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El riesgo de legitimar saberes y prácticas sin un debate científico

El presidente del Colegio de Psicólogos de Rosario fijó posición institucional sobre cursos anunciados en la Facultad de Ciencias Médicas. Marcó el cuidado sobre paradigmas que, en gran medida, responden a lógicas de mercado sobre un área compleja como es la salud mental. El rector Franco Bartolacci pidió retirar esas formaciones de posgrado que generaron controversia

Antes del comienzo del año lectivo, la Facultad de Ciencias Médicas de la UNR promocionó un curso denominado “Bioemoción: la Nueva Medicina y las cinco leyes biológicas” que despertó polémica en ámbitos académicos y profesionales y derivó en una recomendación del rector Franco Bartolacci de revisar el dictado hasta, al menos, que haya un debate en torno al mismo. Los ejes propuestos en esa formación, en principio, de posgrado, son las constelaciones familiares, filosofía y espiritualidad, hipnosis ericksoniana y pensamiento cuántico. El núcleo de los cuestionamientos está en la legitimidad que otorgaría la casa de estudio a terapias y saberes que, en general, no cuentan con validación científica.

“Si bien es competencia y potestad de la facultad aprobar los contenidos de los cursos que se proponen, y en este caso se trata de una propuesta optativa de posgrado de la Facultad de Medicina que no afecta la formación de grado ni la estructura curricular de la carrera de medicina, desde mi perspectiva hay contenidos que resultan impropios para una institución académica y científica como la nuestra”, fijó posición el rector Bartolacci.

El curso –arancelado– fue propuesto por el espacio “Terapias Complementarias Medicina UNR”, que lleva adelante instancias similares desde 2017. El programa La Marca de la Almohada conversó con Nahuel Castillo, presidente del Colegio de Psicólogos de Santa Fe de la segunda circunscripción, correspondiente a Rosario, una de las instituciones que salieron a marcar postura respecto de la instancia de formación.

 

“Lo que se conoce como terapias alternativas, medicina holística u otros términos referencia a un conjunto de prácticas, de saberes y a veces de nociones, que están en boga en los últimos tiempos y generan dificultad para entender el ejercicio de profesiones como, en este caso, la psicoterapia o la psicología en un marco de legalidad y legitimidad”, estableció Castillo el escenario del debate.

El profesional, recibido en la Facultad de Psicología de la UNR, dejó en claro que no se trata de cerrarse a nuevas formas de conocimiento o prácticas en relación a la salud, sino de evitar abrir la puerta a la validación científica de un conjunto de espacios que ni siquiera están delimitados con precisión y que, interpretó, se inscriben en matrices hegemónicas que sus promotores declaman poner en crisis.

 

¿Contrahegemónico o lógica de mercado?

Se trata de “ofertas que más bien responden a una lógica de mercado, de solución rápida y casi mágica a padecimientos de salud individual o colectiva complejos, con fundamentos por lo menos cuestionables y de escasa legitimidad científica”, señaló el referente del Colegio de Psicólogos. Y profundizó: “Están pensados los abordajes de los padecimientos, en muchos casos subjetivos, en clave individual, y eso es congruente con un modo hegemónico de pensar la vida: que cada uno es responsable de lo que le pasa sin conexión con los procesos sociales, históricos y políticos en los que se inscrbe, lo que genera culpabilización”.

Castillo agregó que se trata, en muchos casos, de “espejitos de colores que proponen una salida individual”, por lo que desde las instituciones de salud “hay que tener una visión crítica de las llamadas terapias alternativas, una denominación en la que caben diversas propuestas que hay que empezar a distinguir”. En ese sentido, explicó que no está clara la articulación entre la epigenética, un paradigma válido para el conocimiento de la evolución de los seres vivos, con “los esquemas de constelaciones familiares que tienen otros anclajes”. Y ahí el riesgo, completó, de esa “combinación” bajo una misma denominación: que los que tras una larga trayectoria lograron validación científica terminen por investir legitimidad a los que no acreditan debates serios sobre sus fundamentos.

El psicólogo aclaró que la institución acuerda con la “apertura a debatir formas de prácticas y saberes”, pero que ello no implica habilitar ligeramente una legitimidad con, por ejemplo, un curso de postgrado de este estilo en una universidad pública. No se trata, abundó, de “ir contra concepciones que cuestionan los saberes establecidos o ponen en crisis los paradigmas, porque esa confrontación es inherente a la dinámica de las ciencias, y es lo que permite el avance del conocimiento”. Sin embargo, señaló, debe ser con un previo debate en un marco de consenso entre los representantes de las comunidades científicas.

No se trata, siguió Castillo, de una postura conservadora del Colegio en su apuesta al debate aprovechando la repercusión del curso: “Tenemos una posición crítica sobre el modelo médico hegemónico, sobre la concepción clásica de la salud, impulsamos una transformación de las prácticas y de la formación de los profesionales. En particular en salud mental, con la incorporación de las ópticas de desmanicomialización, igualdad de género, infancias, para poder llevar a la práctica la implementación de las leyes vigentes”, enfatzó. Y, de nuevo, marcó los límites: “No es lo mismo que hacer ingresar este tipo de ofertas por la ventana, sin una discusión previa”.

El profesional destacó la necesidad de ser cuidadosos en áreas sensibles como el cuidado de la salud mental de las personas y a quiénes, y cómo, se habilita para ello. “Si bien no es un curso obligatorio para los médicos egresados de la universidad, hay algo que tiene ver con la legitimación que produce (el dictado de estos cursos) porque la universidad pública, y en particular la UNR, tiene un prestigio y un rol social fundamental a la hora de validar o no saberes y conocimientos que impactan” en la sociedad.