El economista de la UNR describió destacó que el conjunto de medidas adoptadas por el Gobierno de Javier Milei carecen de un marco de coherencia y son como un Frankestein. La declamada recuperación en V, dijo, es imposible porque todas las decisiones conspiran contra el crecimiento del producto bruto interno
Consultado por el programa Apuntes y Resumen, Fiscella señaló, a poco de que el Ejecutivo envìe el nuevo paquete fiscal al Congreso, que esa segunda versión en reemplazo del que se retiró de la original ley Bases carece de lógica, es frágil y en todo caso parece sintonizar con las contradicciones que se sucenden en lo que va de la gestión de Milei: a tono con un rumbo económico que hace recordar al mítico Frankestein por la conjunción de decisiones divergentes.
Cuando lo necesita, el presidente se explicita liberal o libertario, asegura que los mercados no tienen falla, pero luego su ministro de Economía, Luis Caputo, acusa a sectores como el de la medicina privada de carteliación, ejemplificó Fiscella lo errático de las señales oficiales. Y más: la inflación es todo momento y lugar un fenómeno monetario, proclaman los libertarios, pero enseguida sostienen, para planchar las paritarias, que los aumentos salariales producen inflación.
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“Esas inconsistencias se van a pagar a al larga”, vaticinó el economista de la UNR. Hasta ahora lo que se ve, agregó en ese sentido, es “una fiesta financiera” sostenida durante el verano por el cepo cambiario, que el Gobierno mantuvo a pesar de la mega devaluación al inicio de la gestión y el reproche de que las restricciones del mercado de divisas fueron uno de los peores males del país.
Con esa descripción, FIscella consideró que el repetido pronóstico de un pronto “rebote en V” de la economía que repite el núcleo gubernamental y sus socios idelógicos es imposible por el desplome del consumo interno, que explica entre el 60 y el 70% del producto interno.
Explicó que el PBI es consumo, inversión, gasto público y exportaciones netas. Los tres primeros componentes experimentan un profundo retroceso por las medidas directas o como consecuencia de las mismas. En todo caso, admitió, el único sector, privilegiado, que puede mostrar una recuperación de ese tipo es el agrario.
El famoso rebote en V, con estos modelos neoliberales, abundó Fiscella, es a lo sumo posible en el largo plazo. Y ejemplificó: al dictador Augusto Pinochet, en Chile, con terrorismo de Estado que aplacó cualquier resistencia política y social, le demandó cinco años bajar la inflación del 300 al 40%.
El nuevo paquete fiscal es del mismo tenor inconsistente, marcó el economista. Extiende la propia contradicción de Milei, porque parte de la propuesta que está en el Congreso es la reposición del impuesto a las Ganancias de la cuarta categoría, con lo que un trabajador que está tratando de eludir la línea de pobreza, si consigue incrementar sus ingresos, termina tributando el impuesto y cayendo de nuevo en la pirámide social. Lo mismo sucede con las iniciativas respecto del monotributo, con escalas extrañas y cargas altas que impulsan el salto a la categoría de responsable inscripto por el avance inflacionario sobre los topes.
En tal escenario, siguió, la única medida que le queda al Gobierno es ampliar y profundizar los recortes. Es decir, no generar más valor en la economía sino achicarla. Una muestra de ese derrotero es la decisión de liberar todos los precios, a tono con el manual libertario, menos los salarios y jubilaciones. Lo que buscan en el Ministerio de Economía es que ese precio quede quieto para aplacar al resto. “El ancla es la gente”, resumió. Y entonces, la pregunta inevitable: qué sostenibilidad social tiene. Lo único que puede mostrar el Gobierno es ganancias en el mercado financiero. Los bonos en alza son la única variable positiva, pero la pagan los jubilados con los recortes a sus haberes.