Organizaciones de Estados Unidos comenzaron a entregar cunas de cartón a recientes padres, como desde hace 80 años en Finlandia o como durante 6 meses en Argentina y luego rechazadas por ser presuntamente inseguras
* Por Alejandro Arnoletti
Una publicación de The Washington Post en Infobae levantó polvareda y retomó un debate caliente de 2016. Bajo el título “Tras su éxito en Finlandia, las cunas de cartón para recién nacidos llegan a EEUU”, el diario más antiguo de la capital estadounidense informó de un programa de asistencia a recientes padres donde les entregan una cuna de cartón para el bebé y con la posibilidad de utilizarla hasta los seis meses. Esta implementación inevitablemente recordó al plan Qunita llevado adelante por el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y su fin, con la decisión del juez Claudio Bonadío de destruir las cunas, aunque luego desechada.
El “invento” data de hace 80 años, proviene de Finlandia y se entregan a todas las familias, siempre y cuando la madre tenga atención prenatal. La efectividad, entre otros factores sociales y de políticas de salud, está comprobada por las estadísticas. La tasa de mortalidad infantil disminuyó de 65 muertes por cada 1000 niños nacidos en 1938 a 2,3 muertes por cada mil nacimientos en 2016.
El programa en Estados Unidos está encabezado por organizaciones sin fines de lucro, comunitarias de salud y entidades privadas. El regalo está conformado por una caja de cartón, los “baby boxes”, donde el bebé puede dormir los primeros seis meses y está acompañado de pañales, un botiquín de primeros auxilios, un termómetro para probar la temperatura del agua y paños sanitarios para ella.
Julio de 2015. En el marco de la reinauguración de la feria de ciencias Tecnópolis, la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner presentó el plan Qunita. La exmandataria informó: “Se le entrega a todas las mamas con el AUH por embarazo. Hay un moisés que usamos por tradición familiar. No es solamente entregar una cuna que se puede armar, con su colchón, con dos bolsos, con pantuflas, con la mochilita… es una estrategia integral”. Desde ese momento y por seis meses funcionó el programa por el cual el Gobierno Nacional distribuyó 74.408 kits a 289 maternidades en todo el país. De ellas 43.600 fueron entregadas a familias, es decir, más del 60 por ciento. El 40 por ciento restante quedó retenido en operadores logísticos o maternidades bajo llave.
A raíz de este plan, el juez Claudio Bonadío llevó a juicio oral al exjefe de Gabinete Aníbal Fernández y al exministro de Salud Daniel Gollán, entre otros funcionarios, por presuntos sobreprecios en la adquisición de estos elementos. Más allá de esto, ése no fue el motivo por el cual el plan Qunita dejó de implementarse. El magistrado denunció la formación de las cunas y ordenó destruir 60 mil unidades afirmando que eran inseguras. En el expediente argumentó que “las cunas y sacos de dormir resultan riesgosos para la salud de acuerdo a dictámenes del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y a informe de la Sociedad Argentina de Pediatría”.
Una publicación del semanario Tiempo Argentino desmiente lo señalado por el juez federal. Allí se indica que “Qunita dejó de funcionar en abril, cuando Salud dejó de entregar el kit, por un informe de INTI que jamás sugiere sacarlo de circulación” y agrega que “también por recomendaciones de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) y el neonatólogo Alejandro Jenik, quienes rechazaron la quema y pidieron formar un equipo interdisciplinario”. Del mismo modo, la nota de Gustavo Sarmiento explica que “el expediente cita al INTI destacando que la cuna puede desfondarse si contiene a un niño de más de 9 kilos”. Pero sin embargo “no es una cuna, sino un moisés confeccionado para los primeros seis meses de vida”, tal como decían las recomendaciones que acompañaban el kit.
El exministro rosarino de Salud, Dr. Daniel Gollán, manifestó en diálogo con el portal de Radio UNR que el hecho de que en Estados Unidos se entreguen estas cunas, cuando en Argentina se mandó a incinerarlas le genera “un poco de molestia”. “Este programa se viene implementando en muchos países del mundo. Primero fue Finlandia por la década del 30; luego en la del 40 lo amplió a todas las mujeres, independientemente de su condición social o económica. En Estados Unidos estaba en varios Estados y ahora se ha masificado”, explicó.
El plan Qunita contemplaba la asistencia por dos vías: la sanitaria y la social. En el primero de los casos porque se buscaba que “el chico desde el primer día de nacimiento no duerma en el mismo lecho que los padres, sino separado, hasta los seis meses, que es el período de mayor riesgo de hacer muerte súbita por asfixia”. “Nosotros tomamos esta concepción sanitaria porque además pedíamos que la madre tenga sus cinco controles de embarazo para recibir el kit; se le asignaba una maternidad certificada como segura, con parto respetado y centrado en la familia; que la madre conozca previamente el lugar donde iba a nacer su hijo y nos asegurábamos que el chico naciera con la tecnología suficiente por si había algún riesgo en el momento”, agregó. “Desde el Ministerio de Salud era la parte más relevante, teniendo en cuenta las misiones específicas de la cartera”, afirmó.
En cuanto al costado social, “implicaba dar un kit para que todas las personas pudieran tener un nacimiento feliz de sus hijos, con elementos que sino de otra manera no podrían adquirir”. “Teniendo en cuenta la parte social no entregamos sólo cunitas de cartón, sino que eran moisés – cuna. Era diseñado especialmente por la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires y se tomaron todos los parámetros que debían reunir basándonos en estudios realizados en el mundo. Todos los expertos que participaron del desarrollo nos dijeron que era bueno que tuviera espacios de ventilación, por ejemplo”, amplió. “Durante todo el proceso de desarrollo participaron representantes jerarquizados de la Sociedad Argentina de Pediatría, de la Sociedad Argentina de la Primera Infancia, del INTA, de UNICEF, etc”, narró.
