• Tiempo de lectura:5 minutos de lectura

Desarrollan nuevas estrategias de agricultura sustentable

El investigador Federico Ariel ganó un premio internacional por diseñar una forma de reemplazar pesticidas sintéticos. La investigación ayuda a comprender cómo los cultivos se adaptan al estrés ambiental y pueden defenderse de los patógenos dañinos.

El biotecnólogo Federico Ariel, investigador del CONICET y docente de la Universidad Nacional del Litoral, ganó el premio UNESCO Fundación Al-Fozan International Prize, dedicado a jóvenes investigadores. Ariel, de 40 años, se desempeña en el Instituto de Agrobiotecnología del Litoral, y desarrolló una investigación pionera que profundiza la comprensión del papel del ARN (ácido ribonucleico) largo no codificante en las plantas. Habló con el programa ABC, donde explicó que de la misma manera que la aparición de vacunas basadas en ARN resultó ser un salvavidas durante la reciente pandemia, estas tecnologías basadas en ARN en reemplazo de pesticidas sintéticos dañinos permitirán garantizar un entorno más seguro para los humanos y la naturaleza.

“Argentina tiene una extraordinaria biología molecular y un potencial enorme de biotecnología”, dijo el científico repatriado, que había emigrado a Francia y volvió a trabajar en el país. Y en ese sentido, ponderó los desarrollos científicos del Conicet, la UNL y el Programa “Ciencia y Tecnología contra el Hambre” del Ministerio de Ciencia, que le permitieron “transformar la ciencia en tecnología aplicada a la agricultura sustentable”.

Para avanzar en su trabajo, Ariel desarrolló su propia startup, APOLO Biotech, con el respaldo del Consejo Nacional de Investigaciones (Conicet) en Argentina, donde es líder de grupo. La iniciativa, basada en el desarrollo de biotecnología, utiliza el ARN como “molécula central, por su versatilidad, por su inocuidad y por su especificidad”, para realizar este tipo de desarrollos de manera “no transgénica”, ya que no se altera el genoma de los cultivos, aclaró Ariel.

“En general, los pesticidas como los fungicidas son de amplio espectro, lo que significa que mata a los hongos patógenos, pero también mata a los hongos buenos, como cuando se pone un insecticida para matar la mosca de la fruta. Esto mata la mosca de la fruta, pero también mata a las abejas que son polinizadores y que son muy necesarios para la estabilidad del ecosistema”, amplió el investigador. En cambio, a través del mecanismo premiado por la Unesco, “lo que hacemos es mostrarle a los cultivos un segmento del genoma del patógeno en manera de ARN, para que la planta lo reconozca y pueda desarrollar defensas específicas, lo que bloquea las infecciones”.

Esto permite “reemplazar pesticidas químicos sintéticos por soluciones basadas en ARN, que son respetuosas del ambiente y la salud humana“, sintetizó el especialista, quien destacó que el desarrollo representa “un cambio de paradigma en la producción de alimentos en la Argentina y en el mundo”. “La verdad es que estamos en la vanguardia de la tecnología, Argentina es un país que tiene una extraordinaria biología molecular y un potencial enorme de biotecnología”, aseguró Ariel, y añadió que este tipo de tecnología de ARN “aún no existen en el mercado”.

Por último, explicó que la generación de científicos y científicas a la que pertenece “está atravesada por la urgencia de producir ciencia y tecnología atravesados por dos perspectivas: ambiental y de género“. “Obviamente necesitamos contribuir a los grandes objetivos que tiene la ciencia es el bienestar social y tecnologías que puedan contribuir a la distribución del ingreso. Pero es inadmisible que tengamos grupos de investigación que seamos todos varones cis heterosexuales, y lo mismo con la cuestión ambiental”, apuntó.

Por eso, entiende que “producir hoy biotecnología que promueva el uso de agroquímicos sería raro, porque estamos en un paradigma de producción de alimentos que pone una disyuntiva la productividad versus el cuidado ambiental. Y en realidad si vamos a saltar esa brecha es mediante creatividad científica. Necesitamos generar soluciones que puedan resguardar la productividad, pero a la vez estemos cuidando el ambiente. Y esa es la forma de apostar por una economía más sostenible en el tiempo y que podamos dejar algo a las próximas generaciones”, cerró.