Luego de cuatro años, La Universidad Nacional de Rosario tuvo una actuación destacada en el torneo regional, clasificó y viajará en noviembre en búsqueda del titulo.
“Don Gato”, el equipo de la UNR que se destacó en la instancia clasificatoria, está conformado por Federico Bersano, Franco De Rico y Sebastián Mestre, quienes son estudiantes de Ciencias de la Computación. El equipo tiene como entrenadores a Mariano Crosetti y Brian Morris, quiénes han participado en distintos mundiales y cuentan con una vasta experiencia.
La ICPC (International Collegiate Programming Contest) es la competencia de programación universitaria que involucra a las universidades de todo el mundo. El año pasado participaron más de 50000 estudiantes de 3000 diferentes universidades, distribuidos en 111 países. “Nuevamente la Universidad accede a esta instancia, lo que habla del trabajo realizado. Antes se creía imposible clasificar, tan es así que en una oportunidad durante un training camp nos dijeron que era imposible superar a la Universidad Nacional de Buenos Aires y a la de Córdoba, quienes siempre lideraban las competencias locales. En esta oportunidad, otra vez uno de nuestros equipos salió entre los tres primero en la región, por lo que el crecimiento es más que notorio”, argumentó Mariano Crosetti.
Equipos de la Universidad han participado del 2015 al 2019 en los distintos mundiales que se han realizado, siendo en 2016 su mejor performance cuando logró el campeonato Latinoamericano. Sin embargo, a causa de la pandemia y recambio de generación, ha estado ausente en esta instancia, y este nuevo logro impulsa la vuelta a la cita mundialista.
La clasificación al mundial no fue fácil, ya que durante gran parte de la competencia se vieron en desventaja en relación a los otros participantes. “Nunca nos dimos por muertos, pero es verdad que venía difícil. Arrancamos un poco lento, pero metimos 8 problemas de un total de 13, lo que nos dió la clasificación. El problema fue que para la mitad de la prueba sólo habíamos resuelto dos”, contó De Rico.
Las pruebas contienen entre 10 y 15 problemas, pero se revelan directamente al comenzar la competencia. “Están armadas para que ningún equipo pueda resolverlos todos completamente. A veces sucede, pero la lógica es que no se llegue con el tiempo. Nos los entregan en orden aleatorio, y la dificultad va variando”, explicó Mestre, y agregó: “Gana el equipo que más problemas resuelve, pero en caso de empate se cuenta el tiempo. Entonces muchas veces es más conveniente resolver de los más fáciles a los más difíciles”:
Esta es una competencia en equipos y eso permite que se dividan los problemas. “Alguno toma un problema difícil y los otros buscan de ir resolviendo otros para luego ayudarlo. Nos dividimos conforme a la confianza de cada uno y lo que nos parece en el momento”, detalló Bersano.
Aquí es donde entra en juego la experiencia que les pueden transmitir los entrenadores, que se han enfrentado a estos desafíos anteriormente. “Les aconsejamos que no le tengan miedo a la prueba, y si tienen confianza con uno, que se la jueguen y confíen en todo lo que entrenaron” aseguró Morris.
En ese sentido, Crosetti añadió: “En este caso, la estrategia ya era poco ortodoxa y los chicos la llevaron al extremo, por lo que casi nos da un paro cardíaco a nosotros que veíamos todo desde afuera. Es algo que nos ha funcionado en el pasado, posibilita que los nervios disminuyan”.
Durante la competencia hay una tabla de posiciones que se va actualizando en tiempo real, donde los participantes y asistentes pueden ver la progresión de cada equipo. “Muchas veces, al mirar la tabla, uno supone que determinado problema debe realizarse porque otros equipos lo han terminado y no es así. A veces es mejor desentenderse de esa tabla de posiciones y ponerse a trabajar en lo que uno cree que puede llegar a salir”, precisó Crosetti.
