Renato Nunes, director de arte y creativo de las campañas electorales del presidente brasileño Luiz Inacio Lula Da Silva entre 2018 y 2022, comparó en sus similitudes y diferencias los procesos por los cuales una subterránea marea de comunicación en redes que pasó desapercibida para los radares de los analistas consiguió instalar a referentes no tradicionales que terminaron ganando la presidencia en sus respectivos países
Nunes estuvo en el estudio de Radio Universidad un día después de protagonizar la charla Del ascenso de Bolsonario al ascenso de Lula, campañas presidenciales de Brasil contadas desde adentro, desarrollada el jueves en el aulario de la Facultad de Ciencia Polìtica y Relaciones Internacionales de la UNR.
El brasileño, acompañado por el director de la carrera de Ciencia Política de la Facultad homónima de la UNR, Esteban Iglesias, estuvo en el programa Apuntes y Resumen para relatar su experiencia y dar una mirada sobre el proceso argentino que, en algunos puntos, se emparenta con el del gigante latinoamericano.
Hay similitudes entre lo ocurrido en la Argentina con la elección del presidente Javier Milei y lo sucedido en Brasil en 2018, con la asunción de Jair Bolsonaro tras la destitución de la presidente Dilma Rousseff, marcó Nunes.
En ambos casos, evaluó, la ciudadanía tenía una idea de lo que Milei y Bolsonaro podrían hacer si llegaban a la Presidencia, pero ninguna constatación. En 2022, en Brasil, fue distinto, porque ya estaba claro lo que el militar retirado ultraconservador había hecho en la gestión. Nunes resumió que, en ese sentido, las elecciones argentinas recientes son comparables a las de 2018 en Brasil.
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El año pasado, como en 2018 sucedió con Bolsonaro, Milei era una figura nueva que con propuestas en primera lectura imposibles de materializar consiguió sin embargo sintonizar con la necesidad de esperanza de muchos ciudadanos en un cambio que mejore sus vidas. Por el contrario, en 2022 en Brasil, Bolsonaro había quedado expuesto como el peor comandante del período de pandemia del mundo, con casi 600 mil muertos causados en gran medida por su postura negacionista, entre otras cosas. Y había quedado en evidencia que muchas de sus promesas de campaña eran irrealizables.
Claro que también hay diferencias entre los líderes. Nunes recordó que tras su primer mandato, Lula fue reelecto con el 84% de aprobación a su gestión. Y no fue casualidad o apenas carisma: al cabo de su segundo mandato, 36 millones de personas habían salido de la pobreza para ingresar a la clase media. Así consiguió un segundo turno e incluso logró la continuidad de gestión con quien eligió como sucesora, Dilma Rousseff, quien también consiguió repetir.
La caída de Rousseff y la asunción de Bolsonaro tras ser desplazada y Lula proscripto, siguió Nunes, estuvo asentada en lo que se conoció como Lava Jato, una operación política y judicial impulsada por sectores de derecha y poderosos intereses económicos. Por una elite contrariada por los ascensos sociales bajo las políticas progresistas que le restaban mano de obra barata y comenzaban a ocupar posiciones que consideraban exclusivas. Eso generó un rechazo muy fuerte al Partido de los Trabajadores, explicó el especialista brasileño.
En 2018, además, la popularidad del Partido de los Trabajadores y la de Dilma habían descendido significativamente al calor de las denuncias mediáticas sobre presuntos actos de corrupción, uno de los cuales se enfocó en el gigante petrolero estatal Petrobras. Lula, en cambio, diferenció Nunes, mantenía la consideración popular por el recuerdo de sus gestiones. Por eso lo corrieron de la disputa electoral.
Brasil siempre estuvo polarizado, entre lo que se podría describir como espacios de izquierda y una derecha que no se había corrido a los extremos ideológicos. Hasta que llegó Bolsonaro. Y al final de ese período, Lula resurgió como el único líder capaz de aglutinar diferentes espacios políticos para sortear la atomización de la entonces oposición y permitir dar vuelta la página de una gestión bolsonarista marcada por el aumento de la pobreza, el hambre y el derrumbe económico.
Respecto del ascenso sorpresivo de Bolsonaro, en alguna medida similar al de Milei, Nunes señaló que la dirigencia política tradicional no detectó el sustrato de la marea de mensajes que circulaban por las redes sociales, y que fueron difundiendo su imagen disruptiva y sus ataques en amplios sectores sociales por fuera de los canales convencionales de la comunicación política. No fue divisado como un rival electoral a temer porque los análisis no contemplaron el nuevo fenómeno.