El abogado constitucionalista Oscar Blando analizó los fundamentos anacrónicos del mega proyecto de ley enviado al Congreso por el presidente Javier Milei mientras transita por un “bochornoso” trámite en la Cámara de Diputados
No solo porque da Derecho Parlamentario en un posgrado de la UNR, Blando admitió que sigue con atención la saga que va del tratamiento en plenario de comisiones y el recinto de la Cámara baja en torno a la inicalmente llamada ley ómnibus, un nombre de fantasía que tras las idas y vueltas y sus consecuentes podas se tornó obsoleto. En diálogo con el programa Apuntes y Resumen, disintió con la descripción-queja que dan los bloques “dialoguistas” del derrotero: no es desprolijo sino “un bochorno parlamentario”. Por las formas y el contenido.
La ley Bases, insistió Blando, tiene pretensiones de refundación constitucional del país. Si ya de por sí es un exaprupto, siguió, el proceso de discusión en Diputados no es menos grave. Debió, como corresponde por reglamento, derivarse a unas 20 comisiones en función de las múltiples áreas que involucra. Sólo fueron tres, en plenario, y a las apuradas.
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Esa primera fase concluyó con una mayúscula confusión. El ex director de Reforma política y Constitucional de Santa Fe repasó la aparición de un dictamen blue presuntamente pergeñado en un departamento de Recoleta, y ya en el inicio de la sesión, las instrucciones para tachar artículos del texto presentado a los legisladores, por lo demás con otros cambios. Y finalmente, el debate del miércoles sin una redacción oficial disponible, que se prometió para las 16, cuando la sesión comenzó a las 10, pero no llegó nunca.
Se debatió con un dictamen en las bancas que ya era obsoleto. Y se adelantó el cuarto intermedio porque no estaban los números para que el oficialismo, aún consiguiendo la aprobación en general, no viera desdibujada hasta la pérdida de sentido, de la mega norma.
Lo correcto es que los dictámenes se modifiquen en las comisiones o en el recinto, no en un hotel o en un departamento privado, insistió Blando. Porque, recordó, las negociaciones legislativas son parte de la dinámica parlamentaria, pero no de la oscura manera en que se dan.
¿Por una Argentina pretérita?
Blando se enfocó en el tercer párrafo de los fundamentos de la ley Bases para destacar que allí se afirma que las causas de la crisis del país es haber abandonado el modelo de democracia liberal y la economía de mercado plasmados en la Constitución de 1853, y en cambio haber avanzado durante décadas hacia un modelo de democracia social y economía planificada. Recordó que ese trasfondo ideológico lo reafirmó durante el debate en Diputados Berti Benegas Lynch: los derechos que reconocen los libertarios son el de la vida, la libertad y la propiedad.
Eso es, apuntó el constitucionalista, volver al siglo XVIII, a los tiempos en los que no había sufragio ni a las mujeres se les reconocían derechos. A épocas en las que primaba la explotación laboral, durante los inicios de la revolución industrial.
Así, continuó con la descripción, los libertarios se saltean los avances construídos colectivamente en la Argentina con la democracia, el sufragio universal, el artículo 14 bis de la COnstitución y su reforma de 1994, que incluye el paradigma de los derechos humanos e introduce el constitucionalismo social.
Blando remarcó la gravedad que implica querer llevarse por delante una amplia serie de principios: el de protección del trabajo, el de la justicia social, el de aplicación de la norma más favorable a la persona humana, el de irreversibilidad de los derechos humanos, el de progresividad de los derechos, el de la igualdad social, relevante en especial para las mujeres, el de no discriminación. Aún recortadas, las pretenciosas Bases pretenden también dar por tierra con conceptos como el de solidaridad, igualdad de oportunidades y desarrollo humano que están en la Constitución vigente.
Y “eso es lo que se discute” en la Cámara baja, enfatizó el docente de la UNR, más allá de los tomas y dacas y los cruces menores entre los legisladores.
Entonces, avanzó Blando, una vez decidida la respuesta del voto popular al fracaso de gobiernos anteriores en la unción de una derecha rancia y anacrónica en el poder Ejecutivo, la pregunta es qué debieran hacer los partidos políticos con tradición nacional, popular, progresista. Y es, juzgó, pararse para que no se concrete lo que propone el Ejecutivo en el mega texto. Es en especial relevante, agregó, en el radicalismo, por su peso en el Congreso. En ese sentido, recuperó el discurso de Facundo Manes. Blando no puso como excluyente mantener una fuerte postura de resistencia al embate de La Libertad Avanza y sus socios políticos y la imprescindible discusión y superación de los errores al interior de los espacios progresistas.
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