La idea es aprovechar su capacidad para infectar las células. Con manipulación genética, lograron que sólo ingrese a las malignas y, además, estimule la respuesta inmunológica. O sea, que funcione como una vacuna
Los virus se caracterizan por su capacidad para ingresar a las células. Casi que es su razón de ser. Y entonces la pregunta de un equipo de investigadores de la Fundación Instituto Leloir fue: por qué no modificarlos genéticamente para que sólo ingresen a células cancerígenas. El desarrollo, en fase preclínica, es alentador, y está enfocado en varias familias de cánceres ginecológicos. En particular, la de ovario, para la que aún no hay diagnóstico precoz.
El programa ABC dialogó con uno de los responsables del trabajo. Osvaldo Luis Podhajcer es doctor en Ciencias Biológicas, especializado en terapias génicas para el tratamiento de diferentes tipos de cáncer, área en la que es reconocido en todo el mundo. Se desempeña como investigador del Conicet en el Instituto Leloir, donde dirige el Laboratorio de Terapia Molecular y Celular. Allí trabaja el equipo conducido por su colega María Verónica López, que publicó el estudio en el International Journal of Molecular Sciences.
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Podhajcer comenzó aclarando confusiones: el cáncer no es una única enfermedad. Bajo ese nombre se identifican unos 200 tipos. Sólo en el de mamas, citó como ejemplo, hay cinco. Y los mecanismos son diferentes en cada caso. El avance de la ciencia médica, explicó, permite en la actualidad un “mayor nivel de dertalle de las características y las peculiaridades” de cada familia dentro de la enfermedad. Y esos logros en áreas como la genómica y la biología molecular también permiten diseñar terapias novedosas. En este caso, se trata de los llamados biofármacos y, dentro de ellos, los denominados virus oncolíticos.
El equipo modificó genéticamente un adenovirus –del grupo que causa enfermedades respiratorias como resfriados comunes, conjuntivitis, bronquiolitis o neumonía– al que bautizaron AR2011 y que demostró eficacia terapéutica para atacar y eliminar células tumorales. Es único en su tipo por la capacidad de detectar el microambiente tumoral y activar su mecanismo de ataque sólo en ese entorno, lo que permite adelantar menos efectos adversos. En ratones, se comprobó una respuesta antitumoral mediada por el sistema inmune que frenó el avance, incluso, de tumores no tratados.
“Preservamos su capacidad para ingresar en las células, que para eso existen los virus. Y los modificamos genéticamente para que entren sólo a las malignas y se multipliquen dentro”, bajó a tierra Podhajcer la línea de investigación.
No es una terapia genérica, aclaró. Está enfocada en el cáncer de ovarios y en otros tipos ginecológicos, como el de cuello uterino (o cérvix) y el de útero. Además, hay un plus, que le agrega al AR2011 otra categoría. Podhajcer explicó que la ingeniería genética aplicada, además de hacer selectiva la infección del adenovirus, incluyó la incorporación de dos genes con capacidad de estimular la respuesta inmunológica antitumoral. Y así, funciona como una vacuna terapéutica: no sólo ataca al tumor, sino que refuerza las defensas del paciente.
Este tipo de virus oncolíticos, generados por manipulación genética, están en avanzada etapa de prueba, y algunos ya se comercializan, para otros tipo de cáncer. El investigador del Leloir destacó que es alta la eficacia demostrada, por caso, en melanomas (de piel).
Podhajcer y sus colegas hace más de 25 años que trabajan en el estudio y desarrollo de biofármacos, que también incluyen anticuerpos monoclonales y células utilizadas como herramientas terapéuticas. Otros, dentro de la definición, son las proteínas recombinantes, los vectores de material genético, los fragmentos de anticuerpos, los oligonucleótidos antisentido y, claro, las vacunas.
En los varios tipos de cáncer, la esperanza es que los biofármacos, combinados con las terapias convencionales como la quimioterapia, reduzcan las dosis de ambos y en consecuencia los efectos adversos sobre el organismo del paciente, gracias al mecanismo más selectivo de los primeros. Quizás, en un futuro, hasta los reemplacen. Pero eso, por el momento, es materia de especulación y deseo.
El AR2011 generado en el Leloir, entretando, demostró en laboratorio ser efectivos en estadios avanzados de cáncer. En paralelo con el trabajo de los investigadores, la empresa biotecnológica estadounidense Unleash Immuno Oncolytics, a la que se le abrió la plataforma del desarrollo, intenta versiones mejoradas del adenovirus y, sobre todo, busca la manera de que pueda escalarse su producción a nivel industrial. El objetivo, en definitiva, es aportar a la salud pública. Se trata de un camino que requiere grandes inversiones y mucho tiempo. Por el momento, el desarrollo está en etapa pre clínica. Si todo va bien, habrá luego ensayos en humanos, en pacientes que no responden a las terapias convencionales. Así, se va probando, con todos los protocolos científicos y éticos, en fases más tempranas de la enfermedad, para determinar la eficacia en cada momento de su progresión.