El Foro por la Recuperación del Paraná y el Encuentro Federal por la Soberanía calificaron como un “crimen ambiental” y una “entrega de soberanía” la decisión del Gobierno de profundizar el dragado del río Paraná a 44 pies, tras aceptar pedidos de agroexportadoras extranjeras. Para Luciano Orellano, referente del Foro, esta medida representa una amenaza estratégica y ambiental para la región

El gobierno nacional generó un fuerte debate al modificar los pliegos para la re-privatización de la Vía Navegable Troncal, permitiendo profundizar el dragado del río Paraná a 44 pies, un tercio más que los actuales 34 pies y significativamente por encima de los 39 pies que ya habían sido propuestos originalmente. Según organizaciones como el Foro por la Recuperación del Paraná, esta decisión responde a presiones de cámaras agroexportadoras mayoritariamente extranjeras y pone en peligro los recursos estratégicos de la región.
Luciano Orellano, integrante del Foro y autor del libro Atlas Visual por la Soberanía, dialogó con La Marca de la Almohada y advirtió que “esto no es solo un tema de dragado, sino uno de los principales conflictos geopolíticos de América del Sur”. Destacó que la cuenca del Plata, encabezada por Argentina y Brasil, ha desplazado a Estados Unidos como el principal proveedor global de alimentos, lo que otorga una relevancia estratégica sin precedentes al Paraná.
Para Orellano, la importancia del río Paraná es inmensa: “Rosario es el embudo de América del Sur, con una circulación de 120 millones de toneladas y 6.000 buques de ultramar anualmente”. Subrayó que este corredor fluvial, único por su capacidad de operación durante todo el año, es clave para garantizar la seguridad alimentaria de países como China y otras naciones densamente pobladas.
Sin embargo, el activista señaló que el modelo actual de explotación concentra las riquezas en pocas manos y empobrece a las provincias que lo sustentan: “A los santafesinos no nos queda un peso. Vamos a endeudarnos para financiar la logística del polo agroexportador mientras nos saquean el trabajo industrial y el negocio del flete”.
Orellano también criticó la falta de desarrollo de la industria naval en el país, considerando las ventajas únicas de la región: “Somos uno de los pocos lugares en el mundo con características ideales para desarrollar la industria naval, pero no construimos ni un barco”.
El impacto ambiental de la medida también preocupa a las organizaciones. La profundización a 44 pies podría alterar los ecosistemas fluviales, incrementar la sedimentación y afectar la biodiversidad del río, según señalaron. Además, las obras adicionales en la zona sur de Entre Ríos, que buscan habilitar nuevos trazados y desarrollar infraestructura portuaria, refuerzan las críticas sobre los posibles efectos en los recursos naturales de la región.
Orellano consideró que el gobierno ha accedido a las exigencias de las grandes agroexportadoras, priorizando intereses privados por encima del bienestar colectivo: “Todo apunta a producir más y exportar más para conseguir dólares, pero este modelo ya ha fracasado en la mayoría del mundo”.
Además, explicó que el aumento en la capacidad de carga de los buques no beneficia a las economías locales: “No solo perdemos en términos económicos, sino que también comprometen nuestra soberanía y nuestro futuro ambiental”.
El foro y el encuentro federal calificaron la decisión como una “entrega de soberanía”, al entender que las empresas extranjeras controlan cada vez más los recursos estratégicos del país. También cuestionaron la falta de una evaluación integral del impacto socioambiental que tendría el proyecto en las comunidades ribereñas y los ecosistemas del río.
Por último, Orellano enfatizó que el Paraná no solo es un recurso económico, sino un bien estratégico que debe ser protegido con políticas soberanas y responsables. “Estamos discutiendo cuestiones que no solo afectan a nuestra generación, sino también a las futuras. El Paraná es un patrimonio de todos los argentinos, y debemos defenderlo con firmeza”, concluyó.