Especialistas de distintas áreas compartieron su mirada sobre cómo se configuró el hecho simbólico sobre el cambio de Gobierno nacional, el discurso del nuevo presidente, sus gestos, y el escenario inmediato de la gestión
Esperar a ver qué sucede y tomar distancia para el análisis fueron dos de las premisas volcadas por los invitados del programa Apuntes y Resumen del lunes posterior a los actos de asunción de Javier Milei como nuevo presidente de la Argentina.
De la conversación participaron Oscar Blando, doctor en Derecho y profesor de Derecho, además de ex director de Reforma Política y Constitucional de Sante Fe, la comunicadora social y docente Viviana Della Siega, y Sandra Valdettaro, integrante del Centro de Investigaciones en mediatizaciones, doctora en Comunicación y Master en Ciencias Sociales.
Blando admitió que, en lo personal, no se sorprendió por lo que sucedió el domingo en el Congreso de la Nación y fuera del mismo, con el discurso de Milei ante sus seguidores, de espaldas a una de las instituciones de la República.
A 40 años de la recuparación de la democracia, reconoció, nunca pensó escuchar en una plaza, como la de Mayo, que una multitud vivara a un presidente que les avisa sobre la intención de reprimir las manifestaciones, y que como respuesta gritaran “policía, policía”. Blando aclaró que es pesimista sobre la etapa que se avecina, y en ese sentido recordó que el fundador de La Libertad Avanza no pudo contestar a la pregunta sobre si creía en la democracia y que, además, en su primer discurso, fuera del Congreso, no la nombró. Tampoco el aniversario 75 de la Declaración Universal de los Derechos Hhumanos.
Lo de “dar la espalda” al Congreso, siguió, es propio de los populismos de extrema derecha: negar el ámbito donde se expresa la voluntad popular, los espacios de representatividad. Sobre el discurso, consideró que continuó marcando la división del campo simbólico entre malos y buenos. Y marcó, en línea con lo anterior, que se presentó como un líder que no le habla a las instituciones sino a sus seguidores.
Blando agregó que lo que escuchó fue una narrativa asentada en mitos, como el de la casta política, con la que elige antagonizar. Y atisbó en las palabras del nuevo presidente una concepción de monopolio del Poder Ejecutivo sobre los otros poderes. En particular, un ninguneo por las disidencias que se manifiestan en el Congreso como caja de resonancia institucional.
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El Estado y los derechos
Della Siega aclaró que, en principio, hay que darse un compás de espera, actuar “en el momento necesario y no a lo loco o de cualquier manera” ante un eventual avasallamiento de derechos o conquistas sociales. Las consideró muy probables ante lo que consideró un “combo peligroso”: Milei y su vicepresidenta, Victoria Villarruel, junto al ex presidente Mauricio Macri y y su ex funcionario, actual ministro de Economía, el avezado en finanzas especulativas Nicolás “Toto” Caputo, a lo que se suma el menemismo residual. “Nada bueno puede salir de eso, y ya lo vivimos”, auguró.
La docente marcó que Milei sostiene la concepción de que el Estado no debe garantizar derechos, que no es su esencia. Y lo traduce en la reducción de ministerios, secretarías y presupuestos correspondientes. Della Siega recordó que, más allá de sus vulnerabilidades y defectos, en el país siempre hubo Estado, y además presente. Porque el Estado, enfatizó, no son los circunstanciales gobernantes sino la educación y la salud pública, el sistema de Justicia, las elecciones que permiten la continuidad de la democracia.
En ese escenario, lamentó la desaparición o reducción a mínimas expresiones los espacios estatales de género y disidencias abiertos en los últimos años, que implican programas, mecanismos y dispositivos para brindar a las víctimas contención, reparaciones y la posibilidad de reconstruir sus vidas.
No obstante, señaló que Milei fue elegido por el 55% de los votantes, que por el momento lo respaldan fuertemente. “Hay que dejar transcurrir el tiempo para ver cómo las medidas impactan, sobre todo, en los sectores medios“, juzgó necesario. Y recordó que el flamante jefe del Estado dijo lo que iba a hacer, más allá de las interpretaciones que hizo una parte del electorado sobre si efectivamente cumpliría o no.
Blando intervino para recalcar que “sin Estado no hay derechos“. Y criticó la concepción del Estado como enemigo de la libertad, que calificó como reaccionaria. Puede serlo, admitió, por ejemplo en regímenes dictatoriales, “pero no en un estado de derecho”. Y alertó sobre las consecuencias de erse pensamiento: una invocación de derechos sin garantías de materialización y promoción es abstracta. Porque el mercado no es un sustituto.
Ese ideario, agregó, es contrario incluso a la Constitución Nacional, que a partir incluso de la incorporación de los tratados internacionales en la reforma de 1994 pone al Estado en la obligación de garantizar y promover derechos universales definidos por esos documentos.
La propiedad privada, ese derecho que insume “gasto público”
La aseveración repetida por Milei de que los derechos sociales y económicos son los únicos que insumen gasto público es falsa, destacó Blando. Por el contrario, explicó, hay todo un andamiaje jurídico que protege el tan priorizado derecho de propiedad. Y lo hace con ingentes recursos, mediante el Código Civil, el Comercial, buena parte del Penal, los registros como el automotor o el inmobiliario. Y eso, desde la misma fundación del Estado argentino, que nació capitalista.
Se trata de una de las instalaciones discursivas que hay que discutir, alertó el especialista en derecho. Como también, la exigencia de una gobernabilidad esgrimida como extorsión. Eso, repasó, no es nuevo: en 1975, la Comisión Trilateral –organización internacional privada formada por empresarios de Japón, Estados Unidos, Canadá y Europa Occidental bajo el impulso de David Rockefeller– planteaba que “la crisis de las democracias era consecuencia de un exceso de demandas, y que la respuesta era la represión”. En ese sentido, señaló, hay que ver qué hace el Congreso.
Valdettaro diferenció sus reacciones ante el hecho fundacional del nuevo Gobierno. Como ciudadana, lo vivió con inquietud. Desde lo académico, consideró que “hay que tomar un poco de distancia” como requisito para, desde las Ciencias Sociales, la Comunicación, la Semiótica, poder sustraerse al sistema de pasiones que impregan el esquema político argentina y así encarar el análisis.
La performance de la asunción de Milei, señaló Valdettaro, es coherente con la escena comunicativa que diseñó su equipo para la campaña electoral. Con un estilo que se intentó presentar como de renovación. Es, aclaró, un fenómeno complejo. Entre otras cosas, porque más de la mitad de los votantes optaron por esa opción, y los estigmas no son buen anclaje para construir explicaciones.
Necesidad de sumar saberes para explicar el fenómeno
Valdettaro indicó que, bajo esta irrupción de un espacio que rompe la tradición política argentina, hay situaciones objetivas difíciles, en lo económico y social, un enojo en torno a un vínculo con lo político decepcionante para muchos, que alimenta pasionalmente la inclinación a vehiculizar ese enojo por las demandas incumplidas hacia significantes exitosos, como el de la “casta”.
Habrá que recurrir a técnicas de la antropología, la etno metodología, como los análisis de Pablo Semán o Javier Auyero, siguió la especialista, para conectar las condiciones de vulnerabilidad con el sistema pasional y la expresión de voto. Y para ello habrá que sumergirse en el terreno, hacer trabajos empíricos. No hay manuales para el fenómeno.
Lo que es posible atisbar, continuó, es un despegue de las identidades y representaciones fuertes en lo político, ya esbozado antes, pero potenciado. Hay fluctuaciones, electorados flotantes que cambian con rapidez, y a la vez es una dinámica que empalma con fenómenos globales.
Sin embargo, consideró que el tiempo para poder observar la respuesta de los distintos sectores sociales, y con ello los reacomodamientos, no será largo.