Por: Santiago Torossi

Amarillo por el tiempo, el telegrama sigue enmarcado como testigo de una historia de amor y guerra. “Compré cocina. Te necesito pero Argentina te necesita más. Te quiero. Carmen.” Esas palabras escritas a máquina en 1982, viajaron desde Monte Grande hasta Puerto Argentino, donde el cabo Jorge Sabbagh, de la Fuerza Aérea Argentina, lo recibió con las manos heladas y el corazón latiendo fuerte. En plena Guerra de Malvinas, ese mensaje fue su refugio.

Sabbagh tenía 18 años cuando partió a las Islas. En el bolsillo llevaba la foto de Carmen, su prometida. “Nos conocimos en la plaza y me enamoré al instante. Antes de irme, le propuse casamiento. Eran los ojos más lindos que había visto”, recuerda. Pero la guerra se interpuso. Como especialista en comunicaciones, viajó tres veces entre el continente y Malvinas para instalar sistemas esenciales. En mayo del ‘82, quedó asignado definitivamente al aeropuerto de Puerto Argentino.

Desde allí, envió tres telegramas. No hubo respuesta. Hasta que, en medio del frío y la incertidumbre, llegó el mensaje de Carmen. “Cuando vi su nombre en el sobre, sentí que volvía a respirar”, dice. Ese telegrama le devolvió el alma al cuerpo. Si ella lo esperaba, entonces tenía que volver.

Tras 40 días en las islas, Sabbagh regresó al continente. Lo primero fue el abrazo de su madre, que lo tocaba como asegurándose de que estaba entero. Luego, una ducha eterna. “Me quedé sentado en el piso, dejando que el agua caliente me devolviera un poco la vida”, cuenta. Después, salió a buscar a Carmen. Se puso perfume, por las dudas. Tocó la puerta y, al verla, se fundieron en un abrazo silencioso. No hicieron falta palabras.

Hoy, 43 años después, Jorge y Carmen siguen juntos. Construyeron una familia y una historia que resiste el paso del tiempo, como la memoria de Malvinas. Una historia de guerra y amor, de sacrificio y reencuentro, de una patria que los llamó y de un amor que los sostuvo.