El presidente de Brasil promovió el retorno del país a la Unión Sudamericana de Naciones y ahora busca recuperar la integración regional que se construyó en la primera década de este siglo, en la que el gigante del subcontinente quiere reafirmar su liderazgo
La reunión de presidentes de la Unasur se convocó este martes 30 de mayo en el Palacio Itamaraty de Brasilia, con agenda abierta. El promotor es Luiz Inacio Lula Da Silva, que juega también su impronta personal. El bloque había quedado diezmado durante la década pasada con el alejamiento del país anfitrión, bajo el mandato de Jair Bolsonaro, y de la Argentina presidida por Mauricio Macri. Las dos naciones retornaron, y se encendieron los esfuerzos por recuperar un oranismo de diálogo regional y con el resto del mundo.
Los puntos del cónclave son trascendentes: reanudar el diálogo sobre problemas comunes, construir una agenda de integración, analizar el escenario post pandemia, retomar la cooperación en la lucha contra el crimen organizado y la corrupción, enfrentar los flujos migrantes y afrontar el cambio climático. A pesar de ser una reunión de carácter informal en términos diplomáticos, Carlos Domínguez Ávila valoró el encuentro por ese punteo de intenciones. Apuntes y Resumen lo consultó. Es doctor en Historia de las Relaciones Internacionales por la Universidad de Brasilia y magister en Estudios Sociales y Políticos Latinoamericanos por la Universidad Alberto Hurtado de Chile.
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Además de Domínguez Ávila y Lula, participaron del encuentro los presidentes Luis Arce (Bolivia), Gabriel Boric (Chile), Gustavo Petro (Colombia), Guillermo Lasso (Ecuador), Irfaan Ali (Guyana), Mario Abdo Benítez (Paraguay), Chan Santokhi (Surinam), Luis Lacalle Pou (Uruguay) y Nicolás Maduro (Venezuela). La actual mandatarioa de Perú, Dina Boluarte, impedida constitucionalmente de asistir a la cumbre, fue representada por el titular del Consejo de Ministros, Alberto Otárola.
Ávila repasó la zigzagueante historia de la Unasur. Destacó que desde 2016, ingresó en una fase de declive como organismo de integración. Un derrumbe que se profundizó en 2019, dijo, con el retiro de Brasil y Argentina y el intento de suplantarla con el grupo Prosur. “Eso tuvo un impacto fuerte, aunque algunos países continuaron trabajando”, reseñó el especialista.
Fue en el período en que se conjugaron varios presidentes de centro derecha que cuestionaron lo que calificaban como un sesgo ideológico de la Unasur. Y en ese sentido, Ávila trazó una suerte de hoja de ruta para evitar nuevos tropiezos en el proceso de integración regional. Estimó que es necesaria una “perspectiva pragmática” para sostener el organismo como interlocutor regional ante poderosos grupos regionales a escala global. “El problema es con el régimen político, democracia con legitimación del voto o autoritarismo, no tanto con las definiciones ideológicas”. Como ejemplo, mencionó al presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, un mandatario que desde su posición de centro derecha es proclive al diálogo. El peligro, dijo, está en un retroceso al autoritarismo, un riesgo que acecha incluso a los Estados Unidos y a Europa y que no es asimilable a las definiciones de encuadres políticos.
La misión de la Unasur, agregó Ávila, es construir una “agenda propia, social, política, cultural, para el diálogo con las potencias extraregionales”. Para el experto, la contribución de Brasil para la tarea es trascendente, aun cuando el Gobierno de Lula tenga intereses particulares –de liderazgo– en la empresa.
Idas y vueltas
El organismo surgió en 2008 con la firma del Tratado Constitutivo de Unasur, que entró en vigencia en 2011. Su objetivo es «construir una identidad y ciudadanía sudamericana y desarrollar un espacio regional integrado».
En abril de 2018, Argentina, Brasil, Chile, Brasil, Colombia, Paraguay y Perú decidieron suspender su participación por tiempo indefinido argumentando una falta de resultados concretos que garanticen el funcionamiento adecuado de la organización.
Sucedieron alejamientos definitivos: Colombia en agosto de 2018; Ecuador en marzo de 2019; Argentina, Brasil, Chile y Paraguay en abril siguiente y Uruguay en marzo de 2020.
En 2019, además, los presidentes de ocho países de América del Sur crearon Prosur como un intento de reemplazar a la Unasur. Los únicos que quedaron fueron Bolivia, Guyana, Surinam y Venezuela. El nuevo impulso surgiò con la vuelta de Lula a la presidencia en 2023: al cabo de una reunión con su par Alberto Fernández el 6 y 7 de abril de ese año, ambos anunciaron su reincorporación, elevando a seis los miembros plenos.