La historiadora Sandra Fernández, directora del Centro Científico Tecnológico (CCT) Conicet Rosario, describe el grave panorama a partir de los recortes presupuestarios, la degradación del Ministerio, la no designación de autoridades de áreas clave y el desprestigio discursivo de los investigadores y su trabajo en las redes sociales y medios de comunicación
El ahogo presupuestario a todo el sistema de ciencia y técnica nacional, que no difiere del que compromete a otros sectores del país, comenzó “de manera abrupta en agosto de 2023”, repasó Fernández en el estudio de Radio Universidad durante la nota para el programa ABC. Fue, detalló, con el famoso video de los varios “Afuera !!!” con el que el entonces candidato presidencial Javier Milei dejó en claro la dirección de su Gobierno en caso de ganar las elecciones, lo que finalmente sucedió pese a esa explicitación. Una dinámica, agregó la directora del Conicet, que se mantiene hasta el presente con diferentes intensidades.
Cada 15 días, en promedio, señaló al respecto, hay un nuevo capítulo del mismo derrotero de destrucción del sistema de Ciencia y Técnica, incluido el Conicet y las universidades nacionales. Marcó algunos de los jalones de ese proceso: la degradación del Ministerio de Ciencia a Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología dependiente de Jefatura de Gabinete, un hecho que calificó como “muy grave” porque afecta a todo el sistema. Otro remite a la no designación de autoridades en varias áreas. Entre ellas, destacó la Agencia I+D+I, que otorga fondos para investigación básica pero también a programas de vinculación tecnológica con el sistema productivo y para la generación de empresas de base tecnológica.
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Se trata, aclaró sobre este último, de un financiamiento que en su casi totalidad no proviene del Tesoro sino del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) y del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE). Es decir, no compromete el dogma de dèficit cero que la gestión nacional coloca como prioridad absoluta.
Y en este estado de cosas, siguió Fernández, los fondos ya habilitados para proyectos que previamente habían sido evaluados, permanecen congelados.
Las afectaciones se vehiculizan también en episodios menos resonantes, pero cotidianos y del orden simbólico, como los comentarios de funcionarios o referentes del espacio “libertario” en redes sociales o programas de medios masivos de comunicación.
El ataque “más frontal”, no obstante, es a través el recorte presupuestario, enfatizó Fernández. Afecta no solo al Conicet sino también a las universidades, teniendo en cuenta que la mayoría de los institutos de investigación son de doble dependencia (el Consejo y las casas de estudios superiores). La prórroga del presupuesto 2023 para el sector durante este año es un instrumento clave en esa dirección: se trata del elaborado en 2022, que no contemplaba la alta inflación que se sucedió.
Otros dos hechos que agravan el escenario se dieron, añadió la investigadora, en enero último. Se refirió así a la no renovación de los contratos de unos 40 agentes de los denominados artículo 9, correspondiente a personal de apoyo técnico, algo que “nunca había ocurrido en el Conicet”, y la adenda de los firmados para todo 2024 para limitar su extensión al 31 de marzo.
Junto a ello, la reducción de las becas, que dinamitan el “semillero de recursos humanos”, que es una inversión a largo plazo del sistema y de que implica un desmantelamiento que no se puede revertir sino en años.
Fernández aclaró además, contra el discurso oficial, que el Conicet recibe fondos del Tesoro nacional básicamente destinados a los salarios del personal, pero el núcleo del financiamiento de las investigaciones proviene de subsidios nacionales e internacionales conseguidos en concursos organizados por instituciones públicas y privadas.
También interpeló la proclama oficial sobre un direccionamiento de la ciencia y la tecnología hacia la vinculación con el mundo productivo, eficiente y de respaldo al sector privado. Una contradicción, marcó, una declamación en el aire sin un proyecto real porque el vacío de autoridades que tomen decisiones y el congelamiento de fondos provenientes de instituciones no estatales obtura cualquier avance en ese sentido.
Los embates simbólicos, una lógica fascista
La directora del CCT Rosario afirmó que un elemento central de la ciencia es que la producción científica tenga una legitimidad que se construye con reconocimientos fundamentados internos e internacionales. Y en este momento, lo que se da es un ataque a los presupuestos racionales de las disciplinas desde la mera opinión sesgada o el pensamiento mágico.
Se trata, abundó de un proceso que remiten a lógicas fascitas, reconocibles por las propias investigaciones que son destructivas de culturas educativas pero también materiales, de movilidad social, de definición del estatus de los actores de la ciencia y la tecnología dentro de la sociedad, un diagnóstico que hay que tener claro.
Ante eso, propuso no pensar en la resistencia ni en la supervivencia como articuladores, sino en la acción para modificar la dirección de los daños que, aclaró, no afectan solo al sector sino a toda la sociedad.