Por otra parte el kit Qunita no incluía solamente el moisés – cuna, sino que estaba conformado por 34 elementos. “A diferencia de otros similares, que sólo tienen 8 o 10 productos, acá se le deba todo el ajuar para el bebé y la madre, libros de lectura con dibujos, chupetes, sábanas, colchas, saco de dormir, abrigo, bolsos para transportar las cosas, cremas que se necesitan. Era de una calidad suprema”, recordó. “Le dimos un costado social de dignificación para quien lo recibía”, resaltó.
El exfuncionario kirchnerista se lamentó por el devenir que tuvo el programa tras el cambio de Gobierno. “El juez primero quiso incinerarlas y luego dio marcha atrás. Como Poncio Pilato se lavó las manos y le pasó la pelota al Ministerio de Salud de la Nación. Ellos citaron a siete organismos y asociaciones científicas y todos coincidieron que sí debían ser repartidas, sin problemas”, marcó. “Pero como el Ministerio ya había dictado una resolución aduciendo todas estas falsedades de problemas de seguridad y que era el único problema para dejar de lado del programa ahora no pueden volver sobre sus pasos. Así estarían reconociendo la defraudación al Estado que hacen con los alquileres de los 65 mil kits retenidos en operadores logísticos y maternidades bajo llaves”, afirmó. “Pero ése no es el principal problema, sino que se dejó de lado el programa. No se hizo ni una licitación nueva, reemplazo, se dejó de lado. Y ahora como Infobae publica con todas las pompas que se pone en marcha en Estados Unidos uno se pregunta por qué hacen eso acá. Debería hacerlo Nación en Argentina”, concluyó.
Criticas a la actual gestión ministerial
El Dr. Gollán circunscribió lo ocurrido con Qunita dentro de un contexto de medidas similares tomadas por la actual gestión del Ministerio de Salud. “Se han discontinuado este programa y otros, como el Argentina Sonríe, pero también todo el resto que tanta ayuda le daba a las provincias y permitía corregir asimetrías entre los distritos de mayor poder económico y las de menor capacidad”, lamentó. “Lo que hacíamos era dar sobre una base de necesidades de todo el país, a las provincias con más carencias dábamos una mayor cantidad de recursos para equiparar y así los derechos de ciudadanía eran en todos los lados iguales o parecidos. Ése es el concepto de equidad y no el de igualdad”, subrayó.
Otro frente de preocupación está dado por el traspaso de responsabilidades de Nación a las provincias. “Quieren dejar de lado el programa federal de salud, que se llamaba Incluir Salud, y traspasar esos más de 12 o 13 mil millones de pesos para que se hagan cargo los municipios o las provincias. Así se fueron dejando los programas de Salud Sexual y Procreación Responsable; Inmunizaciones; el programa de médicos comunitarios; el de enfermedades transmitidas por vectores como dengue, zika, chikungunya, chagas; etc. El Ministerio de Salud va quitando recursos, se va retirando y a lo sumo manda una cápita de algún monto no definido y que por ahora es de 44 pesos por mes por persona para que las provincias se hagan cargo de la salud de la gente”, detalló.
El parámetro tomado por Nación en este sentido es similar a lo sucedido en otros ámbitos a lo largo de la historia argentina o también en el presente. “Es el mismo parámetro de pensamiento con lo acontecido en su momento con educación y es imposible pensar algo diferente en cultura, economías regionales o en cualquier otra área como economía o deportes. Que la gente pague de bolsillo lo que antes se cubría con el Estado Nacional o lo hagan las provincias. Se puede ver con los subsidios a la energía o el transporte y recién ahora la gente está valorando que antes le rendía más el sueldo. Era una política de Estado”, comparó. “Es la política típica de los proyectos neoliberales y en todo el mundo pasó lo mismo y acá en los 90”, apuntó.
Para contrarrestar la situación, el médico rosarino encuentra dos caminos que van de la mano. Por un lado en el Poder Legislativo. “Desde el Parlamento se pueden hacer muchas cosas pero necesitamos que los diputados que no voten por el oficialismo interpreten que la confianza que le da la sociedad es para hacer oposición. Se puede llegar a determinados acuerdos siempre que no sea para sacarle los derechos a la población, sobre todo a los más vulnerables; que los ingresos se concentren en muy pocas manos o muy pocas empresas; de seguir endeudando al país y haciendo que no la podamos pagar más; allí la oposición debe decir ‘hasta aquí llegué’”. En tanto que para corregir el tema de salud, prevén “presentar propuestas como declarar la emergencia farmacológica, considerando lo señalado por la expresidenta en la última entrevista, y presentar cinco o seis ítems de reclamo muy fuertes al Gobierno para afrontar lo más catastrófico e inmediato de lo que está pasando”. “Pero se debe cambiar el modelo económico del Gobierno Nacional y se hace a través del voto. Eso se hace en 2019; ahora se puede poner el freno”, concluyó.
El Dr. Daniel Gollan es un sanitarista rosarino formado como médico en la Universidad Nacional de Rosario y tiene una larga trayectoria en distintos ámbitos de la salud pública. Además cuenta con dos posgrados en Epidemiología y de Especialista en Salud Pública, ambos por la UBA. Antes de desempeñarse como ministro de Salud, fue secretario de Salud Comunitaria de la cartera sanitaria nacional. Previamente había ocupado los cargos de director nacional de Análisis Técnico y Control del Narcotráfico en el ámbito de la SEDRONAR y subinterventor de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT).