Como marca del momento social, en una parroquia de Pichincha hubo nueve cuadras de cola de miles de personas, incluso de otras provincias, para participar de la reunión de fe donde la mujer practica supuestas curaciones ¿Nace un nuevo padre Ignacio?
En una parroquia de Pichincha, este martes se reunieron miles de personas a celebrar un fenómeno de fe que tiene mucho que ver indefectiblemente con el momento social. La movilización popular para ver a la “sanadora” Leda Bergonzi es cada vez más grande, y las convocatorias que hace a sus fieles superan consecutivamente a las anteriores. Personas munidas de mate y reposera hicieron hasta nueve cuadras de cola, que daban vuelta a las manzanas cercanas a la parroquia de Ricchieri al 200, solo para recibir sus bendiciones. Fue tan grande, que el municipio tuvo que intervenir con un operativo para ordenar el tránsito y las personas que se congregaron.
En la esquina de Catamarca y Ricchieri se cruzaban ayer dos filas distintas. Una para enfermos terminales y discapacitados se prolongaba por unos 100 metros. Otra, para los que van a pedir un “alivio espiritual”, pero no están graves, tenía ochos cuadras de largo. Adultos con niños se mezclaban con jóvenes y ancianos. Había personas sentadas en sillas plegables, en cajones, con revistas, con el termo bajo el brazo, con tazas de té o botellas de agua, almorzando un sánguche o una vianda que se trajeron en un tupper. A todos los unía un hilo invisible de necesidad. Todos esperaban irse sin el peso con el que llegaron.
En la fila para individuos con padecimientos de salud había gente con bastones, en sillas de ruedas y personas sanas que guardaban el lugar de un familiar enfermo que no puede tolerar la espera. La mayoría son pacientes oncológicos, o familiares de ellos que fueron a custodiar el turno. Se observaban colectivos de Córdoba, y autos de creyentes que llegan manejando desde Buenos Aires. Algunos decían venir a Rosario buscar una cura, un milagro. Otros a recibir el “alivio de la palabra”. Casi todos se enteraron de la “sanadora” por televisión. Unos pocos por el boca en boca.
Casi todos habían llegado a la mañana, varias horas antes de la apertura de puertas. El primero de la cola de los “sanos” llegó el lunes a la tarde. Afirman que quieren pedir bendiciones para su familia, y muchos se acercan por curiosidad, para ver el fenómeno de cerca. Ninguno de los consultados había visitado antes los encuentros de Bergonzi. Son todos fieles nuevos. El fenómeno es similar al que tuvo en sus comienzos el padre Ignacio pero potenciado, además de la cobertura mediática, esta vez también por las redes sociales.
Se multiplica
La mujer de 44 años a la que sus seguidores le atribuyen capacidades de sanación viene escalando en la magnitud de las reuniones que preside. Al frente de su grupo espiritual Soplo de Dios Viviente, debutó en la Catedral, donde tuvo alguna polémica con las autoridades que terminó con su alejamiento, y después en la capilla de Sagrado Corazón de 3 de Febrero al 1900. Allí, pese al frío, el mes pasado se juntaron casi mil personas en la puerta. Todos los lugares le quedaron chicos, y finalmente recaló en la parroquia Inmaculada Concepción, de Ricchieri 280.
Con el apoyo del Arzobispado, que seguramente observa en la popularidad de la mujer laica, casada y con hijos, una posibilidad de detener la sangría de fieles a manos de grupos evangélicos con prácticas más parecidas a las de Bergonzi, el grupo consiguió ese espacio más grande, macrocéntrico y que permite mayor comodidad. “Luego de la experiencia de Leda en la Catedral, empezó a crecer ampliamente la participación de le gente en estos encuentros. De ser un grupo de oración de 70 personas, pasaron a congregarse miles. Por eso se buscó que esté en el Sagrado Corazón transitoriamente, y ahora por cuestiones de logística se mudó a la Inmaculada Concepción que tiene otra capacidad y disponibilidad”, detalló Javier Bilbao, vocero de la arquidiócesis.
El martes de la semana pasada se juntaron más de tres mil personas en ese templo, y hubo desmanes. La extensa espera, que en algunos casos se extendió desde el mediodía hasta la noche, provocó roces entre las personas que hacían la fila, con colados y hasta golpes de puño, y también aparecieron algunos aprovechadores que querían vender turnos. En el edificio solo entran 500 personas, y otras 500 en un gimnasio contiguo. Por el desborde, la “sanadora” terminó dando bendiciones en la calle.
Temiendo nuevas situaciones de caos, este martes el municipio intervino a través de distintas reparticiones del área de Control para ordenar y evitar cruces. Esta vez, en lugar de comenzar a las 20, Leda adelantó la apertura de puertas a las 16 para poder recibir a todos. El municipio envió 20 agentes municipales que dieron indicaciones y cortaron el tránsito cuando la cola empezó a avanzar. En la puerta por Catamarca se instalaron cuatro baños químicos. Y todo discurrió de manera más tranquila. Pero el fenómeno solo parece tener chances de crecer.
“Cuando no hay una autoridad no se respeta la fila, hay gente que se quiere meter adelante de otro, y nos enteramos de que había algunos vivos querían vender los lugares”, dijo la secretaria de Control Carolina Labayrú. De hecho, se identificó a una de estas personas y se la hizo retirar del lugar, y también se dispersó a vendedores ambulantes que querían instalarse en la calle. “Es la primera vez que intervenimos, porque esto está excedido de gente y el lugar no está preparado. Estuvimos reunidos con los organizadores y ya lo saben. Por eso están esta pensando en otro sitio más grande“, concluyó.