Intervenciones urbanas cuestionadas, normativas desvirtuadas por las excepciones, pérdida de patrimonio y una identidad desdibujada, temas que hacen a la ciudad del presente y el futuro bajo debate en el estudio de Radio Universidad
El nuevo colapso de la explanada frente al complejo del Parque de España, que obligó a clausurar el auditorio Príncipe de Asturias, disparó, como episodio de impacto pero no aislado, la necesidad de retomar la discusión sobre la planificación urbana de Rosario. La Tertulia de Viernes de Apuntes y Resumen convocó a varios especialistas e involucrados en la temática que llevaron a debate varios aspectos relacionados con el complejo diseño de la ciudad.
De la mesa participaron Rubén Palumbo, presidente del Colegio de Arquitectos de Rosario, Ana María Ferrini y el arquitecto Pablo Mercado, del grupo Basta de Demoliciones, el docente e investigador de la Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño Marcelo Barrale y el integrante del Museo de la Ciudad e impulsor del Programa Barrio Explorado, Ernesto Aguirre.
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Barrale puso en juego 40 años de docencia a través de varias generaciones y diferentes épocas para señalar que ve una ciudad de construcción múltiple entre los intereses privados y algunos actores con visión crítica, y de largo plazo. En lo último, destacó el aporte de la Universidad pública. A la vez, trazó una comparación entre Rosario, en la que la potencia constructora está hegemonizada por los sectores de mayor poder socioeconómico y las empresas, con otras urbes como, por ejemplo, Medellín, donde ese lugar lo retienen los sectores populares. Algo similar a lo que ocurre, siguió, en La Paz o Río de Janeiro, donde la urbanización “trepa” a los cerros o morros y su diseño se gesta en principio a partir de las radicaciones de las familias.
Ferrini acompañó la idea de que la Universidad capacita a profesionales concientes de la ciudad como construcción colectiva, pero lamentó que a Rosario “la están formando y destruyendo” los desarrolladores. En particular, dijo, en los barrios, a los que describió como preexistentes al trazado final de la propia urbe. Agregó que, en parte, ello es consecuencia del desprecio por las cuestiones identitarias. La referenta de Basta de Demoliciones recordó una interpretación del arquitecto y antropólogo Gustavo Fernetti, para quien las demoliciones sin criterio se fundan en el desconocimiento de los legados edilicios y la incapacidad estatal de generar un catálogo de esas construcciones como guía para la acción. “La piqueta avanza sobre la ignorancia”, sintetizó Ferrini esa lectura.
Aguirre terció para enmarcar el problema en la dimensión de las relaciones de poder y, en muchos casos, el autoritarismo de quienes terminan gestionando o haciendo negocios con las intervenciones urbanas.
Palumbo recordó la época en que Rosario comenzó a diseñar la descentralización, para marcar diferencias con el presente o, mejor, con los últimos 14 años. En ese momento, destacó, hubo por parte de las autoridades locales la voluntad de escuchar todas las voces, sin desmercer el aporte de los profesionales y la visión de los funcionarios. Al mismo tiempo, y como titular del Colegio de Arquitectos, remarcó la necesidad de que las instituciones de la ciudad no se queden esperando a que las convoquen para las decisiones políticas sobre la ciudad, y en cambio asuman un papel de protagonismo.
Hizo hincapié en la necesidad de generar consenso antes de aprobar las normativas, y atender el patrimonio urbano, que la ciudad tiene aunque no sea Roma o Barcelona. y describió el escenario actual como el de un avance de los desarrolladores y emprendedores, que si bien recopnoció que asumen riesgos económicos, no deben ser los que definan las prioridades. Insistió en que el Estado municipal es el responsable de abrir la discusión, porque no todo el saber está en el Ejecutivo o el Concejo. El riesgo de haber abandonado el debate amplio para no prolongar la dinámica de ordenanzas definidas por la cantidad de votos negociados en lugar de las de mejor contenido y visión de largo plazo.
Mercado refirió al respecto la particularidad de que la ciudad tiene un sistema de códigos y ordenanzas, pero también una historia de otorgamiento de numerosas excepciones a esas normativas, en base a un esquema de tarifas para autorizar más metros de superficie o altura en las construcciones.