El equipo de la UNR tenía que quedar entre los primeros tres puestos para lograr la clasificación, tarea que parecía difícil por lo retrasado que iban en comparación al resto. “Estábamos muy lejos, por debajo del número diez. En las últimas dos horas metimos cinco problemas, lo que nos posibilitó llegar a ocho problemas en total”, recordó De Rico.
“En la última hora lo que solemos hacer es centrarnos en un problema, pero en esta oportunidad si o si teníamos que hacer dos problemas en ese tiempo. Tuvimos que arriesgarnos en todo sentido: era hacer cero o hacer los dos. No había punto medio, y esta vez nos salió bien”, detalló Bersano.
La tabla de posiciones durante la última hora desaparece de la vista pública, por lo que los participantes no pueden saber nada de los otros equipos. Lo mismo pasa con los entrenadores, que desde afuera pierden noción del estado de sus dirigidos. “Esa última hora fue terrible, empezamos a imaginar muchos escenarios. Muchos de los otros entrenadores nos decían que era imposible que clasificáramos por el ritmo que llevaba la competencia, sobre todo por el cansancio de los participantes. Por suerte el milagro sucedió, metieron dos problemas y estamos dentro de Egipto 2023”, explicó Crosetti, desbordado notoriamente de alegría.
Ambos entrenadores resaltaron el compromiso del equipo y las horas invertidas en su preparación. “Es un equipo muy sólido, que aplica muy bien las estrategias, y se adapta bien a las condiciones, lo que permitió en esta ocasión lograr la clasificación. Lo que resta es seguir entrenando y aspirar a una primera mitad de tabla en el campeonato mundial”, valoró Morris.
Una Universidad comprometida
“Estamos comprometidos como Universidad a brindar una educación de calidad, comprometida con su tiempo. Seguimos invirtiendo en la formación de nuestros y nuestras estudiantes a través de la mejora constante de nuestros planes de estudio, la actualización de nuestras tecnologías educativas y la promoción de actividades extracurriculares que fomenten su crecimiento integral. Creemos que nuestra comunidad universitaria tiene un papel fundamental en el futuro de nuestra sociedad, y estamos orgullosos de ser parte de ese proceso de transformación y desarrollo”, explicó el rector Franco Bartolacci, y agregó: “Desde el 2019 nuestra Universidad no accedía a esta instancia y este año clasificamos, siendo junto a la UBA, las únicas dos Universidades que representarán a Argentina. Felicito a todo el equipo por la clasificación, ya que junto a sus entrenadores siguen poniendo bien arriba a la UNR”.
“Queremos que esto no sea un logro aislado de un grupo de estudiantes, sino que sea una constante y se convierta en una verdadera tradición de nuestra Universidad. Durante el año pasado se creó un ciclo de entrenamientos de competencias de programación para poder preparar a las y los estudiantes y que puedan participar en las instancias del Torneo Argentino de Programación y sus instancias posteriores”, explicó Elena Gasparri, encargada del Área de Ciencia, Tecnología e Innovación para el desarrollo.
Mariano Crosetti es el docente a cargo de estos ciclos de entrenamiento y dedica tiempo a todos los que quieran desarrollarse en esta disciplina. “Las clases son abiertas, pueden ir cualquiera que les interese. En 2015 logramos la primera clasificación de la UNR y de la provincia, y por suerte varios equipos que nos siguieron también lo consiguieron. En los últimos años, no se logró repetir este hecho y por eso hicimos lo posible para volver a los primeros puestos”.
“Es una alegría enorme, me tocó seguir a los participantes en este recorrido que fue muy valioso. Particularmente a muchos los conozco de chicos, cuando participaban en las Olimpiadas Matemáticas, y es muy gratificante ver lo que vienen consiguiendo”, valoró Dante Zanarini, Director de la Licenciatura en Ciencias de la Computación que se dicta en la Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura, y añadió: “Es muy importante para nuestra carrera porque hacia dentro se arman grupos y equipos muy interesantes, y para afuera una visibilización de la misma, destacando su importancia y crecimiento de las instancias de formación especializadas en informática en los últimos años”.