Por Silvana Comba y Edgardo Toledo
Comunicadores, docentes e investigadores de la Licenciatura en Comunicación Social de la UNR
Radio y Televisión Argentina (RTA) fue creada en 2009, tras la sanción de la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, para reemplazar al Sistema Nacional de Medios Públicos. Desde diciembre de 2015 depende de la Secretaría de Medios y Comunicación Pública.
RTA es una empresa pública que administra los medios de comunicación estatales. Tiene a su cargo la operación de la Televisión Pública, Radio Nacional, la Unidad de Negocios de Radio Nacional, Radiodifusión Argentina al Exterior y la agencia de noticias Télam. Además, el Archivo Histórico de RTA se encarga del ordenamiento, preservación, digitalización y puesta en estado público del material audiovisual y sonoro, tanto grabado como emitido por Radio Nacional y la TV pública, a través de Prisma, la plataforma web que hace posible la democratización del acceso a este acervo audiovisual y sonoro.
Al día siguiente de haber sido elegido presidente, Javier Milei aseguró que privatizará la Televisión Pública, Radio Nacional y Télam. “No adhiero a esas prácticas de tener un Ministerio de Propaganda encubierto: tiene que ser privatizado. Lo mismo con Radio Nacional. Todo lo que pueda estar en manos del sector privado, va a estar en manos del sector privado”, declaró.
Por su parte, la titular de Radio y Televisión Argentina (RTA), Rosario Lufrano; la directora de la agencia Télam, Bernarda Llorente; y la gerenta general de Contenidos Públicos, Jésica Tritten, señalaron que la intención de privatizar los medios públicos “demuestra un gran desconocimiento del rol que cumplen en la construcción democrática”.
El investigador Alejandro Linares, en su libro Medios públicos en la Argentina (2022), lo explica de modo contundente: “Los medios públicos pueden y deben contribuir con la ampliación de los horizontes de la libertad de expresión. Su misión los compromete con la democratización de la cultura, las comunicaciones y la sociedad… Cada sociedad tiene particularidades, condiciones y sistemas políticos distintos. Además, las tecnologías de la información y la comunicación transforman permanentemente los contornos de la actividad de los medios.”
A su vez, las titulares de los medios públicos recordaron que el “mandato de servicio público está establecido por las leyes vigentes”.
Veamos el caso de la Agencia Télam, la mayor conexión informativa federal del país, sobre todo tras el cierre de la agencia DyN en 2017, de gestión privada, cuyos mayores accionistas eran Clarín y La Nación. Télam cuenta con 28 corresponsales en todo el territorio nacional y 4 en el exterior. Es la segunda agencia noticiosa en importancia en idioma español, después de EFE, que también es estatal, y su accionista mayoritario es el estado español. Como toda agencia noticiosa en el presente, Télam brinda servicios informativos a periodistas y a medios, pero también a la ciudadanía de modo directo, público y gratuito, a través de su sitio web y redes sociales. Además, realiza otras funciones como la gestión de la publicidad oficial. En junio de 2018, el gobierno de Macri despidió a 357 trabajadores de Télam. En aquel momento, el vaciamiento de la empresa fue resistido y se inició un juicio para anular la medida. Como resultado, por orden judicial, los trabajadores despedidos debieron ser reincorporados.
Este es sólo un ejemplo de cómo la toma de decisiones improvisadas y dogmáticas en los medios estatales no sólo daña el acceso a la información de la ciudadanía, sino que, además, es gravosa e ineficiente en lo económico, por la cantidad de juicios que genera y que el Estado termina pagando.
En las políticas públicas de comunicación deben ponderarse, al menos, dos ejes: la importancia del medio como productor y difusor de noticias tanto hacia organizaciones periodísticas como hacia la ciudadanía, y los derechos de sus trabajadores. Los activos públicos cumplen funciones y prestan servicios distintos y necesarios a los privados. No todo es lucro: improvisar desde el dogmatismo puede causar mucho daño. Como vimos, ya lo ha hecho en el pasado.