Un puestero del Mercado de Productores de Rosario respasó la situación que atraviesa el negocio, donde ya no hay previsibilidad por la pérdida de poder adquisitivo del consumidor y los costos que afronta la cadena de valor. Cómo incide la falta de lluvias
Hector Mariani conversó con el programa Apuntes y Resumen sobre la situación que atraviesa el sector frutihortícola desde su ubicación en la cadena de comercialización: él es puestero del Mercado de Productores de Rosario, y contó de primera mano cómo atraviesan una situación complicada por la situación económica y, en menor medida, climática.
En cuanto al fenómeno de La Niña, Mariani explicó que complica más las altas temperaturas, en algunos casos extremas, que la escasez de lluvias, porque los huerteros, todos, tienen algún sistema de riego artificial sin el cual no podrían producir. Es diferente, remarcó, a los cultivos de granos, como la soja, el maíz o el trigo, en mayores superficies y sujetos a la cantidad y momento de las precipitaciones.
Así y todo, señaló que aquellos huerteros que tienen sólo un sistema de bombeo están complicados, porque el riego, en estas condiciones, implica menos permanencia de la humedad en la tierra. Y con una explotación de cinco hectáreas y poca infraestructura, por ejemplo, se puede llegar a perder un 30 por ciento por la imposibilidad de cubir toda la superficie diariamente.
Las altas temperaturas, en cambio, sí afectan por la “quema” de los productos, en particular los de hoja.
En contraste, el comerciante señaló que más preocupante es la otra sequía: la que vacía el bolsillo de los consumidores. En ese punto, apuntó sobre una creciente caída del consumo, lo que perjudica a toda la cadena, desde el productor hasta el verdulero, pasando por el acopiador o mayorista. Y graficó: actualmente, les sobra mercadería, de todo tipo y precios. La demanda es inferior a lo que pueden vender.
Respecto de los precios, Mariani interpretó que están dentro de lo lógico por los costos tanto de semillas e insumos para producir las verduras y hortalizas, como por los aumentos de la logística por la suba de combustibles, más una mayor presión impositiva y subas de servicios como electricidad, en el caso de las bocas de expendio que ahora, recalcó, tienen más infraestructura, como cámaras de frío.
Mariani expuso algunos ejemplos de precios, aunque siempre teniendo en cuenta la variación estacional de los productos del sector. Por caso, producir un cajón de tomates, dijo, le cuesta al productor entre 8 y 9 dólares por cajón, algo como de 3 a 4 mil pesos. Y un fardo de lechuga, de entre 6 a 8 kilos, entre 1500 y 2 mil pesos.
El puestero trazó un punto de inflexión en el negocio: antes de la pandemia, había previsibilidad, conocían el volumen de la demanda y los precios dentro de un rango que les permitía operar con tranquilidad.