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El segundo debate repitió alta audiencia y abre la pregunta de cuánto influye

En el programa Apuntes y Resumen participaron el filósofo Juan Giani, la máster en Ciencias Sociales Anabella Busso, el periodista David Narciso, el economista y doctor en Ciencias Sociales Lavih Abraham y el socialista en el Frente Amplio por la Soberanía Eduardo Di Polina

Este domingo 8 de octubre se desarrolló el segundo debate obligatorio entre los candidatos presidenciales, que como el primero cosechó una gran audiencia en televisión. Está abierta la posibilidad de un tercer intercambio, si es que como todo parece indicar ningún postulante consigue ganar en primera vuelta y hay ballotage. En ese caso, el número de participantes quedará reducido a dos.

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Giani marcó como primer dato llamativo de los dos debates el del gran ionterés por parte de la ciudadanía. Sin embargo, señaló que la “pregunta obvia es cuánto incluye un debate en el voto final de la gente”. Es que, señaló, buena parte de la sociedad ya tiene definido su voto.

De todos modos, destacó como un hecho auspicioso la preocupación masiva por escuchar a los candidatos en medio de una campaña que “estuvo enmarcada en la crisis de la representación, la desafección de la política, su distancia con la sociedad”. Celebró que en ese contexto, haya preocupación e interés, vinculación con el voto. Arriesgó que ello puede deberse, en parte, a que al tratarse de una elección con resultado incierto sea un llamador a involucrarse por parte de la ciudadanía.

Di Polina coincidió con Giani en la trascendencia del interés en un ecosistema de grandes medios que apoyan a los candidatos de la derecha y la desinformación de las redes sociales, que en mayor medida consumen los jóvenes. Es la posibilidad de observar al candidato desarrollando una idea, intercambiando opiniones con los otros.

En ese sentido, Abraham aportó que el debate permite lo que las redes no: la puesta en común del intercambio, porque el consumo de información relacionada con la política está muy segmentado en las plataformas de internet. Evaluò como positivo la existencia de esa plataforma común para discutir programas y propuestas.

Narciso acotó, contra los memes y varias críticas, que el candidato Juan Schiaretti tiene en claro qué es lo que busca en los debates. Porque, aclaró, de los cinco que participaron de las dos instancias sólo tres buscan efectivamente llegar a la Presidencia. Como en todas las elecciones, abundó, hay quienes tienen otros objetivos, ya sin chances de ocupar la Casa Rosada. Schiaretti, siguió el periodista, intenta sostener votos que le permitan negociar con peso ya sea en un ballotage o en el futuro gobierno. Y además, defendió su capital político de predominio en Córdoba.

Abraham interpretó que la estrategia de Massa es despegarse de la gestión en el actual gobierno para mostrar las últimas medidas de su autoría como ministro y colocarlas como marcas de lo que promete que hará en su eventual gestión ya como presidente.

Busso refrendó la visión de Narciso sobre los objetivos del cordobés, al que juzgó, con todo, menos localista en este segundo debate. Igual, señaló que cosecha críticas porque esa cerrazón en su provincia , que no es automáticamente asimilable a un federalismo distintivo, lleva el riesgo de que en su insistencia termine por aislar a Córdoba de las expresiones políticas nacionales.

Los candidatos en carrera hacia la Rosada, recordó Busso, tienen que mostrar gestión. Excepto el libertario Javier Milei. Pero señaló que Patricia Bullrich mostró, de nuevo, un discurso inconsistente en ese sentido. “No puede transmitir sino una perspectiva muy punitiva” en el área de seguridad, uno de los ejes del segundo intercambio entre los candidados. Y ahí está centrada su noción de orden no sólo respecto del objeto que puede definirse como “delincuente” sino también en el que piensa distinto.

Busso, ya sobre la performance de Milei, opinó que este domingo dejó expuestas las dimensiones más riesgosas de sus propuestas. Particularmente en el tema del ambiente. Es que, señaló ya en referncia a todas las áreas, así como supo cosechar capital político en el territorio virtual de las redes sociales, se le dificulta la argumentación de cómo llevar sus propuestas al terreno real.

Un tema que resaltó la especialista es que tanto Bullrich como Milei introdujeron a las Fuerzas Armadas en competencias que les son ajenas, lo que calificó como muy riesgoso. Por ejemplo, respecto de la amenaza transnacional del narcotráfico, que a su entender debe ser abordada con las fuerzas de seguridad, con inteligencia, con prevención sobre las adicciones, con el debate de si legalizar o no ciertas sustancias. Es decir, un abordaje múltiple sin abandonar ninguna de sus facetas. En los países donde se involucró a las Fuerzas Armadas en lo que se denominó guerra a las drogas, recordó, la situación empeoró. Como en México y Colombia.

Las Fuerzas Aarmadas están capacitadas para la guerra, recalcó, para defender la soberanía y la integridad territorial, para enfrentar a un enemigo. Y esa categoría no cuadra, por ejemplo, con un consumidor de sustancias, un dealer o incluso un delincuete de guante blaco que blanquea en los circuitos legales las ganancias del negocio criminal.

Giani destacó la particularidad de los dos candidatos que leyeron la mayor parte de sus exposiciones: Milei y Bullrich. Eso da, agregó, la idea de fragilidad conceptual, una imagen opuesta a la solvencia que deberían exhibir en todos los temas quienes piden que los voten para ser presidentes.

El filósofo evaluó que Massa “sacó una ventaja”, por su postura presidencial, teniendo en cuenta que los oficialismos, aún los exitosos, corren con desventajas en los debates. Y el actual, con la situación económica, aún más. Respecto de Bullrich, y más allá de los contenidos de su participación, apreció una estrategia equivocada en la repetición de un virulento antikirchnerismo, característica que ya tiene construida. En vez de eso, evaluó, debería haber confrontado más con Milei.