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Como cada vez que bajan las aguas, el Ludueña se llenó de basura plástica

Islas de botellas y bidones plásticos, pero también animales muertos y otros desechos. Esas imágenes del arroyo Ludueña se difundieron este miércoles en redes sociales, pero no son nuevas y se reiteran cada vez que bajan las aguas y la corriente no alcanza para volcar esa basura en el caudaloso río Paraná.

Joaquín González es socio del Club Náutico Malvinas Argentinas, que está sobre la margen derecha del Ludueña a metros del final del entubamiento principal del arroyo y cerca de la desembocadura en el Paraná. Es vecino de barrio Arroyito y todos los días cruza a la isla por razones de trabajo: allí, dijo en comunicación con el programa Apuntes y Resumen. Este miércoles, cansado de atravesar con su lancha las islas de residuos, publicó imágenes de esa contaminación que se viralizaron.

La entrevista completa se puede escuchar acá ↓

Los plásticos, esta vez, pero apenas una de tantas afectaciones del curso de agua, otrora límite norte del Pago de los Arroyos junto con el Saladillo en el sur. El área tributaria de la cuenca completa del Ludueña es de 740 km2. Recibe las aguas de los canales Ibarlucea y Funes-Salvat. Toda la red primaria tiene una extensión aproximada de 140 km. Su cuenca excede con creces la ciudad de Rosario: abarca partes o todo de las áreas urbanas o rurales de Granadero Baigorria, Capitán Bermúdez, Ibarlucea, Ricardone, Funes, Roldán, Pujato, Zavalla, Perez y Soldini.

“Hace más de un año veo lo que pasa”, expresó su cansancio Joaquín, quien para llegar hasta le Paraná desde el club y guardería debe levantar el motor de su lancha y transitar a remo sobre los montículos que se forman cuando el nivel de las aguas baja. El trabajador y conocedor del río aclaró que los contaminantes son variados, tanto como cualquiera pueda imaginar: además de los envases plásticos, animales muertos, químicos como los que cada tanto producen muertes masivas de peces y hasta efluentes cloacales. Todo eso se torna evidente cuando escasean las lluvias. Olores nauseabundos e imposibilidad de navegación son consecuencias coyunturales. La degradación del agua y el entorno, con tendencia de permanente.

 

El trabajador recordó el famoso “Sabalito”, el dispositivo barredor de basura flotante anunciado con pompa que tuvo un sólo uso, en la inauguración. Vandalizado, sin manetenimiento, quedó como una chatarra más, todo un símbolo de la desidia estatal, tanto del Municipio como de la Provincia, ante el problema de contaminación. Y no solo eso: están a punto de aprobarse urbanizaciones que ponen en riesgo el sistema retardador de crecidas que involucra la represa y un área de acumulación de excedentes, en Funes.

“El Sabalito está tirado sobre la barranca para que no rompa las lanchas, ya no tiene motor. De vez en cuando se acerca una autoridad para sólo a mirar”, abundó Joaquín sobre una iniciativa para la tribuna que no llegó siquiera a estar operativa.

Respecto de los olores, por químicos o efluentes cloacales derivados de conexiones clandestinas, el trabajador mencionó “dos tubos que no se ven salvo desde una lancha, uno del shopping (El Portal) y otro por calle Nansen”. Denuncias anteriores, que llegaron a instancias judiciales y derivaron en intimaciones para revertir la ilegalidad, apuntaron al shopping Fisherton Plaza. Además, aguas arriba hay industrias que vierten sus residuos sin tratar, porque el arroyo es visto como un basural a cielo abierto.