El Inta (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) objetó la difusión de los resultados de mediciones de rastros de pesticidas realizados sobre habitantes de Buenos Aires y otras provincias, además de aire y agua, que fue parte de un monitoreo mundial financiado por la Unión Europea. Uno de los voluntarios del estudio habló en Radio Universidad
El mapeo biológico humano integra el proyecto SPRINT (Transición Sostenible de Protección Vegetal: Un Enfoque de Salud Global) sobre los impactos de los agrotóxicos en la salud humana y el ambiente. La parte argentina estuvo a cargo de la investigadora Virginia Aparicio y su equipo, precisamente desde el Inta, cuya conducción alegó cuestiones de incumbencia del organismo para postergar la difusión de las conclusiones, que de todos modos se conocieron.
Claudio De Francesco es doctor en Ciencias Biológicas, investigador del Conicet especializado en ciencias de la tierra, del agua y de la atmósfera. Fue uno de los voluntarios de la parte local del estudio SPRINT, pero aclara que no formó parte del equipo que lo realizó. De todos modos, se comprometió con la voluntad de informar sobre los resultados ante las objeciones planteadas por la dirección del Inta y desde ese lugar dialogó con el programa La Marca de la Almohada.
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Las conclusiones del relevamiento llegaron a la Argentina en julio pasado, repasó la controvertida saga. Señaló que la coordindora local, Aparicio, convocó entonces a una reunión virtual –los voluntarios residen en diferentes localidades– para poner en común esa información. Pero a los pocos días, siguió, surgió la indicación de suspender el encuentro para evaluar, según los argumentos del Inta, la incumbencia o no del organismo en temas de salud humana.
A raíz de eso, investigadores y voluntarios requirieron explicaciones y desde el instituto “respondieron desde la óptica legal, con formalismos jurídicos” que no involucraban cuestiones de fondo explícitas, señaló De Francesco. Y la sospecha de todos fue que no había voluntad de hacer públicos los resultados
“Hubo después una reunón con la coordinadora habilitada por el nuevo director del Inta, quien se comprometió a vincular los resultados obtenidos con el Ministerio de Salud de la Nación, pero eso no sucedió”, continuó el doctor en Ciencias Biológicas, que reside en Mar del Plata.
Los datos sobre los resultados obtenidos de cada voluntario se comunicaron, por parte de los responsables de SPRINT, a cada uno de ellos en forma individual, pero fueron puestos en común. Para poder interpretarlos, explicó De Francesco, comenzaron las consultas con especialistas en la temática. Y adelantó que probablemente los proximos contactos sean con profesionales de la Universidad Nacional de Rosario.
En Argentina, el relevamiento se hizo en noviembre de 2021 y abarcó sudeste de la provincia de Buenos Aires (desde Dorrego a Mar del Plata y desde Necochea hasta Tandil). Se tomaron 75 muestras ambientales, 180 muestras en 36 animales y 365 en 73 personas. Del proyecto participan además 10 países europeos: Holanda, Dinamarca, Croacia, Eslovenia, Francia, Portugal, España, Italia, Suiza y República Checa.
Aún sin un procesamiento fino de la información que les llegó desde Europa, los datos, a simple vista, son preocupantes. “Se esperaban altas concentraciones de agroquímicos, pero se superaron las estimaciones“, destacó el voluntario. Recordó que durante una reunión en Nueva York, Estados Unidos, se presentaron los resultados globales y allí las tomas correspondientes a la Argentina ponían en evidencia que las tasas multiplicaban hasta por cuatro los valores registrados en Europa.
Todos los voluntarios de Argentina tenían presencia de del plaguicida glifosato en materia fecal y un 90% en orina. En sangre, observaron entre 2 y 10 plaguicidas, en orina se detectaron entre 6 y 13 y hasta 18 en material fecal. Los europeos, por el contrario, registraron más variedad de fitosanitarios, porque allì hay mayor variedad de cultivos, pero sin embargo, con menos concentraciones.
Los voluntarios se clasificaron en cuatro categorías: vecinos (de cultivos fumigados), consumidores (como grupo de control para observar derivas), productores convencionales (que aplican químicos) y agroecológicos. Las muestras del grupo de vecinos mostraron similares concentraciones que las de productores, y las de los consumidores apenas un poco inferiores, especificó De Francesco. Y eso demuestra, a priori, continuó, que los agroquímicos llegan igual hasta los centros urbanos a través de su permanencia en los alimentos o su traslado por el agua.