Para la acusación, son coautores de homicidio simple con dolo eventual. La hipótesis es que el 24 de febrero de 2020, tras retirarlo con violencia del local, no le dejaron otra opción que arrojarse al río Paraná. El cuerpo del joven de 23 años apareció dos días después
A tres años de la muerte de Carlos “Bocacha” Orellano, este miércoles comenzó en el Centro de Justicia Penal el juicio contra dos policías y dos ex empleados de seguridad del boliche Ming River House del complejo La Fluvial. Los cuatro están acusado del homicidio del joven de 23 años que el 24 de febrero de 2020 fue retirado violentamente del local y cuyo cuerpo apareció flotando en el río Paraná.
Apuntes y Resumen habló con Juan Pablo Alancay, primo de Bocacha, quien expuso el sentimiento encontrado de familiares y abogados de la víctima: satisfacción por el arribo a la instancia de juicio oral y la solidez de la acusación fiscal, que la querella acompaña, y desazón por los falsos testimonios y los intentos de ocultar pruebas para que el homicidio quede impune.
Todos los acusados enfrentan pedidos de entre 17 y 23 años de prisión como coautores de un homicidio simple con dolo eventual. Los policías, además, suman otros delitos por su calidad de integrantes de la fuerza de seguridad. La defensa alega que no hubo una acción destinada a causar la muerte del joven.
La hipótesis a la que llegó el fiscal Patricio Saldutti es que entre las 4.30 y las 5 del 24 de febrero de 2020, luego de que Orellano fuera retirado del boliche, los acusados lo golpearon arrinconándolo contra la baranda que da al río Paraná y no le dejaron otra opción que arrojarse al agua para escapar de la agresión. Para la parte acusadora, “se aprovecharon de su superioridad física y numérica, lo golpearon y determinaron con su accionar que Orellano salte la baranda de protección y caiga a las aguas del río Paraná, circunstancia que le provocó la muerte”. El cuerpo del joven apareció en el río dos días después.
Los acusados son los integrantes de la policía de Santa Fe Gabriel Nicolossi, de 40 años, y Karina Gómez, de 43, y los empleados de seguridad de Ming Emiliano López, de 32 años, y Fabián Maidana, de 54. Enfrentan penas de entre 17 y 23 años bajo la acusación de coautores de homicidio simple con dolo eventual. Los uniformados suman el pedido de incumplimiento de su deber como funcionarios públicos. Los cuatro están en prisión preventiva.
Juan Pablo, primo de Bocacha, insistió en que la esperanza, a tres años y un derrotero de lucha contra los intentos de ocultar o manipular pruebas, está puesta en que el proceso judicial concluya con una “condena ejemplar y de cumplimiento efectivo”. El camino, recordó, no fue fácil, por lo que hay sensaciones encontradas. “Estamos conformes de que haya empezado el juicio oral y público, pero sabiendo que venimos de un trayecto muy largo y muy complicado para la familia”.
No buscan venganza, sino justicia y verdad, porque, explicó, “como familia, ninguna condena podrá aplacar el dolor, la realidad es que Carlos entró al boliche Ming y terminó muerto”.
Las pruebas para apuntalar la acusación de homicidio contra los cuatro acusados, siguió Juan Pablo, son suficientes y “hay una acusación firme de Fiscalía que la querella acompaña”. Pero, a lo largo de los tres años del proceso, aclaró, “se han arruinado y ocultado muchas pruebas” por una “investigación muy manoseada por parte de los organismos que tenían que garantizarla: cámaras borradas, falsos testimonios e información manipulada”.
El primo de Bocacha aclaró que la familia está conforme con el trabajo del fiscal Patricio Saldutti. Sin embargo, la pérdida de material probatorio impide que, además de los cuatro sentados en el banquillo, la justicia alcance a otras personas que consideran partìcipes de la muerte, como los responsables y otros empleados del boliche que facilitaron el entorpecimiento de la investigación. Además, recordó que hay una causa paralela, por violencia institucional dada la participación de integrantes de la Policía de Santa Fe, que está parada.
Alancay rescató el acompañamiento, a lo largo de estos tres años, que le brindaron a la familia numerosas organizaciones sociales y de víctimas de violencia institucional, que les dieron la fortaleza para atravesar el proceso y los intentos de que el homicidio quede impune. También destacó el trabajo de la Asociación Civil Carlos Bocacha Orellano, creada para “transformar el dolor y la bronca en algo trascendente, que ayude a frenar la violencia que asola a muchos barrios de Rosario” junto a otras organizaciones.