Belgrano en el oeste; y el centro y las concesiones de la costa central están en un proceso de renovar y multiplicar la oferta. En el noroeste se consolida Fisherton y en el norte Alberdi, en donde antes los bares se concentraban sobre la Costanera, pero las nuevas aperturas se movilizaron al bulevar Rondeau. Y así, se va expandiendo la zona geográfica hacia todos los barrios.