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Desmantelamiento de la educación pública: no es descuido, es una política pública

Desfinanciamiento y campañas difamatorias contra todos los niveles por parte del Gobierno nacional son parte de una voluntad de echar por tierra con una tradición que se remonta a los referentes liberales del siglo XIX, que tuvieron a la educación pública como una de las bases para la constitución del Estado Nación

Qué se destruye cuando se destruye la educación pública. Los convocados para la Tertulia de Apuntes y Resumen describieron la gravedad del daño que con sus medidas genera la gestión autodefinida como libertaria no sólo en el sistema educativo en todos sus niveles sino en la sociedad y la construcción misma de la Nación.

En el estudio de Radio Universidad estuvieron el doctor en Humanidades y Artes, profesor de Enseñanza Media y Superior en Historia Diego Mauro, la directora del Conicet Rosario Sandra Fernández, la doctorado en Humanidades y Artes y licenciada en Ciencias de la Educación Paula Caldo y el doctor en Medicina, docente de la UNR e investigador Oscar Botasso.

La Tertulia completa se puede escuchar acá ↓

Paula Caldo puso en foco que la idea moderna de educación se resume en que somos efectos de educaciones, que todo lo humano lo es. Los gestores de los Estados Nación entendieron que sin educación no se podía. Porque sólo con ella se sa la posibilidad de construir una ciudadanía duradera a través de la puesta en común de símbolos y valores. Y eso, continuó, está asociado a la escuela pública en general, pero en particular a la estatal.

En esa línea, Caldo señaló que el Estado argentino entendió pronto esa importancia, y la de garantizar el acceso universal. Además de, tempranamente, asegurar la formación docente a través de las primeras escuelas normales. Recién en 2006, empezó a ser obligatorio el ciclo secundario.

El objetivo de estos diseños modernos con la educación en el centro era garantizar un cierto tipo de ciudadanos. Y para eso el Estado reguló, en el caso argentino mediante la ley 1420 de 1884, que reglamentaba los contenidos, los libros de texto, la disposición de las escuelas. En contrapartida con esa trdición, un Estado que se desentiende de la educación también lo hace con la ciudadanía. Lo que sucede hoy, apuntó la docente e investigadora, no es descuido de la gestión, es intencional: hay una política detrás, qe se sintetiza en la voluntad de desmantelar la idea de un fondo cultural compartido.

Diego Mauro retomó la instalación en la agenda pública de un presunto “adoctrinamiento” como acusación al sistema educativo, que se enuncia desde un identificable posicionamiento ideológico. Desde ese lugar, explicó, se entiende a la educación pública como un problema. Y se pretende cargar con sus tres momentos históricos clave, que sintetizó: el primero es en el que se consolida, durante el Gobierno de Julio Roca con la ley 1420. El siguiente fue la Reforma Universitaria de 1918. Por último, la instauración de la gratuidad de la educación superior durante el primer Gobierno peronista (Decreto Presidencial 29337/49).

Contra esa trilogía, insistió Mauro, la gestión actual confronta. Y eso implica desandar un camino de 70 años sobre el cual, más allá de las críticas, había consenso en cuanto a su eficiencia.

En el mismo sentido, para Sandra Fernández se está frente a una intención de desestructurar acuerdos que no sólo remiten a la construcción del Estado Nación sino que son propios de la sociedad civil, por la cual ésta delega, a través de leyes, otros instrumentos y hasta la propia Constitución Nacional, la forma en que se regula ese gran despliegue educativo.

El modelo que impulsa la gestión nacional que encabeza el presidente Javier Milñei, siguió Fernández, degrada así la misma condición de ciudadanos. Y lo hace de una forma abrumadora: intentando degradarlos a simples consumidores. En ese esquema, la educación deja de ser un valor y un factor constitutivo de lo social para reducirse a una mercancía. Y lo mismo, completó, sucede con la ciencia.

La directora del Conicet Rosario marcó que por equívocos e ignorancia, el esfuerzo libertario por fundar en el pasado la legitimidad de sus políticas es una gran contradicción: si algo tenían claro los liberales del siglo XIX, explicó, es la constitución del Estado Nación en base, entre otros presupuestos, a la educación pública. Y eso se continuó en otros proyectos de los que los actuales fundamentalistas del mercado se pretenden herederos.