Milei como sorpresa que no debió ser. Antidemócratas dentro de la democracia, mundos del trabajo transformados, discursos anclados en el pasado, la necesidad de recomponer mensajes y repensar la llegada del Estado frente a la tentación del mercado. Una mesa de analistas sobre el cimbronazo de las PASO nacionales
Pasaron las PASO y se acercan las elecciones generales de presidente, vice y legisladores nacionales. El futuro del país al menos por los próximos cuatro años, y el escenario es de preocupación en torno a la calidad de la democracia. El fenómeno de la performance en las urnas de Javier Milei no es por generación espontánea, coincidieron los invitados a la Tertulia de Viernes.
En el estudio de Radio Universidad compartieron miradas el periodista Raúl Dellatorre, la integrante de la Usina de Datos de la UNR Paula Durand, la economista y docente de la UNR Natalia Pérez Barreda y la politóloga y también profesora de la Universidad Mariana Berdondini.
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Paula Durand señaló que, al menos desde los llamados espacios progresistas, “se perdió mucho tiempo” en leer la realidad actual. Incluso con unas categorías de análisis desfasadas, porque de la teoría política se pasó a la del meme. En ese sentido, marcó que las derechas, en la Argentina y en el resto del mundo, llegan por las redes sociales, por la post verdad. No se vio la importancia de esos espacios virtuales como el nuevo espacio público, con sus algoritmos que generan burbujas y potencian las grietas. Con todo, rescató que “se sigue hablando de política”.
Algo se tomó nota, al menos es lo que parecen mostrar las campañas hacia las generales. Natalia Pérez Barreda puso como ejemplo la inclusión del economista Carlos Melconián en el equipo de Juntos por el Cambio, para ordenar el eje proselitista, ya con una agenda en la que pierde fuerza el centralismo de la dolarización que impuso el entonces precandidato libertario hasta las PASO. Y con el postulante del oficialismo, Sergio Massa, más activo con propuestas a futuro. La economista calificó como bienvenidas las señales de un debate más profundo que habilitan otro escenario.
Mariana Berdondini se disculpó por una caracterización más pesimista ante la evidencia del avance de los discursos antiderecho y antigénero, justo cuando se cumplen 40 años de democracia recuperada e ininterrumpida en la Argentina. “Hay una deuda no saldada” del sistema de representación y gestión de la cosa pública, señaló, en la que anclan los nuevos emergentes políticos. La pobreza y la subsistencia, al agravarse, son el centro, y ahí calan los nuevos discursos relegando otros valores democráticos que aparecen, ante la urgencia, en segundo plano.
En ese estado de situación, siguió, se producen hechos como la vuelta a puesta en cuestión de debates que ya parecían saldados, como el de rechazo sin atenuantes del terrorismo de Estado. Uno de los factores, admitió, en una democracia que es fluctuande, que nunca está dada para siempre, fue la pandemia, que sacudió todas las dimensiones de la vida.
“Una realidad no querida ni esperada”, sintetizó Raúl Dellatorre el panorama. Lo puso en perspectiva con la comparación entre las elecciones de 2019 y las que se transitan este año. Si en las primeras hubo dos fuerzas, el macrismo que iba por la reelección, y el Frente de Todos, ambas en conjunto perdieron 10 millones de votos que en las PASO hacia el espacio de Milei o al no voto (en blanco o ausentismo). Se trata, describió, de “un éxodo enorme” que recuerda al “que se vayan todos” del 2001. Se fueron, remarcó, hacia un espacio antidemocrático, por más que esté dentro del sistema.
Dellatorre volvió sobre las responsabilidades: son del sistema político. “Al último que se le puede echar la culpa es al votante”, advirtió. Y en las campañas electorales no hay, o hay pocas, respuestas ante este escenario.
Durand aportó que el déficit no sólo es en la disputa de sentido sino en qué sentido se disputa. Porque, apuntó, deben revisarse las categorías con las que se analiza la realidad y la forma y contendio con la que se interpela a una sociedad que cambió. Ya no es, expuso, la que estructuraban el salario, el empleo y la educación. Eso se terminó hace mucho tiempo. A cuánta gente se interpreta si se alude a un empleo asalariado y registrado que permita vivir dignamente. No a los que trabajan en plataformas, que además no quieren recuperar en esa formalidad porque ganan más o están más cómodos.
Pérez Barreda interrogó por las razones de la llegada de Milei a los sectores de trabajadores. Ya no son lo que eran, destacó, y preguntó si no será que el llamado mercado y sus lógicas no les resultan más cercanas que el Estado. En ese punto mencionó como ejemplo a un joven que hoy tiene el deseo de autogestionarse a través de plataformas y aplicaciones, y al que, en paralelo, las políticas públicas no le resuelven sus problemas. Que el Estado es un factor, agregó, lo pone en evidencia el resultado en la provincia de Buenos Aires, donde el Ggobierno gestionó mejor las nuevas realidades y aunque con una buena elección, Milei sacó mucho menos votos que en el promedio del país.
Dellatorre marcó que Milei, al igual que el brasileño Jair Bolsonaro, no es el candidato original del establishment, pero una vez que esos personajes no elegidos por el círculo rojo destacan, lo rodean y controlan.