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Falleció la ensayista y escritora Beatriz Sarlo

La reconocida mujer de letras argentina había sufrido un ACV semanas atrás. Tenía 82 años y fue autora de varios libros en los cuales, desde la sociología, abordó problemáticas del país. En marzo pasado firmó junto a una serie de intelectuales una solicitada que denunciaba los ataques del gobierno de Javier Milei a la cultura y la educación.

La periodista, escritora y ensayista Beatriz Sarlo, quien se destacó en la crítica literaria y cultural y supo ser una figura icónica de la literatura argentina, murió a los 82 años. 

Según trascendió, estaba internada en el sanatorio Otamendi desde hacía tres semanas tras sufrir un accidente cerebrovascular (ACV), y presentaba diversos inconvenientes en su salud desde el fallecimiento de su pareja, el cineasta Rafael Fillippelli, en marzo del año pasado. 

Sarlo nació el 29 de marzo de 1942 en Buenos Aires. Hija de Saúl Sarlo Sabajanes y de Leocadia Beatriz del Río, se recibió a los 26 años de licenciada en Letras tras estudiar en la Universidad de Buenos Aires.

Sus trabajos recibieron importantes reconocimientos como el Premio Konex de Platino, el Premio Pluma de Honor de la Academia Nacional de Periodismo de la Argentina y del Premio Internacional “Pedro Henríquez Ureña” 2015 otorgado por la República Dominicana.

Nacida en Buenos Aires como única hija de padres jóvenes, nieta de inmigrantes italianos y españoles por el lado de la madre, y de argentinos por el del padre, de adolescente fue peronista, una reacción contra un padre al que insistía en definir como un “gorila liberal” que la inició en “cierta actitud de pugilista”.

Militó en la CGT de los Argentinos, el Partido Comunista Revolucionario, asesoró a Elisa Carrió, Graciela Fernández Meijide y al socialismo. Dio clases aquí, en Estados Unidos y Europa. Siempre volvió. “No puedo estar más de ocho meses fuera de Argentina”, dijo más de una vez.

De acuerdo al perfil que hizo en 2004 la Fundación Konex antes de darle la distinción de Platino, los ensayos de Sarlo abarcan la historia intelectual, la cultura urbana y popular, la historia literaria y la crítica. Entre sus libros se cuentan: El imperio de los sentimientos; Una modernidad periférica; La imaginación técnica; Escenas de la vida posmoderna. Intelectuales, arte y videocultura; Borges, un escritor en las orillas; Ensayos argentinos: De Sarmiento a la vanguardia (en colaboración con Carlos Altamirano); La Máquina cultural: maestras, traductores y vanguardias; Siete ensayos sobre Walter Benjamin; La batalla de las ideas; La pasión y la excepción; Escritos sobre literatura argentina; La ciudad vista. Mercancías y cultura urbana; y Ficciones argentinas.

Sus obras fueron traducidos al portugués, inglés, italiano y alemán. Dirigió la Revista Punto de Vista (PK). Distinguida a la Trayectoria FNA. Condecorada con la Ordem do Merito Cultural (Brasil).

Se definía como agnóstica. A fines de los ’60 empezó a trabajar en el Centro Editor de América Latina. Entre 1972 y 1976 formó parte de la dirección de la revista Los Libros. Durante treinta años (1978-2008) dirigió la revista Punto de vista, órgano de divulgación de nuevos enfoques teóricos en el campo de las ciencias sociales y los estudios sobre cultura y literatura. Escribe en los diarios La Nación y Perfil y en la revista Noticias.

Una vez recuperada la democracia a fines de 1983, fue profesora de Literatura Argentina en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires hasta 2003. 

Dictó cursos en las Universidades de Columbia, Berkeley, Maryland, Harvard y Minnesotta (EE.UU.); y en Cambridge (Inglaterra). Fue Investigadora del CONICET (PK) y docente de la UBA. Recibió las becas Woodrow Wilson Center (EE.UU.) y Guggenheim. Fue miembro del Wissenschaftskolleg de Berlín.

En marzó de 2024, junto a un grupo de artistas, docentes, científicos y escritores, firmó una solicitada que denunciaba el “ataque sistemático” del gobierno de Javier Milei “a la cultura, la ciencia y la educación” y en repudio a los despidos que se registraron en la Biblioteca Nacional y al congelamiento de su presupuesto.

