Esta semana marcó el cese de la fijación de precios por parte del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM), institución encargada de regular el valor de la materia prima desde 2002. Esta medida, respaldada por el DNU 70/2023 de desregulación económica, generó inquietud entre los productores yerbateros, quienes temen quedar en una situación de vulnerabilidad en un mercado caracterizado por su concentración en la industria
Desde esta semana, el Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) dejó de fijar los valores de la materia prima, que regulaba desde 2002. Si bien la entidad seguirá “sugiriendo” valores mensuales tanto de hoja verde como de canchada (yerba seca, sin moler), los productores no estarán obligados a cumplirlos. Por lo tanto, el mercado quedará liberado.
En diálogo con Aldana Denis, economista e integrante del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) se refirió en La Marca de la Almohada, por qué desde esta semana, el Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) dejó de fijar los valores de la materia prima, que regulaba desde 2002: “Hay que remontarse al DNU de Javier Milei que tenía más de 300 artículos con desregulación de la economía y funcionamiento de ciertos sectores como la eliminación del que regulaba el precio de la yerba mate”, comentó.
Denis agregó: “Para entender esto, hay que conocer el mercado de la yerba, que tiene un sector de productores muy atomizados con 12 mil pequeños productores y la industria que procesa se encuentra mucho más concentrada. Existen 228 establecimientos que operan a nivel nacional, lo importante es ver los números de concentración”.
“En ese marco de atomización y concentración una de las tareas del Instituto Nacional de Yerba Mate era el establecimiento de acuerdos de precios entre las industrias procesadoras a los productores por el kilo de yerba cansada. Se establecía un precio mínimo para garantizar la producción”, agregó.
“Con la eliminación del instituto lo que se genera es desregulación que perjudica directamente a los productores, es decir el punto más débil de la cadena de producción. Algo que ya sucedió en la década del 90, que pasó de valer 1 dólar el kilo de yerba cansada a terminar en 0,35 centavos de dólar”, alertó.
“Lo que siempre termina aumentando es la rentabilidad de las empresas que tienen mayor poder de mercado. En el supermercado no va suceder que los consumidores veamos una baja de precios con esta baja que se le paga a los productores”, destacó Denis.
“Mientras el decreto siga vigente, el instituto queda eliminado y los productores corren en desventaja”, concluyó.