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Los resultados de las elecciones para el Parlamento Europeo: entre la debilidad y la apatía

Por Marta Cabeza.

Docente de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) e integrante del Grupo de Estudios sobre la Unión Europea (GEUE)

Del 6 al 9 de junio se desarrollaron las elecciones al Parlamento Europeo, dando lugar a la conformación política de la X Legislatura, que se extenderá hasta el 2029.

El Parlamento Europeo tiene funciones legislativas y presupuestarias y, junto con el Consejo y la Comisión Europea, interactúa para definir y delinear las políticas que se implementan en todo el territorio de la Unión Europea. Recordemos que es la única institución comunitaria cuyos miembros son elegidos directamente por todos los ciudadanos de los países que integran la Unión, a través del sufragio universal.

En estas elecciones se pusieron en juego las 720 bancas que se distribuyen entre los estados miembros en forma variable y aproximadamente proporcional a su población, siguiendo reglas de proporcionalidad decrecientes (Alemania es el país que más representantes tiene, siendo Chipre, Malta y Luxemburgo los que menos).

Los partidos políticos compiten a nivel nacional (sólo en algunas pocas excepciones se presentan en varios países en simultáneo) y luego, en el Eruoparlamento conforman grupos o familias políticas respondiendo a sus afinidades y cercanías ideológicas.

Según los resultados parciales que fueron comunicados hasta el momento, la mayoría de las bancas disponibles, un total de 186, quedaron en manos del Partido Popular Europeo que aumenta así 10 eurodiputados con respecto a la Legislatura anterior. Es decir que la mayoría simple dentro del Europarlamento sigue en las mismas manos, de centroderecha y europeístas. El grupo Socialistas y Democráticos obtuvo 135 bancas, perdiendo sólo dos, lo que es considerado un no tan mal resultado. Entre los grandes perdedores se encuentra el liberal “Renew Europa” y el Partido Verde, perdiendo respectivamente 23 y 19 bancas.

Estos cambios en las preferencias de los ciudadanos europeos evidencian un crecimiento de los partidos de derecha, que han logrado aumentar sus bancas en los principales países de la Unión.

Los grupos parlamentarios que se ven favorecidos con esta elección son Identidad y Democracia, conformado por partidos de derecha y extrema derecha, y Conservadores y Reformistas Europeos, que incluye partidos conservadores y euroescépticos, aumentando 9 y 4 bancas respectivamente.

El dato trascendental es que más de 50 eurodiputados acceden al Parlamento por primera vez y no están afiliados a ninguno de los grupos constituidos en el Parlamento saliente. Muchos de estos nuevos representantes pertenecen a partidos de derecha o nacionalistas, pero también algunos responden a partidos de izquierda o independientes, haciendo más complejo el panorama. Según como se den las opciones respecto a las familias políticas se podrá afectar o no el equilibrio de fuerzas en la Eurocámara.

Como resultado inmediato de las elecciones el presidente francés Macron, en el epicentro de la tormenta luego del triunfo del partido Agrupación Nacional de Marine Le Pen, ha anunciado la disolución de la Asamblea Nacional y el llamado a elecciones legislativas.

En España, el Partido Popular ha superado al Partido Socialista de Pedro Sánchez, pero este último solo ha perdido un escaño en el Parlamento, limitando los resultados que se esperaban aún más negativos. Vox, el partido de extrema derecha, logró duplicar sus eurodiputados en números absolutos, pero quedando sólo con el 10% de los votos totales.

Por su parte, en Alemania, Alternativa para Alemania (AFD), partido nacionalista, euroescéptico y anti migraciones, se constituye en el segundo partido más votado del país, luego de los conservadores, penalizando así a los socialdemócratas que sostienen al canciller Olaf Scholz, que quedaron en tercer lugar. Los europarlamentarios de AFD no escogieron aun a qué grupo se adherirán, por lo que este dato será de suma importancia para interpretar mejor los efectos de su crecimiento en la política parlamentaria.

En cambio, en Italia, la actual primera ministro Georgia Meloni sale fortalecida por los resultados, mostrando su partido Fratelli d’Italia un aumento considerable de apoyos. Lo mismo sucedió en Austria, Chipre, Grecia y Países Bajos con los partidos conservadores y nacionalistas de derecha.

Se muestra así el crecimiento de los partidos de derecha y extrema derecha y, haciendo foco en Francia y Alemania, grandes pilares del proyecto europeo, esta distribución de apoyos lleva a suponer que, aunque no lleguen a conformar mayoría, tendrán cierta incidencia sobre la agenda y los temas de debate en la arena política.

El nuevo Parlamento también tendrá su proyección sobre la próxima Comisión Europea porque ambos mandatos están alineados y cuando se inicia una nueva legislatura al poco tiempo se elige una nueva Comisión, incluida su presidencia, que Úrsula von der Leyen quiere mantener.

Los analistas coinciden en afirmar que lo que surge de la expresión ciudadana de los últimos días es una Europa debilitada, que tiene que enfrentar escenarios de mucha complejidad. En el ámbito internacional basta mencionar el frente bélico abierto en Ucrania, el conflicto entre Hamas e Israel en Gaza y un posible regreso a la presidencia norteamericana de Donald Trump. Un dato que completa esta relativa debilidad es la poca asistencia a las votaciones, que mantiene a los ciudadanos europeos en la misma apatía de siempre: sólo se presentó a votar el 51% del total, muy similar al comportamiento mostrado en la conformación de la IX Legislatura en el 2019.

Pero también es pertinente mencionar que, si bien el avance de algunas posiciones más extremas mostraría el fortalecimiento de un euroescepticismo, penalizando los posicionamientos europeos del pasado cercano, en lo inmediato esto no está impactando en los equilibrios internos de las instituciones europeas. Quizás sea indispensable completar estas lecturas analizando las situaciones nacionales, abordando los compromisos democráticos dentro de cada lógica interna, sin dar por cerrada la conformación de una corriente euroescéptica consolidada y homogénea.