En 2021 se vio envuelta en una controversia al asegurar en una entrevista que las Islas Malvina eran “un territorio británico, lo más parecido al sur de Escocia” y remarcar que haber enviado tropas a las Islas “es un acto que no hay habitante que no viva como una invasión: Galtieri invadió las Malvinas reivindicando tierras que, aparentemente, fueron de la Argentina en la década del ’30 del siglo XIX. Es decir, cuando aún no estaba unificada como país. Cuando aún no tenía Constitución. Todavía hoy se agita eso cada vez que se quiere hacer cierta propaganda nacional”. Y agregó: “Ya saben que soy una vendepatria. Me importa muy poco la polémica que se genere con un promalvinero. Lo mandaría a vivir 6 meses a las Malvinas y trabajar ahí. La gente, cuando dice que las Malvinas son argentinas, no se sienta ni un minuto a pensar qué son las Malvinas. Galtieri mandó tropas a Malvinas y eso fue un acto nacional psicótico”, dijo en aquella ocasión, lo que generó la reacción de diversas personalidades del país.

En una entrevista que el pasado 20 de septiembre dio al dueño de Editorial Perfil, Jorge Fontevcchia, la ensayista analizó la figura del presidente Javier Milei y su dicurso violento. Entonces dijo: “Milei tiene un discurso populista que mezcla con uno economicista. Eso no lo hacía Menem, para poner un ejemplo. Menem podía tener un discurso populista, y podía tomar observaciones economicistas, pero no quedan mezcladas de ese modo ni perdía su perfil de dirigente político próximo al pueblo por razones ideológicas”, desarrolló.

En aquel momento, Sarlo remarcó que “Milei ha introducido un discurso bestial” y explicó: “El rasgo principal de su discurso es bestial, es decir, sintetizar todos los problemas que él sabe que son complejos. Eso hace que el discurso resulte bestial, inadecuado para que sus seguidores y sus opositores puedan analizar las matrices ideológicas y culturales de ese discurso”.

Consultadas sobre las “líneas de ataque” en el discurso del mandatario, agregó: “Habría que ver si está ya esbozada en la ideología de Milei, o si es una especie de viajero por los diversos caminos de la política argentina. Sin dudas, uno de esos caminos es el populismo. Milei tiene un populismo de derecha, que no voy a comparar con el de Menem, que era un político formado, pero es un populismo de derecha que viene de la misma matriz”.

“Creo que esto que explicas es importante, pero también tendríamos que agregar un elemento, que no ha desaparecido y parece ser el karma que atraviesa la política argentina, y es el populismo de los discursos”, concluyó y aclaró que, a diferencia del libertario, Menem nunca “perdía su perfil de dirigente político”. 

“Conmigo no Barone”

En 2011, Beatriz Sarlo participó como invitada en una de las ediciones de “6-7-8”, un programa de televisión que se transmitió durante el primer gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.

En el debate Orlando Barone, uno de los columnistas del programa afín al oficialismo, apuntó contra Sarlo por las supuestas limitaciones de los periodistas al trabajar para los multimedios, como Clarín y La Nación. “A veces, trabajar en un canal oficial como éste permite algún tipo de concesión. Uno se siente más aliviado cuando en el lugar donde trabaja no hay que ocultar crímenes de lesa humanidad, no hay que pactar con sospechados de crímenes de lesa humanidad”, dijo.

La escritora, firme en sus convicciones, no dudó en interrumpir al hombre y desmentirlo: “Conmigo no, Barone”. Esta respuesta, contundente y directa, se convirtió rápidamente en un emblema de su rechazo a los ataques que la vinculan con los intereses de los grandes medios.

“Vos trabajaste en Extra, trabajaste en La Nación, aguantaste hasta donde pudiste. Llamá a alguien de Clarín, yo soy una columnista de La Nación y trabajo tres veces por semana en radio Mitre, no voy a responder por ese medio”, continuo Sarlo dejándolo sin palabras a Barone y construyendo una frase icónica.

“Conmigo no, Barone” no sólo quedó en el anecdotario de aquel episodio televisivo, sino que rápidamente se instaló en la cultura popular argentina como un grito de independencia intelectual.

La frase pasó a ser utilizada en una diversa variedad de contextos: en la política, el entretenimiento y la vida cotidiana.

La frase se transformó incluso en un ringtone. Un usuario de YouTube creó un video con el icónico “Conmigo no, Barone”, que rápidamente se viralizó y comenzó a ser utilizado como tono de llamada en teléfonos celulares en el 2011.