Por Jorgelina Hiba
Atropellamiento de fauna nativa, interrupción del ciclo natural de escurrimiento de las aguas, alteración de los ciclos de creciente y bajante. Más vacas, más cazadores, más quemas. Terraplenes, endicamientos y fiestas electrónicas. Y mucha pero mucha basura. Esa es la lista, no exhaustiva, de algunas de las consecuencias ambientales que trajo la apertura de la conexión vial entre Rosario y Victoria hace 20 años, una obra monumental que es clave desde las necesidades de infraestructura en la región, pero poco o nada estudiada desde sus impactos sobre la extraordinaria área natural protegida que atraviesa.
El camino, que corta como un tajo en dos el humedal, tiene 12 puentes y una ruta montada sobre un extensísimo terraplén que ocupa casi la totalidad de los 60 kilómetros de la traza, construida en zona de islas entre las porciones superior y media del delta del Paraná. Este humedal es extremadamente rico desde el punto de vista ambiental ya que cuenta con una riqueza de fauna silvestre estimada en 243 especies entre mamíferos, aves, reptiles y anfibios.
Las islas, además, fueron declaradas área protegida por ordenanza de la Municipalidad de Victoria y legislación ambiental de la provincia de Entre Ríos.
A pesar de la enorme riqueza de fauna y flora existente en la zona, la Defensoría del Pueblo consideró en 2016 que los puentes existentes a lo largo de la traza de casi 60 kilómetros “no fueron diseñados sobre bases ecológicas a fin de permitir el desplazamiento de fauna silvestre, sino para permitir (solamente) el escurrimiento de las aguas”.
Según detallaron desde El Paraná No Se Toca (EPNST), una de las organizaciones socioambientales que desde hace años advierte sobre este tema, la superposición de organismos de control y jurisdicciones permite que todos los actores deslinden responsabilidades sobre el cuidado de la naturaleza en torno a la ruta, a lo que se suma “el eterno argumento de la falta de recursos, el notable desinterés de la Justicia y la sorprendente falencia a la hora del cumplimiento de mínimas disposiciones oficiales en materia de protección ambiental, así como la connivencia con intereses empresarios”.
¿Qué se puede hacer para remediar o minimizar los impactos socioambientales de esa obra vial? Para EPNST es clave que “contando la innumerable destrucción y considerando la crisis civilizatoria que demanda celeridad en cambios hacia horizontes más sostenibles” se pueda avanzar hacia una ruta que contemple pasos adecuados para la fauna, una mayor cantidad de kilómetros pilotados en aéreas críticas para el escurrimiento del agua y la interdicción de accesos al territorio de humedal con controles adecuados, así como sitios de disposición de residuos y puestos fijos de monitoreo y combate del fuego.