El gobierno de Javier Milei avanzó en la estatización de la deuda de importadores en dólares, introduciendo los Bonos para la Reconstrucción de una Argentina Libre (Bopreal). Lavih Abraham, analizó las complejidades y destacó las incertidumbres de esta estrategia, que plantea interrogantes sobre sus efectos a largo plazo para la economía nacional
El gobierno nacional reveló la conformación de un bono para afrontar deuda de importadores en dólares, una medida que según plantea Javier Milei, busca aliviar la presión sobre las empresas con deuda comercial extranjera. El Banco Central, ahora presidido por Santiago Bausili, permitirá a estas compañías acceder a un nuevo instrumento financiero: los Bonos para la Reconstrucción de una Argentina Libre (Bopreal), con vencimiento máximo previsto para el 31 de octubre de 2027.
Lavih Abraham, economista en Mirador de la Actualidad y la Economía (MATE) y docente en Derecho UNR, compartió sus reflexiones con La Marca de la Almohada acerca de esta medida instrumentada que se codifica como una estatización de deuda privada de empresas locales.
Según Abraham, durante los años 2022 y 2023, los importadores acumularon deuda significativa al no poder pagar las compras en el exterior debido a la escasez de dólares. “El gobierno, a través del sistema SIRA, autorizó estas transacciones, prometiendo dólares que, lamentablemente, no estuvieron disponibles debido a la sequía financiera”, expresó.
Ene se sentido manifestó: “El BCRA ahora ofrece una solución a través de los Bopreal, dando a los importadores la posibilidad de pagar sus deudas en 3 o 4 años mediante un bono. Este bono se canjea a la tasa oficial de cambio en pesos, brindando a los importadores una herramienta negociable para hacer frente a la falta de dólares”.
La falta de acceso a dólares para pagos y préstamos extranjeros complicó aún más la situación, según Abraham. Aquí es donde entra en juego la nueva estrategia del Banco Central: los Bopreal. Estos bonos ofrecen a los importadores la posibilidad de pagar sus deudas en un plazo extendido, a través de un mecanismo que involucra un tipo de cambio oficial en pesos.
“Esta maniobra absorberá una cantidad significativa de pesos en manos de las empresas”, advirtió Abraham, destacando la naturaleza de la operación. Además, la posibilidad de comerciar los bonos agrega un componente negociable, permitiendo a los importadores obtener dólares y a los tenedores del bono decidir entre venderlo o mantenerlo hasta su vencimiento.
Abraham destacó la incertidumbre sobre el destino final de esta deuda, que ahora recae en manos del Banco Central. “Es difícil prever cuál será el verdadero negocio detrás de todo esto y quién se beneficiará más”, comentó, subrayando la complejidad de la situación.
“Es difícil prever cuál será el verdadero negocio detrás de todo esto y quién se beneficiará más. Las empresas con grandes ganancias en pesos no redistribuyen ingresos, sino que invierten parte y convierten el resto en dólares, ejerciendo presión sobre el tipo de cambio”, concluyó Abraham.