Matías De Bueno, secretario del Área de Política Ambiental de la UNR, explicó que la deforestación en Bolivia y otros países de Sudamérica, sumada a los incendios forestales que arrasaron con millones de hectáreas en el Amazonas, genera un impacto climático significativo. El humo de los incendios llegó al territorio argentino, afectando la calidad del aire en al menos diez provincias del norte del país
En medio de una crisis ambiental de escala significativa, el gobierno de Bolivia declaró la emergencia nacional por los incendios forestales que ya devastaron más de cuatro millones de hectáreas de bosques y pastizales. Las llamas, que llevan tres meses sin control, también afectaron la región amazónica en Brasil, agravando la situación climática en toda América del Sur. Matías De Bueno, secretario del Área de Política Ambiental de la UNR, brindó un análisis sobre las causas y consecuencias de estos incendios.
En diálogo con La Marca de la Almohada, De Bueno señaló que “hace años se desarrolla una política de deforestación en la región”. El especialista destacó la magnitud del problema al comparar los incendios en Bolivia con los que afectan a Argentina: “En Bolivia, solo en la Amazonia, se incendiaron en estos meses 4 millones de hectáreas, mientras que en Argentina fueron 1,2 millones de hectáreas”. La dimensión del daño, según explicó, revela un panorama desolador para el medio ambiente.
El humo generado por estos incendios cruzó las fronteras, afectando la calidad del aire en varias provincias argentinas. El Servicio Meteorológico Nacional (SMN) emitió una advertencia especial para Catamarca, Chaco, Corrientes, Formosa, Jujuy, Misiones, Salta, Santa Fe, Santiago del Estero y Tucumán, advirtiendo sobre los riesgos para la salud y la visibilidad en estas zonas. “Hay que prepararse para un año complejo en materia climática”, señaló De Bueno, anticipando que las condiciones podrían empeorar en los próximos meses.
La advertencia del SMN recomendó a los habitantes de estas provincias evitar actividades al aire libre, proteger las vías respiratorias y oculares, y extremar las precauciones al circular por las rutas debido a la visibilidad reducida. El organismo también subrayó la importancia de mantenerse informados por las autoridades locales para enfrentar esta situación.
El gobierno boliviano movilizó más de cinco mil bomberos voluntarios y contó con el apoyo de países vecinos para intentar controlar los incendios, que se propagaron rápidamente debido a las condiciones climáticas adversas. A pesar de estos esfuerzos, el fuego continúa avanzando y el impacto en el ecosistema es devastador. “Cuántas más pequeñas son las partículas que llegan, mayor es el impacto en la salud”, explicó De Bueno, haciendo referencia a la presencia de partículas finas en el aire que pueden afectar gravemente a la población.
En ese sentido, De Bueno vinculó los incendios forestales con la deforestación masiva que se viene realizando en la región en los últimos años. “La política de deforestación está directamente relacionada con la expansión de la frontera agrícola y ganadera en Bolivia y otros países de América del Sur”, afirmó. Esta práctica, explicó, no solo destruye los bosques, sino que también aumenta la vulnerabilidad de estas áreas a los incendios.
El especialista también resaltó que este fenómeno no es exclusivo de Bolivia. En Brasil, los incendios forestales en la Amazonia siguen fuera de control, lo que genera preocupación en toda la región por sus efectos en el clima global. “Lo que estamos viendo es un problema ambiental a escala continental, y las consecuencias no se limitan a los países donde ocurren los incendios”, advirtió De Bueno, señalando que los efectos del humo y la destrucción de los bosques repercutirán a largo plazo.
La situación en Argentina, aunque menos grave que en Bolivia, sigue siendo preocupante. Según el informe del SMN, la visibilidad en algunas zonas del norte argentino se redujo drásticamente debido al humo, afectando tanto la salud pública como la actividad económica. “Este tipo de fenómenos tienen un impacto directo en la vida diaria de las personas, desde la salud respiratoria hasta la seguridad en las rutas”, concluyó el especialista.
De Bueno advirtió que los incendios forestales, junto con la deforestación y la sequía, forman parte de un ciclo vicioso que agrava la crisis climática en toda la región. “Si no actuamos de manera urgente para frenar la deforestación y promover políticas de reforestación, veremos cada vez más incendios de esta magnitud”, enfatizó.