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Cómo se hace periodismo en tiempos hostiles, de verdades líquidas y nuevas tecnologías

En el Día del Periodista, la Tertulia de Viernes se colmó de colegas para debatir sobre un oficio jaqueado por las nuevas formas de comunicación social y política, además de la precarización laboral

Hernán Lascano abrió la conversación alejándose de eufemismos para retratar el momento que atraviesa el oficio. Recordó una frase de Oscar Bertone cuando era director de la carrera de Comunicación Social de la UNR: “Feliz día del periodista en estos tiempos del orto”. La frase, dijo, lo identifica y en situaciones críticas “las cosas hay que decirlas con la mayor elocuencia”.

Lascano insistió en que es un tiempo adverso por las condiciones materiales, que viene de antes del actual Gobierno nacional, que es “infame” con el periodismo, pero no sólo lo es con el oficio.

La gestión libertaria tiene, desde su particular lógica de la comunicación, una dinámica desconcertante. Con 35 años en el oficio, aclaró, el tipo de política que emana de los ministerios le resulta inédita. Recuerda a otro Ministerio, ficcional pero que hoy luce verosímil: el de “la Verdad” que Georges Orwell introdujo en su novela distópica “1984”. Un ejemplo reciente, señaló Lascano, es la comunicación oficial en torno al escándalo de los alimentos retenidos por la cartera de Capital Humano.

En ese caso, abundó, a pesar de que en este contexto la tarea del periodista parece casi imposible, hubo una impecable actuación, porque todo el tema se destapó con un pedido de información pública ante la negativa y las versiones cambiantes del oficialismo.

La Tertulia completa se puede escuchar acá ↓

En Rosario, particularmente, el obstáculo para el oficio está centrado en la concentración de medios. A ello, continuó Hernán, se agrega la acelerada reconversión de la tarea, cuyo comienzo cifró en 15 años, por la tecnología, la digitalización, la aparición de pequeños medios especializados que condicionaron a los masivos, entre otros factores. En ese marco, todo se complejiza por la precarización de los trabajadores.

Julia Cadoche retomó el universo de complejidades descripto para señalar que lo difícil que es comprometerse con la información de calidad cuando para sumar un ingreso de subsistencia hay que acumular varios trabajos.

Más allá de lo económico, marcó que en esta administración libertaria todo se hace cuesta arriba con una información oficial que no es confiable. Que desde las agencias del Estado emana contradictoria, opaca, incluso por los roles difusos de los supuestos voceros oficiales, que comienzan a emitir trascendidos, en algunos casos, antes de ser nombrados en los respectivos cargos.

En ese plano, Julia destacó otro aspecto: el del uso intensivo de las redes sociales que hace el Gobierno, que de por sí rompen los paradigmas de comunicació0n conocidos con sus propias lógicas. Son las que dejan en segundo plano el debate frente a la primacía de los ataques y las descalificaciones de los eventuales adversarios en la conversación pública. Para colmo, en plataformas que permiten una sucesión sin solución de continuidad entre noticias globales, expresiones privadas, comentarios personales e información dura, todo ello en el mismo plano.

En el mismo sentido, Silvia Saavedra recalcó como dato significativo cómo, por ejemplo, en la red X se instala con facilidad una noticia en la agenda pública que, en muchos casos, es falsa. La confusión es grande, señaló, incluso para el desempeño de los grandes medios tradicionales.

El consumo de la información también es otro factor relevante, agregó, con sus dinámicas vertiginosas y el avasallamiento de mensajes, en parte responsables de que las audiencias se enfoquen prioritariamente en los títulos. Esto abre la posibilidad, reforzó, de generar sentido hasta con una foto. Un ejemplo, dijo, son las imágenes generadas por inteligencia artificial con las que se perfila el presidente Javier Milei.

En este escenario, señaló, queda atrás, en muchos casos, la investigación periodística rigurosa, el chequeo de la información, el compromiso con los contenidos veraces.

Otro eje de esta coyuntura, continuó Saavedra, es el desmantelamiento del sistema público de medios, que describió como una continuidad, en modo más brutal, de lo que comenzó con el Gobierno de Mauricio Macri. Por cierres directos, desfinanciamiento y recorte de las plantas de trabajadores.
En ese sentido, recordó el riesgo que implica el proyecto de ley Bases, que habilita la privatización de los servicios de comunicación estatales.

Harry Parola sumó el conflicto etario. Repasó la reciente encuesta del gremio de prensa Sipreba para resalta que, según la misma, menos del 30% de los trabajadores de prensa encuestados es menor de 30 años. La mayoría nació antes de 1990, calculó, y con esa conformación juzgó que es complejo lidiar con las viejas formas del oficio como antecedente, porque fueron atravesadas por las que habilitaron las recientes tecnologías.

Lo que se acrecienta en ese universo, redondeó, son los conflictos de interpretación, la dificultad de sintonizar con las franjas etarias más jóvenes, aprovechar los nuevos formatos, entre otros problemas. Lo que lleva, sintetizó citando, a una crisis de identidad del oficio.

 

Se trata, junto a una desvalorización creciente de la actividad periodística, de aspectos sobre los cuales hay reticencia a dar la discusión, no solo por parte de las empresas sino los gremios.

Álvaro Maté se enfocó en dónde se inscriben los medios. Evaluó que en la feroz disputa que libran las plataformas digitales por la atención de las audiencias en medio de un mar de producciones. Un nuevo escenario que deja atrás la competencia acotada de los medios tradicionales.

Uno de los desafíos en ese paisaje, señaló, es lograr un formato atractivo sin transformar el proceso en circense. Cuesta mucho discernir hasta dónde se puede hacer periodismo y con qué herramientas, explicó. Y evaluó que no hay que ceder a la tentación tranquilizadora de rechazar las tecnologías sino darse el trabajo de ponerlas en diálogo con los formatos tradicionales.

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