La nueva ciudadana ilustre de la República de Falso Vivo es una integrante de la comunidad kolla-chaykusca que trabaja y milita para que sus orígenes y cultura sean respetados. En la previa a la celebración de la Madre Tierra, estuvo en los estudios de Radio Universidad después de saludar en Rosario a los integrantes del Tercer Malón por la Paz que marchan a Buenos Aires en rechazo a la reforma constitucional de Jujuy
Cristina Choque llegó a Radio Universidad en un día agitado para ella. Fue después de estar con los manifestantes que hicieron alto en Rosario en la marcha que emprendieron desde Jujuy y tiene por destino la ciudad de Buenos Aires. Este Tercer Malón por la Paz se propone instalar en la agenda nacional la pérdida de derechos que la reforma de la carta magna impulsada por el gobernador Gerardo Morales implica para los pueblos originarios.
Choque hizo referencia a los cuatro suyos del Imperio incaico, que agrupan sus provincias o huamanis. El conjunto de los cuatro suyos es el Tahuantinsuyo, las cuatro naciones. Y en Jujuy, dijo, los nombres están asociados a las comunidades originarias. “Jujuy es un conglomerado colla”, recordó. Y ahí están como referencia los omahuaca, los tilianes, los tilcara o los maymará. “Hay mucha identificación con el territorio y la tierra”, agregò sobre lo que significan las modificaciones legislativas que avanzan sobre los derechos en esas tierras que habitan ancestralmente.
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Por eso, señaló, la gran ceremonia de la Pacha Mama, “sentida desde el corazón”, tiene este año la impronta de la renovada defensa de derechos en riesgo al calor del extractivismo minero en el norte argentino. En particular, con la explotaciòn del litio en Jujuy.
La “ciudadan ilustre” recordó la resistencia de siglos para mantener la identidad. Así, cómo las prácticas culturales de las naciones incas fueron prohibidas durante el virreynato del Perú encabezado por Francisco Álvarez de Toledo. Los ritos y las ceremonias se retrajeron de los espacios públicos, explicó, pero siguieron en los privados y se transmitieron “de boca en boca” y de generación en generación hasta la actualidad.
La celebración de la Pacha Mama, este 1° de agosto, es un ejemplo de esa trascendencia cultural. Es la consmovisión centrada en el tata Inti y la madre tierra, destacó Choque. Es que, aclaró, “junto con el sol es la que madura la comida”. Y por eso es “la vida misma”.
“El 1° de agosto se abre la tierra y cuando el sol da perpendicular a ese pozo es el momento de la ofrenda, un agradecimiento por todo lo recibido durante el año. Y el pedido para el próximo”, resumió el sentido de la celebración. Pero algo lo antecede: en la víspera, se “junta todo el pueblo para reflexionar sobre la relación con la tierra en base a tres dictados: no mientas, no robes y no seas perezoso“.
Cristina es oriunda de Volcán, localidad del departamento jujeño de Tumbaya, a 42 kilómetros de la capital San Salvador. Recordó su infancia, en un paisaje siempre lluvioso, con juegos y responsabilidades, con las abuelas como los grandes “libros” que transmitían los conocimientos, con su padre trabajador “de caminos” con el que luego la familia se trasladó a Cerrillos, en Salta, donde asistiò a la escuela primaria.
A la radio llegó con el whipala y aclaró los malos entendidos: es un emblema, no una bandera como las occidentales, que son en general símbolos de guerra. Son 49 cuadrados, y cada color tiene un significado. “Denota la igualdad de los pueblos”, en un marco donde “ninguno prevalece sobre el otro”.