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El discurso libertario recicla el neoliberal con menos pruritos y nuevas legitimaciones

Investigador del Conicet, doctor en Ciencias Sociales y licenciado en Historia, además de profesor en la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR, Ezequiel Gatto analizó las condiciones que permitieron la emergencia de un personaje político como Javier Milei

Un discurso empobrecedor del debate político, y sin embargo… Gatto repasó en el estudio de Radio Universidad antecedentes y describió nuevos factores que a su juicio reciclan con renovada eficacia los argumentos y el paradigma que colonizaron la agenda en la Argentina durante la década de 1990, como la anterior proliferaron en los Estados Unidos y Gran Bretaña y después avanzaron sobre la vieja Europa.

“La campaña de Milei se basa en parte en un ejercicio de provocación para atraer la atención sobre temas variados, que se apoya en una cierta legitimación social. Son tan extremas (sus aseveraciones) que obligan a tomar partido a favor o en contra”, interpretó el investigador. Y, como tal, puso la lupa sobre uno de los ejes argumentativos del candidato de La Libertad Avanza: el Conicet como una institución pública que “gasta” en función de “inutilidades”. Lo anterior, además, generalizado hacia todo lo estatal. Es decir, el Estado entendido como un obstáculo entre la riqueza y los individuos cuya eliminación, o reducción a su mínima expresión, habilitaría un horizonte de abundancia.

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Eje del mal: Estado parásito y autoritario

Gatto citó ejemplos sobre cómo se construye la figura del Estado como parasitario y fuente de autoritarismo, que debe ser removido en beneficio de un mercado regulador de la vida. El primero, la enumeración de temas de investigación aprobados por el Conicet que son impugnados por su presunta inutilidad o banalidad. Es el caso de los comics. El docente de la UNR marcó la contradicción: si se repasa el movimiento libertario en Occidente en general, se observa el lugar destacado del comic y los superhéroes en su cosmología, y entonces adquiere sentido esa pesquisa. Incluso, sobre la misma campaña electoral de Milei. Aporta, interpeló la imputación de irrelevancia, a la generación de conocimiento sobre los fundamentos estéticos y políticos del mismo candidato libertario autóctono.

En cuanto a la segunda negatividad, Gatto recordó, en los inicios de la pandemia de covid-19, el diseño de la aplicación para volcar datos sobre el estado de salud de los ciudadanos y, luego, sistematizar información sobre la vacunación. Surgieron cuestionamientos referidos al avance sobre la privacidad y la captura de datos sensibles de los “individuos” y proliferaron variadas teorías conspirativas. El investigador saludó ese debate sobre los riesgos de manipulación de grandes bases de datos personales, pero marcó que, sin embargo, no se dan con la misma intensidad cuando los protagonistas son las corporaciones privadas dueñas de plataformas o redes sociales, que manejan, procesan y cruzan un universo de datos mucho mayor. Y hasta dispositivos, como los teléfonos celulares que, incluso, recuperan información sobre movimientos de los usuarios y activan cámaras y micrófonos a discreción.

“No es un problema que WhatsApp capture datos sino que el Estado sepa si te vacunaste o no”, resumió el concepto. Y completó: la idea es que las corporaciones retribuyen ese avance sobre la privacidad, mientras que el Estado es sólo parasitario.

Nada nuevo bajo el sol, aclaró Gatto. Es una reconfiguración libertaria del neoliberalismo que tiene sus orígenes en la década de 1920. En ese sentido, es la teoría sobre el Estado fundada en la idea de que sólo debe limitarse a validar y proteger los contratos entre privados e incluso más, ser “productivo” en la promoción de esa trama del mercado.

 

Macrismo acelerado

“En el plano del discurso, lo libertario es un macrismo acelerado”, interpretó Gatto, con la salvedad de que habrá que ver, si es que Milei accede a la Casa Rosada, como se traduce ese universo simbólico en la gestión.

En términos locales, un Macrismo reformulado pero, además, potenciado, añadió el investigador: “Con menos prurito y una apariencia de mayor legitimidad”. ¿Sobre la base de qué? De la experiencia socioeconómica de un sector de la población que habilita la adhesión a ese discurso.
La escucha social del paradigma libertario, profundizó, se dio cuando “pudo salir del nicho de los criptobrothers y lavadores de activos y conectar con el monotributistas cansado”, como categorías. Con ese viento a favor, siguió, los últimos apotegmas de esa construcción de sentido ya no requieren de tanta demagogia o eufemismos. “Interpela directamente”, describió. Es que llega casi sin intermediación a un sujeto social nuevo, el emprendedor, con una nueva ética del trabajo y un diálogo diferente con la realidad social.