Durante el programa Falso Vivo, entre actividades en Rosario y Santo Tomé, la escritora, guionista y dramaturga compartió experiencias y pormenores de los oficios-trabajos que transita
Piñeiro llegó a la ciudad para el último capítulo del ciclo Narradorxs en la Sala Lavardén, el miércoles, y un día después, poco antes de participar de un conversatorio en la Biblioteca Argentina, estuvo en el estudio de la radio.
Estaba sorprendida por una actividad previa, una suerte de café literario, dijo, en la ciudad de Santo Tomé. En la escuela 340 República de Perú, alumnos de los dos últimos años del secundario habían preparado trabajos sobre sus textos. Entre ellos, un video biográfico que la impresionó por la precisón y profusión de datos sobre su vida. Hasta el promedio de notas de durante su paso por el secundario –9,58, acotó– y descripción de la ciudad bonaerense donde nació, Burzaco. “La mejor biografía”, elogió.
La oportunidad de compartir actividades con colegas, que en el caso de Rosario alude a la escritora rosarina Melina Torres, fue una excusa para algunas reflexiones. Se leyeron mutuamente, y además la “anfitriona” la llevó a recorrer algunos paisajes de la ciudad, como el Rosedal del Parque Independencia.
La única forma de ser escritor es leyendo, dijo. Ahí hay un primer vínculo. Pero se refuerza con los encuentros físicos como el de Rosario. Y también los mediados por las redes sociales o plataformas. Eso permite trascender los contactos literarios, tanto por afecto como por valoraciones de las obras, hacia otras dimensiones. “Ahora hay màs conversaciones” entre colegas del oficio, arriesgó. Y distintas a las de otras épocas, circunscriptas a lo epistolar y entre dos. Son las que se despliegan en grupos. En su experiencia, por ejemplo, de escritoras mujeres, o de novela policial. “Como un pueblo” digital, en chats donde se intercambian lo que cada uno lee, las recomendaciones y las propias experiencias en los tiempos comunes en que viven, desde las enfocadas en temas políticos a las centradas en el escritor como un trabajador.
Si los escritores pretendieran vivir sólo de los derechos de autor estarían complicados, explicó. Y por eso buscan otros ingresos participando de charlas, dando clases, escribiendo guiones. “Para arrimar más dinero”. No hay salario. “En la Argentina, si es que te los liquidan, porque algunas editoriales no lo hacen, si no hay un anticipo de los derechos para cubrir el tiempo de producción de la obra, se cobra una vez por año o cada seis meses”, repasó penurias en un país con la inflación desbocada. Es, reforzó la idea, cobrar a mediados de año las ventas del año anterior, que además se pagan dos meses después de la liquidación.
El cine
Piñeiro llegó a la radio el día en que se difundió el trailer de la película Elena sabe, de la realizadora Anahí Berneri, una producción de Netflix basada en su novela homónima. Su estreno mundial será en la competencia oficial del 38° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, pasará a las salas de cine y el 24 de noviembre estará en la plataforma de streaming.
Elogios para las actrices Mercedes Moràn –su amiga, dijo– y Érica Rivas. También, para el acierto de la directora, cuya anterior realización es Alanis, de 2017. Una conocedora de “los cuerpos” que sintoniza con el retrata de la protagonista, que padece Alzheimer.
El primero de no ficción
La visita de Piñeiro a Radio Universidad fue en la antesala de otras novedades: en noviembre estará disponible en librerías su primer libro de no ficción, “Escribir un silencio”. Allí volcó textos personales, familiares, de infancia, de amigos, capítulos dedicados a la escritura, la lectura y discursos en ferias, festivales, universidades y hasta el Congreso de la Nación.
EL escenario de algunos de esos textos, destacó, es Rosario. Uno, en el bar El Cairo. Y en el capítulo dedicado a discursos, el que leyó en la apertura de la Feria del Libro en el Centro Cultural Fontanarrosa.
Algunos son muy personales, repasó. Otros, más centrados en el oficio, en las lecturas y escrituras. Para ella, es la oportunidad de acercarse a los lectores desde un ángulo diferente al de la ficción. Y como hay mucha producción y un espacio acotado, lo más difícil fue elegir y su contrapàrte, dejar de lado, los materiales. Unos sintió que quedaron encerrados en su tiempo y no quedaron en la selección. Otros había que trabajarlos, en algunos casos bastante. Y además, hubo que organizarlos dentro de algún orden, que no necesariamente tiene que ser cronológico.
El primer capítulo, “Quién soy yo”, refiere a cómo empezó a escribir, con escritos muy personales. Otros hay sobre la familia y los afectos, y sobre la pandemia (dudó al principio si incluirlos o no). Y sobre cómo construir personajes, los que relatan su participación en ferias, sus viajes. Una especie de cocina de la escritura que, aclaró, no siempre es glamorosa.
En el nuevo libro caben además los textos por encargo, algunos con indicaciones temáticas y otros libres, a los que agradece la obligación de escribir. Entre ellos, unos para el Día del Maestro o el Día del Amigo, que fueron reescritos y expandidos. Es que, valoró, son textos que a lo mejor no hubieran nacido sin la mediación del pedido.